Enrique Camacho Cárdenas
Universidad de Murcia, España
Recibido: 05/08/2024 | Aceptado: 19/11/2024
Resumen |
Palabras clave |
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La definitiva catedral de Guadalajara en la diócesis de Nueva Galicia se inició en el último tercio del siglo XVI, finalizándose en lo esencial en 1618. Entre el personal encargado de la dirección de la obra, el nombre de Juan de Alcántara se localiza durante la primera fase constructiva, ocupando el cargo de maestro mayor y obrero de la iglesia. Pese a tratarse de uno de los maestros más destacados del momento en dicho territorio, los datos conocidos sobre su participación en la obra son reducidos, y también algo difusos los relativos a su identidad. A partir de estos y de otras nuevas noticias documentales se pretende realizar un acercamiento a su figura, a fin de ampliar las noticias sobre el inicio de la construcción del edificio, así como de analizar y matizar aspectos de su intervención y trayectoria profesional. |
Juan de Alcántara Arquitectura Catedral Guadalajara Nueva España Siglo XVI |
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Abstract |
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The definitive cathedral of Guadalajara in the diocese of New Galicia began in the last third of the 16th century, essentially completed in 1618. Among the staff in charge of the management of the work, the name of Juan de Alcántara is located during the first construction phase, holding the position of architect and foreman of the church. Despite being one of the most outstanding masters of the time in that territory, the known data about his participation in the construction work is reduced, and somewhat vague about those related to his identity. Based on these and other new documentary news, an approach has been made to rectify his figure, which has allowed us to expand the information about the beginning of the building, as well as to analyze and clarify aspects of his intervention and professional trajectory. |
Juan de Alcántara Architecture Cathedral Guadalajara New Spain 16th Century |
Cómo citar este trabajo / How to cite this paper:
Camacho Cárdenas, Enrique. “Juan de Alcántara y la catedral de Guadalajara en el virreinato de Nueva España.” Atrio. Revista de Historia del Arte, no. 31 (2025): 104-121. https://doi.org/10.46661/atrio.10892.
© 2025 Enrique Camacho Cárdenas. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0. International License (CC BY-NC-SA 4.0).
Mientras varios edificios de poca prestancia sirvieron de catedral provisional desde que la ciudad de Guadalajara se convirtiera en la definitiva sede del obispado de Nueva Galicia en 1560, hubo un interés por construir un edificio adecuado y de materiales nobles que respondiera a las exigencias simbólicas y religiosas de esta nueva diócesis creada en el virreinato de Nueva España. Los planos del templo definitivo serían aprobados por Felipe II tras ser remitidos al Consejo de Indias por la Real Audiencia en 1568, iniciándose hacia 1573 y finalizándose en lo esencial en 1618. A pesar de ello, su consagración no tuvo lugar hasta 1716, atravesando el edificio otras etapas constructivas hasta su definitiva conclusión en el último tercio del siglo XIX. Si bien no se conocen las trazas originales del proyecto quinientista, hay constancia de diversos cambios introducidos en ellas a partir de 1599. En especial, los relacionados con la elección del tipo de cubiertas para el cerramiento del templo entre Martín Casillas, maestro mayor de la catedral, que apostó por un tradicional sistema de bóvedas nervadas, y Diego de Aguilera, maestro mayor de la catedral de México, defensor de un sistema más moderno de bóvedas vaídas[1].
Las nuevas aportaciones sobre la historia de la construcción hasta la apertura del ∑templo en 1618 han informado sobre la participación de maestros que estuvieron a cargo del proyecto en esa etapa inicial y con anterioridad a la presencia del maestro extremeño Martín Casillas, el artista más relevante de la obra que realizó las labores de obrero a partir del 24 de septiembre de 1593, momento en el que ya ocupaba el cargo de maestro mayor que mantendría hasta la década de los años veinte de la siguiente centuria[2]. Junto a Casillas, se conoce la presencia en la obra de Juan de Alcántara, cuya relación con la historia del edificio se había ignorado hasta hace poco tiempo. Su nombre aparece asociado al de otro maestro, Alonso de Robalcava, quien también se encargó de realizar el último edificio catedralicio provisional[3].
El conocimiento de estos nombres de maestros, que participaron en la construcción durante los primeros años, ha permitido avanzar en el estudio de su historia, siendo la figura de Juan de Alcántara de especial interés por ocupar el puesto de maestro mayor de la catedral antes que Martín Casillas. Sin embargo, las noticias sobre Alcántara y su relación con la catedral de Guadalajara son reducidas hasta ahora, localizándose en recientes estudios y trabajos sobre el edificio, notas de actas de cabildo, documentos relacionados con aspectos económicos y en el informe que Martín Casillas presentó para la conclusión de la catedral entre 1599 y 1602. Pese a ello, es posible realizar un primer acercamiento a la figura del maestro que, por la fecha en la que intervino en la obra, debió asumir un papel importante en el proyecto. De esa forma, a través de noticias sobre su participación y cargos que ocupó en la obra en un contexto común al resto de catedrales novohispanas, y de otros aspectos relacionados con su trayectoria profesional, en el presente trabajo se realiza una aproximación a su identidad y actividad en el templo durante la primera fase de la construcción.
