Bartolomé Esteban Murillo vivió entre dos Sevillas. La cosmopolita y previa a la peste de 1649 y la heroica y mariana de después del desastre.

Sevilla casi se había quedado sin referentes pictóricos, y en este momento una nueva generación emergía. En sus primeros años como artista, Murillo busca su propia personalidad artística. Sus primeros rasgos indican una técnica dependiente del grabado, y con influencias de su maestro, otras de Roelas y ambientes zurbaranescos.

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