Las noticias durante los primeros años de la construcción del templo definitivo no son muy significativas respecto a lo arquitectónico. De igual manera, tampoco lo son las referidas a la participación de maestros y al papel que debieron desempeñar, a excepción de las relacionadas con los obreros pertenecientes al entorno del cabildo eclesiástico que aparecen en la construcción de los templos provisionales que sirvieron de catedral. Hasta 1583 no se tiene constancia de la presencia de un maestro ajeno al círculo del cabildo eclesiástico, y el primero que aparece en la documentación como maestro mayor de la catedral es Juan de Alcántara. Sobre él consta que para el 19 de febrero de 1583 ya era maestro mayor cuando el cabildo eclesiástico acordó realizar la obra de un hospital que se situaría junto al colegio[4]. Fue en esa fecha cuando también fue nombrado maestro mayor del hospital con el sueldo de 140 pesos anuales[5]. Años más tarde, en concreto a partir de 1586, aparece como obrero de la iglesia hasta que el 5 de enero de 1590 fue sustituido por el canónigo José Ramírez[6].
Con los datos señalados es posible concretar la presencia de Juan de Alcántara en la catedral y en otras obras de la iglesia desde 1583 hasta 1590, período en el que asumió los diferentes puestos de maestro mayor del hospital, obrero de la iglesia y maestro mayor de la catedral. Salvo estas notas aisladas, la documentación consultada no suministra noticias que aclaren su llegada a la construcción o que expliquen hasta dónde pudo extenderse su participación en el proyecto. Es de suponer que durante todo el período en el que aparece como obrero también debió seguir en el cargo de maestro mayor de la catedral.
Las tareas de los maestros mayores fueron eminentemente técnicas, reservando la parte administrativa al cargo de obreros mayores[7]. Las funciones de los maestros mayores fueron las de dirigir y supervisar la construcción, dar las indicaciones técnicas y elaborar los proyectos necesarios para la obra. Una vez finalizada la construcción, sus labores quedarían reducidas a las de cuidado y mantenimiento del edificio. Por otro lado, la simultaneidad de cargos fue común entre los maestros mayores de las catedrales, pues el prestigio que alcanzaron con este puesto hizo que en ellos recayeran otros cargos remunerados de carácter oficial, caso de otras maestrías mayores, o bien otros contratos de obras en las propiedades eclesiásticas, peritajes remunerados, entre otros. Sobre la historia de la catedral de México, Castro Morales destacó la confusión creada por la falta de noticias precisas acerca de la existencia del cargo de maestro mayor durante la construcción de la primitiva catedral, al considerar como maestros mayores a algunos obreros mayores que por lo general nunca fueron arquitectos[8]. Para el cargo de obrero mayor casi siempre se prefería personal o autoridades civiles o eclesiásticas, si bien hay casos de maestros mayores que al mismo tiempo ejercieron la función de obreros mayores con nombramiento expreso, tal y como ocurriría en la Ciudad de México con Luis Gómez de Trasmonte en el Palacio Real[9].
La simultaneidad de los cargos de obrero y maestro mayor de la catedral por parte de Juan de Alcántara queda constatada a través de la documentación consultada. Estuvo trabajando en la de Guadalajara al menos hasta el 5 de enero de 1590, momento en el que tuvo lugar su despido, en esa ocasión del cargo que ocupaba como obrero de la iglesia. Las razones que se especifican en el cabildo celebrado ese día atienden sólo a cuestiones económicas. El cabildo prescindió del puesto de obrero por el excesivo gasto que su contrato generaba anualmente a la iglesia, sin especificar otras causas. Para subsanar el problema se decidió nombrar a un capitular cada año con un sueldo anual de 50 pesos de oro para que atendiera los reparos de la iglesia y obras que se hicieran, siendo nombrado para el cargo el canónigo José Ramírez, tal y como se ha mencionado anteriormente[10].
Esta práctica de asignar el cargo de obrero a un capitular de la catedral o bien a una persona próxima al cabildo fue habitual desde el primer momento en la historia de la catedral de Guadalajara. El primer nombre que aparece en las actas capitulares es el de Alonso de Miranda, chantre de la catedral, propuesto para supervisar los trabajos de reforma del templo provisional que sirvió como catedral, así como para el pago de los salarios de los trabajadores el 10 de noviembre de 1564. Si bien en ese año los votos para la elección de obrero se distribuyeron entre varios capitulares, el nombramiento lo recibiría el chantre, pues años más tarde sería sustituido por el canónigo José Ramírez[11], en esta ocasión, por motivos de ausencia el 27 de enero de 1570[12].
Las causas derivadas de la decisión de asignar la obra a una persona perteneciente al cabildo catedralicio para reducir gastos son afines a las de otras catedrales del virreinato de Nueva España. Son conocidas las cédulas reales que desde 1627 comenzaron a exigir una reducción en los sueldos de los trabajadores de las catedrales novohispanas, de la misma manera que intentaban reducir gastos en la administración de las construcciones. Por ejemplo, en 1627 el rey ordenó que los salarios del obrero mayor de la catedral de México y otros se “moderen o quiten del todo, señalando a uno de los prebendados que más a propósito pareciere, como se hace en las iglesias de estos mis reinos de España”. Además, de 1665 a 1666 fue en la catedral de Valladolid en el obispado de Michoacán donde más se insistió en la reducción de salarios al no justificarse el gasto de fábrica en sueldos cuando esta se encontraba muy atrasada[13].
Por otro lado, la costumbre de simultanear diferentes cargos un mismo maestro reflejada en la figura de Juan de Alcántara, también ocurriría posteriormente con el maestro Martín Casillas[14]. Las funciones de obrero de la iglesia neogallega se centraron en la supervisión de las obras y pago de los trabajadores, si bien las obligaciones fueron más amplias. Estas se enumeraron el 24 de septiembre de 1593 con motivo de la elección de Martín Casillas, entonces maestro mayor de la obra, para sustituir a Diego de Espinosa Meneses en el cargo de obrero. Entre ellas aparecen las de atender todas las obras de arquitectura y de reparo de la iglesia, hospital, colegio, cárcel, entre otras[15]. Sería posible señalar una diferencia entre los puestos de obrero y maestro mayor a través del motivo dado, en esta ocasión, por la destitución de Martín Casillas del cargo de obrero en julio de 1594. Esta se decidió por estar ocupado en los trabajos del templo definitivo y no poder asistir a los reparos del provisional[16]. Este motivo permitiría ligar el puesto de maestro mayor solo a las diversas labores desempeñadas en el templo definitivo.
Las noticias de Juan de Alcántara relacionadas con su actividad en la catedral son también reducidas hasta el momento, pero especialmente significativas para conocer el destacado papel que desempeñó en la construcción. En el documento sobre las condiciones de Martín Casillas en las que retoma aspectos de la postura de Diego de Aguilera, firmado el 7 de diciembre de 1600 y localizado dentro del expediente de 1602, el maestro Casillas puntualizó de forma somera algunos de los trabajos que desarrolló Alcántara. De ellos se han hecho eco las últimas publicaciones relacionadas con el edificio y sus protagonistas. En concreto, se sabe que trabajó en una antesacristía y en otra sala de la que no se especifica cuál era su función, señalada como una bóveda de cañón de tezontle, que había sido construida por el maestro y en cuyo entorno se debía realizar el altar mayor con gradas y peanas[17]. Los datos sitúan la actividad del maestro en las proximidades del altar mayor, ubicado en la zona oriental del inmueble:
La primera condición es que se ha de hacer debajo del altar mayor un vestuario dejando dos puertas una a la antesacristía que Juan de Alcántara hizo y otra a la otra mano donde está un cañón de tezontle que también hizo Juan de Alcántara para que por la una por el un lado y el otro entren los sacerdotes y los demás que sirven el vestuario y este vestuario ha de ser de un cañón cerrado de tezontle (…) y encima se ha de hacer el altar mayor y la peana donde ha de estar el preste y los demás que ayudaren a misa[18].
En la documentación consultada no se precisa el estado en el que se encontraba la obra al final del período en el que consta la presencia de Alcántara. De hecho, a excepción de esta alusión, las notas sobre su labor se reducen a libranzas que recogen datos económicos relacionados con el salario que recibió por su trabajo como obrero. Así, Diego Rubio, mayordomo de la iglesia, entregó a Juan de Alcántara la cantidad de 100 pesos por su actividad durante 1588[19]. En octubre de ese año, el maestro recibió 50 pesos de oro común en reales por los gastos en las obras y reparos que se habían efectuado hasta ese momento, sin especificarse cuáles fueron esos trabajos[20].
Una de las cuestiones de mayor relevancia sobre la participación de Juan de Alcántara en la obra es la que lo relaciona con la autoría de unas trazas para el edificio. Los tracistas de las obras fueron los arquitectos en el sentido moderno de la palabra, permanecieran o no después a cargo de la dirección material de las fábricas. En la arquitectura hispana renacentista el autor de una obra, en palabras de Marías, era su tracista, no su ejecutor material[21]. Concretamente, en el mencionado expediente sobre las condiciones y cantidades con las que se remató la obra de la catedral entre 1599 y 1602, Martín Casillas indicó estar en posesión de unas trazas de Robalcava y de Alcántara, señalando “que estas informaciones vayan con los demás autos al Real Consejo e para que mejor se entienda asimismo se lleven las trazas de Robalcava y Alcántara y la mía de cómo hoy va la obra, que todas están en mi poder”[22]. El maestro Casillas era conocedor de unos diseños anteriores que le servirían de base para introducir las modificaciones en el proyecto, a fin de conseguir que la conclusión de la obra quedara a su cargo a partir de 1602[23]. Sin embargo, pese a lo relevante del comentario, esta breve referencia es la única noticia que se tiene hasta ahora de la participación de Alcántara como tracista de la obra. Las palabras de Casillas plantean varias cuestiones relacionadas con el número de trazas generales o parciales confeccionadas para el edificio hasta esa fecha, así como sobre la participación de tracistas anteriores a su presencia como maestro mayor (Fig. 1).
Fig. 1. Planta de la catedral de Guadalajara, iniciada hacia 1573. Guadalajara (México). © Fotografía: Diego Angulo Íñiguez, Historia del Arte Hispanoamericano (Barcelona-Buenos Aires: Salvat Editores, 1945), 1:436.
Antes de abordar el papel de Alcántara en el diseño del templo sería necesario mencionar por cuestiones de cronología la figura de Robalcava, otro maestro localizado en la primera fase de la obra y, por lo tanto, no ajeno a su historia. Por el apellido se deduce que se alude a Alonso de Robalcava, único nombre conocido en el entorno de la construcción, asociado a la historia del último edificio provisional que sirvió de catedral[24]. Consta que concibió la traza del templo provisional o “xacal grande”, iniciado en 1565, por la que le pagaron 500 pesos de oro. En 1570 se construyó la sacristía y cuatro años más tarde se hizo la torre, diseñada por el mismo maestro[25]. Fuera de la historia del templo provisional, su nombre aparece en el comentario de Casillas relacionado con las labores de diseño de la catedral definitiva, lo que al menos lo convertiría en el primer maestro de la obra del que se tiene noticia como tracista. Sin embargo, esta sería la única referencia que relaciona su nombre con el edificio actual. Es por ello que, sin el conocimiento del diseño primigenio, el vacío documental que existe sobre los primeros años de su gestación y los escasos datos conocidos de su labor como maestro en otros edificios, no es posible sugerir un mayor protagonismo del artista en las trazas del templo. Solo se puede precisar que Robalcava es el único maestro que se encontraba en el entorno de la construcción durante los primeros años, en concreto, en las obras que se estaban realizando en el último templo provisional desde 1565 hasta 1574.
Un mayor protagonismo y vinculación con la obra se evidencia en Juan de Alcántara. El comentario de Casillas también señaló expresamente que hizo unas trazas, colocándolo como uno de los tracistas originales de la catedral. Pero, además, en su caso ha sido posible documentar su vinculación con el templo definitivo a través de los diferentes cargos que desempeñó y de su labor en varias estancias para la catedral, tal y como se ha expuesto. Sin embargo, al igual que en el caso de Robalcava, en la alusión a su labor de tracista no se especifica si los diseños fueron de carácter general o parcial, ni qué motivos llevaron a su realización o qué posibles cambios se pudieron incorporar y, de ser así, a qué elementos o partes de la obra se aplicaron. Asimismo, aunque se podría sugerir por el comentario de Casillas que las trazas de Robalcava y las de Alcántara formaron parte de un mismo encargo, los datos localizados hasta el momento no permiten establecer ninguna coincidencia en el tiempo entre ellos. De esa forma, Alcántara llegaría a la obra más tarde, realizaría otras trazas, y todas ellas estaban en poder del maestro Casillas.
Algunos detalles de la labor de estos dos maestros como tracistas podrían conectarse con el problema concreto que menciona Martín Casillas cuando, en el mencionado expediente, justifica haber destruido los soportes del cuerpo de naves del templo, afirmando que había sido necesario debido a la “mala traza” de la obra[26]. Sobre ello informó el 11 de abril de 1600 al comunicar la necesidad de “quitar las diez columnas angulares y ponerlas como en la traza va escrito y que se adelgacen con una de las reglas de la arquitectura”[27], decantándose por una solución más moderna y próxima al pilar compuesto adoptado en la catedral de México, con la que había estado vinculado, y en la de Puebla de los Ángeles. Ese inconveniente en la edificación pudo deberse a aspectos contemplados en las trazas de Robalcava y Alcántara. Por otro lado, el historiador Marco Dorta recogió dos noticias de interés sobre la traza primitiva para sugerir que se debió realizar alguna modificación en el diseño original antes de 1599. En ese año, el deán y cabildo aludían a que el levantamiento de la obra no se había seguido conforme a la traza primitiva que el rey había autorizado. Un año después, los capitulares comentaron en un escrito dirigido a la Audiencia que la obra se estaba edificando de acuerdo a la traza y modelo que se le había enviado a Felipe II. Marco Dorta subrayaba lo contradictorio de ambos testimonios, concluyendo que debió haber unos planos para la catedral que Felipe II aprobó y con los que se comenzó la obra y que tal vez no se siguieran exactamente porque la edificación de la misma aconsejara algún cambio poco sustancial[28]. La deducción a la que llegó el citado historiador se podría asociar a las diferentes labores de diseño de Robalcava y Alcántara, y que más tarde Casillas tendría en cuenta para su propuesta. También, en la última monografía del edificio, García Fernández planteó de forma acertada la vinculación de estos dos maestros con la obra a través de la posibilidad dada durante los primeros años en la construcción de modificaciones que debieron realizar en el proyecto primitivo[29] (Fig. 2).
Fig. 2. Alonso de Robalcava, Juan de Alcántara y Martín Casillas, catedral de Guadalajara, iniciada hacia 1573. Guadalajara (México). © Fotografía: Enrique Camacho Cárdenas.
Juan de Alcántara desarrolló su actividad en Nueva España en un ambiente artístico formado por personalidades de gran prestigio, y participó en obras con maestros como Claudio de Arciniega y Francisco Becerra. En referencia a ellos, Cuesta Hernández señaló que fueron probablemente tres de los más importantes maestros de la arquitectura novohispana de la segunda mitad del siglo XVI[30]. Fue Toussaint quien puso en relación al Juan de Alcántara que se estableció en el virreinato de Nueva España con el mismo que trabajó en Granada, discípulo de Diego de Siloé. Dicho historiador indicó que el maestro nació hacia 1521, y entre 1554 y 1556 estuvo en Granada trabajando en dos portadas para las parroquias de San Ildefonso y San Miguel[31]. Poco después se estableció en Nueva España, pues en 1594 “dice [Alcántara], seguro exagerando, que lleva más de cuarenta años” en aquellas tierras[32].
En Nueva España se localiza en una declaración como maestro de cantería sobre la catedral vieja de Puebla el 6 de diciembre de 1563, proponiendo que se construyeran dos naves de capillas hornacinas y la capilla mayor, a fin de agrandar y dotar de proporción el templo[33], reparación que se llevaría a cabo por el maestro en 1587[34]. También, en 1563 se solicitó que viese la catedral de Michoacán, pero por circunstancias no precisadas se suspendió la visita[35]. Más tarde, en las actas de cabildo de la ciudad poblana de 1566 aparece como maestro de cantería en la realización de los almacenes de la fuente[36]. Y, además, durante su estancia poblana se ha sugerido su autoría en los relieves de las portadas de la antigua alhóndiga que muestran a un discípulo inmediato de Diego de Siloé[37].
En 1572 realizó un contrato en Oaxaca con Juan de la Vega para llevar a cabo la obra del encañado de agua de la ciudad. Además, se le mencionó en el acta de cabildo de 4 de septiembre de 1573 en la que el maestro comentaba que estaba en Antequera, actual Oaxaca. En concreto, Berlin situó su presencia en Oaxaca entre 1571, cuando recibe un pago por el arreglo de la casa en la que viviría el pintor Andrés de Concha, y 1573 que recibió otro pago junto con el cantero Juan de Vega por aderezar el coro y realizar otras labores en la catedral[38]. El mismo autor sugirió que durante la década de los años setenta debieron desarrollarse trabajos de mayor envergadura, sobre todo de cantería en la catedral, y que estos fueron dirigidos por Alcántara[39].
En mayo de 1575 aparece en la Ciudad de México, participando como maestro de cantería en un informe sobre las obras del convento de Santo Domingo junto a Claudio de Arciniega y Francisco Becerra, entre otros artífices[40]. También, en diciembre de 1577 participó como maestro de cantería junto a Claudio de Arciniega y Juan de Covarrubias en una declaración sobre los reparos que necesitaba la catedral vieja de México[41], siendo la última fecha conocida que lo sitúa en la Ciudad de México.
Al poco tiempo debió viajar a Guadalajara para encargarse de la catedral. Pero llegado a este punto habría que cuestionarse si realmente el Juan de Alcántara que, según Toussaint, trabajó en Granada y que luego pasó a Nueva España, coincide con el maestro del mismo nombre y apellido que intervino en la catedral del obispado de Nueva Galicia. Aunque Tovar de Teresa daba alguna noticia del maestro que lo situaba en México en la temprana fecha de 1527[42], lo cierto es que se localiza a un Juan de Alcántara que pasó al Nuevo Mundo el 20 de diciembre de 1539, en el que se indicaba “Juan de Alcántara hijo de Francisco Lorenzo y de María Curada vecinos de las Brozas pasó a la Nueva España”[43]. Este Juan de Alcántara, de origen extremeño, regresaría a España, ya que hay constancia en 1557 de un nuevo pase a Indias de la misma persona. En ese año comentó ser vecino de Valdeguaxaca, hijo de Francisco Lorenzo y de María Curada, vecinos de Brozas. En esta ocasión, el pase lo hizo con su mujer Beatriz de Estrada, hija de Hernando de Torres y de Leonor de Estrada, vecinos de Sevilla, y sus hijos Juan, María, Beatriz y Pedro[44]. La licencia para dejar la península tuvo lugar el año anterior, pues el 18 de agosto de 1556 se dio real cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación “para que dejen pasar a la Nueva España a Joan de Alcántara maestro de cantería llevando su mujer e hijos yendo hasta La Habana con Bustamante de Herrera e llevando información en forma”[45].
La información personal indicada en los pases a Indias de 1539 y de 1557 coincidiría con la de su testamento de 2 de febrero de 1590, en el que declaró ser natural de la villa de Brozas en Extremadura. El testamento aporta otros datos biográficos e informa sobre aspectos económicos relacionados con su trabajo en la catedral. A través de éste se sabe, por ejemplo, que solicitó ser enterrado en la iglesia mayor de Guadalajara, al lado de su mujer Beatriz Estrada que había fallecido hacía tres años y medio más o menos, y con la que se casó en Sevilla. Más adelante, hay referencias sobre las deudas que aún tenía que pagar, señalando que le descontaran de su salario 36 pesos “de la obra de la iglesia de esta ciudad” por la cal que vendió a vecinos de Guadalajara, más 7 pesos de los pedazos de vigas que dio a los prebendados. El maestro dio cuenta al contador de la iglesia, Francisco de Villadiego, de los 200 pesos de oro común en 5 libranzas que le había dado Diego Rubio, mayordomo de la iglesia, para el reparo de las secretas y lo demás que se había realizado después. También especificó que se le debía un salario de 100 pesos que era el que se le daba anualmente[46].
Los datos señalados permiten pensar, por lo tanto, en un homónimo en la península Ibérica. La noticia que Toussaint señaló sobre el trabajo que desarrolló en las portadas de la iglesia de San Ildefonso y San Miguel de Granada antes de su llegada a tierras novohispanas, coincidiría con su estancia en la península antes de salir por segunda vez para Nueva España. Incluso los datos que Gómez-Moreno apuntó sobre su actividad en Granada y Sevilla entre 1537 y 1538 también se ajustarían a una etapa antes de su primer pase a Indias en 1539[47]. O bien su labor junto a Lucas Mateo como canteros en la ejecución de un muro de piedra en 1550 “desde el ojo del puente de la Plaza Nueva en el espacio que ocupaban veintitrés tiendas del Zacatín”, en el río Darro[48]. Sin embargo, otros datos sobre trabajos posteriores en España asociados a un Juan de Alcántara, después del último pase a Indias de 1557 y en períodos simultáneos una vez instalado en Nueva España, reforzarían la idea de que se trata de dos personas diferentes[49].
Las noticias sobre la participación de Juan de Alcántara en la catedral de Guadalajara suponen un importante avance para el conocimiento de la historia constructiva del edificio. De momento, a través de la documentación consultada se puede establecer su permanencia en la obra como obrero de la iglesia y maestro mayor entre 1583 y 1590. Realizó una antesacristía y otra sala de la que no se especifica su función, ambas en la cabecera del templo, sector en el que se centrarían los trabajos durante ese período. Hasta la fecha en la que aparece su nombre, las noticias sobre la evolución de la construcción señalan un lento y escaso avance, siendo Alcántara el primer maestro mayor que consta en el edificio. Más tarde, Martín Casillas se hizo cargo de la dirección de la obra, al menos, a partir de 1593. El nuevo maestro introdujo modificaciones sustanciales en el proyecto, siendo el encargado de cerrar y finalizar el templo en lo esencial.
De especial interés es la vinculación de Alcántara con el diseño del proyecto, al ser uno de los maestros que realizó unas trazas para la obra, aunque de momento no es posible precisar su finalidad y contenido. Es de suponer que debieron ser parciales en base al plan inicial de la obra y que se realizaron para modificar algún desacierto en el proyecto. Por otro lado, antes de su trabajo en la catedral, son muchas las noticias relacionadas con su participación en otras obras novohispanas. Propuso la construcción de dos naves de capillas hornacinas y la capilla mayor de la catedral vieja de Puebla de los Ángeles, trabajó en el aderezo del coro y otras labores en la catedral de Oaxaca, intervino junto a otros arquitectos destacados en el informe sobre las obras del convento de Santo Domingo, así como en la declaración sobre los reparos que se debían realizar en la vieja catedral de México. Esta serie de intervenciones evidencia un nivel de formación, conocimiento, experiencia y crédito profesional que le debieron ayudar positivamente en el momento de conseguir la dirección de la catedral neogallega dentro del contexto arquitectónico novohispano.
Respecto a su identidad, resulta difícil mantener la vinculación del maestro que trabajó en Granada con el de origen extremeño que se hizo cargo del proyecto de Guadalajara. Parece poco probable que un mismo maestro simultaneara tareas en zonas tan alejadas geográficamente y que realizara viajes continuos entre América y España. Es por ello que sería posible plantear la existencia de dos maestros diferentes. El procedente de Brozas en Extremadura pasaría dos veces a Nueva España en la que se establecería definitivamente en 1557. Allí permaneció la mayor parte de su vida y desarrolló su actividad arquitectónica, trasladándose a Guadalajara durante su etapa final donde se haría cargo, como maestro consagrado, del templo más importante de la diócesis.
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Tovar de Teresa, Guillermo. Repertorio de artistas en México. T. 1. México: Grupo Financiero Bancomer, 1995.
[1] El debate surgido en torno al tipo de cerramiento ha sido uno de los episodios de la historia de edificio que ha recibido mayor atención por parte de la historiografía. Algunos de los trabajos que han tratado este episodio son: Enrique Marco Dorta, “La Catedral de Guadalajara,” en Cuarto centenario de la fundación del obispado de Guadalajara 1548-1948 (Guadalajara: Artes Gráficas, 1948), 180-184; Enrique Marco Dorta, Fuentes para la historia del arte hispanoamericano (Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1951), 1: 42-45, 173-194; Francisco Javier Pizarro Gómez, “Aportación extremeña al arte americano,” en Extremadura y América, coord. Salvador Andrés Ordaz (Madrid: Espasa Calpe España, 1990), 175-176; Joaquín Bérchez, “Iglesia catedral de Guadalajara,” en Los Siglos de Oro en los Virreinatos de América, 1550-1700, coord. Luisa Elena Alcalá (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999), 260. Publicado en conjunto con una exhibición del mismo título, organizada y presentada en el Museo de América en Madrid, 23 de noviembre de 1999-12 de febrero de 2000; Pedro Navascués Palacio, Las Catedrales del Nuevo Mundo (Madrid: Ediciones El Viso, 2000), 75-77; Alfredo J. Morales Martínez y Miguel Ángel Castillo Oreja, “Ecos de la Catedral de Granada: El influjo de Siloé en las catedrales de Andalucía y América,” en El libro de la Catedral de Granada, coord. y ed. Lázaro Gila Medina (Granada: Cabildo Metropolitano de la Catedral de Granada, 2005), 1:301-302.
[2] Estrellita García Fernández, Su construcción, transformaciones y contexto, vol. 2 de La Catedral de Guadalajara. Su historia y significados, coord. Juan Arturo Camacho Becerra (Zapopan, Jalisco: El Colegio de Jalisco, 2012), 30-31, 153; Enrique Camacho Cárdenas, “Martín Casillas, maestro mayor de la catedral de Guadalajara: nuevos datos y consideraciones sobre su vida y obra en Nueva España,” Anuario de Estudios Americanos 74, no. 1 (2017): 54, https://doi.org/10.3989/aeamer.2017.1.02; Yolanda Fernández Muñoz, “La participación de canteros extremeños en las catedrales novohispanas,” Quiroga: Revista de Patrimonio Iberoamericano, no. 12 (2017): 24, 26.
[3] García Fernández, Su construcción, vol. 2, 29, 153.
[4] El hospital de la iglesia o de San Miguel tuvo su primer emplazamiento en unos solares del colegio seminario tridentino de San Pedro. Santoscoy precisaría sobre el edificio que, el 28 de septiembre de 1581, el cabildo eclesiástico acordó, conforme al capítulo 27 de la erección de la iglesia novogalaica en la que se decía que “de las dieciocho partes la una y media se aplique al Hospital de la ciudad donde reside la Iglesia Catedral”, edificar el hospital en dos de los cuatro solares que tenía el colegio seminario tridentino de San Pedro. Alberto Santoscoy, “Historia del Hospital Real de San Miguel en la época colonial,” en Alberto Santoscoy: Obras completas, coord. Lucía Arévalo Vargas (Guadalajara: Gobierno del Estado de Jalisco, 1984), 1:303.
[5] Acta capitular, Guadalajara, 19 de febrero de 1583, Libro 2º de actas capitulares, f. 214r, Archivo del Cabildo Metropolitano de la Arquidiócesis de Guadalajara (ACMAG), Guadalajara, Jalisco.
[6] Cuentas de los gastos de los dos novenos de que su majestad hizo merced a esta santa iglesia de Guadalajara por tiempo de cuatro años que cumplieron a 22 de octubre de 1590 años. Guadalajara, 15 de abril de 1594. Guadalajara, leg. 64. Archivo General de Indias (AGI), Sevilla; Acta capitular, Guadalajara, 5 de enero de 1590, Libro 3º de actas capitulares, f. 43v, ACMAG, Guadalajara, Jalisco.
[7] Toda fábrica estaba dirigida por un maestro mayor de la obra que podía ser el tracista-arquitecto de ella u otro arquitecto, como un maestro de cantería o de albañilería cualificado. Durante el siglo XVI el cargo de maestro mayor fue paulatinamente poseído por tracistas-arquitectos en exclusiva. Fernando Marías, “El problema del arquitecto en la España del siglo XVI,” Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, no. 48 (1979): 185.
[8] Efraín Castro Morales, “Los maestros mayores de la catedral de México,” Artes de México, no. 182-183 (1975): 137-139.
[9] Martha Fernández, Arquitectura y gobierno virreinal: los maestros mayores de la ciudad de México, siglo XVII (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1985), 53.
[10] Acta capitular de 5 de enero de 1590.
[11] Acta capitular, Guadalajara, 10 de noviembre de 1564, Libro 1º de actas capitulares, f. 118r, ACMAG, Guadalajara, Jalisco.
[12] Acta capitular, Guadalajara, 27 de enero de 1570, Libro 2º de actas capitulares, f. 37v, ACMAG, Guadalajara, Jalisco.
[13] Fernández, Arquitectura y gobierno, 54-55.
[14] Camacho Cárdenas, “Martín Casillas,” 54.
[15] García Fernández, Su construcción, vol. 2, 30-31.
[16] Camacho Cárdenas, “Martín Casillas,” 56.
[17] García Fernández, Su construcción, vol. 2, 39; Fernández Muñoz, “La participación de canteros,” 26.
[18] Testimonio de las condiciones y cantidad con que se remató la obra de la iglesia catedral de esta ciudad en Martín Casillas y de otros autos que sobre ello se han hecho que va al Real Consejo de las Indias para que se mande aprobar o enmendar, Guadalajara, 1602, Guadalajara, leg. 64, AGI, Sevilla.
[19] Libranza a Juan de Alcántara de 100 pesos por su salario del año 1588, Guadalajara, 4 de enero de 1589, Sección Gobierno, Serie Secretaría, Subserie Fábrica General de la Diócesis, caja 1, Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara (AHAG), Guadalajara, Jalisco.
[20] Libranza a Juan de Alcántara de 50 pesos en reales por reparos y obras de la santa iglesia, Guadalajara, 11 de octubre de 1588, Sección Gobierno, Serie Secretaría, Subserie Fábrica General de la Diócesis, caja 1, AHAG, Guadalajara, Jalisco.
[21] Marías, “El problema del arquitecto”, 184; Fernando Marías, El largo siglo XVI. Los usos artísticos del Renacimiento español (Madrid: Taurus, 1989), 495.
[22] García Fernández, Su construcción, vol. 2, 153.
[23] Para la consulta de los puntos más relevantes propuestos para la obra, véase García Fernández, 36-41.
[24] Los datos biográficos conocidos de Robalcava provienen del testamento de su mujer Beatriz López de Fuenllana, hija de Juan de Baeza y de Isabel Pérez, vecinos de Pátzcuaro (Michoacán). El testamento de 10 de julio de 1607 declara que era vecina del pueblo de Teocaltiche y viuda de Alonso de Robalcava. Fue Palomino y Cañedo quien señaló que el marido de Beatriz fue el maestro de la obra de la segunda catedral de Guadalajara en referencia al último templo provisional que se levantó. Jorge Palomino y Cañedo, Los protocolos de Rodrigo Hernández Cordero, 1585-1590: escribano público de Guadalajara (Guadalajara: Banco Industrial de Jalisco, 1972), 153-155, 267-268.
[25] Marco Dorta, “La Catedral,” 179; Marco Dorta, Fuentes, 1:37-38.
[26] Testimonio de las condiciones y cantidad con que se remató la obra de la iglesia catedral de esta ciudad en Martín Casillas y de otros autos que sobre ello se han hecho que va al Real Consejo de las Indias para que se mande aprobar o enmendar.
[27] García Fernández, Su construcción, vol. 2, 34.
[28] Marco Dorta, “La Catedral,” 180; Marco Dorta, Fuentes, 1:41.
[29] García Fernández, Su construcción, vol. 2, 29.
[30] Luis Javier Cuesta Hernández, Arquitectura del Renacimiento en Nueva España: “Claudio de Arciniega, maestro Maior de la obra de la Yglesia Catedral de esta ciudad de México” (México: Universidad Iberoamericana, 2009), 140.
[31] La portada de la iglesia parroquial de San Ildefonso fue labrada en 1555 por Alcántara, siguiendo trazas de Diego de Siloé. Rafael López Guzmán y María Luisa Hernández Ríos, coords., Guía artística de Granada y su provincia (Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2006), 1:171.
[32] Artífices relacionados con la arquitectura de Nueva España, 1950, Colección Toussaint, exp. 915, f. 10150, Archivo Histórico del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (AHIIE), Ciudad de México. Asimismo, el período de tiempo señalado resulta coherente si se tiene en cuenta la declaración que hace Alcántara en 1577 sobre los reparos que necesitaba la catedral vieja de México, en la que afirma que tenía noticia de la catedral de la ciudad y de sus edificios y reparos desde hacía veinte años por haberlos visto muchas veces. Marco Dorta, Fuentes, 1:140.
[33] Marco Dorta, 34-35, 165-167.
[34] Manuel Toussaint, Arte colonial en México (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1983), 53.
[35] Heinrich Berlin, “Oaxaca: la iglesia de San Felipe Neri. Noticias de artífices,” Archivo Español de Arte 56, no. 221 (1983): 51; Guillermo Tovar de Teresa, Repertorio de artistas en México (México: Grupo Financiero Bancomer, 1995), 1:46.
[36] Francisco Javier Pizarro Gómez, “Nombres propios y datos dispersos para la historia artística y urbana de la ciudad de Puebla (México). (Arquitectura: siglos XVI y XVII),” Norba: Revista de arte, no. 17 (1997): 55.
[37] Sobre esta atribución realizada por Toussaint, Cuesta Hernández sugirió una elección interesada por parte del historiador mexicano al destacar a Juan de Alcántara, que aparece después en Nueva España, como posible artífice de los relieves de la portada de la alhóndiga. Para Cuesta Hernández los motivos usados en los relieves aparecen en Granada, pero más debido a otras personalidades presentes en ese foco que al mismo Siloé. Cuesta Hernández, Arquitectura del Renacimiento, 77-78.
[38] Heinrich Berlin, “Arquitectura y arquitectos coloniales de Oaxaca: la catedral,” Archivo Español de Arte 52, no. 207 (1979): 310; Tovar de Teresa, Repertorio, 1:46.
[39] Berlin, “Oaxaca,” 51, 66.
[40] Marco Dorta, Fuentes, 1:108-112.
[41] Marco Dorta, 16, 138-145.
[42] Tovar de Teresa señalaba que noticias de 1527 lo acreditaban como maestro cantero y vecino de la ciudad de Tenochtitlán, sin especificar nada más. Asimismo, retomaba datos del investigador Augusto Vallejo que situaban a Alcántara en Mérida (Yucatán) hacia 1538-1540. Tovar de Teresa, Repertorio, 1:46.
[43] Asiento de pasajeros, Sevilla, 20 de diciembre de 1539, Contratación 5536, L.5, f. 222r, AGI, Sevilla.
[44] Palomino y Cañedo, Los protocolos, 248. La secuencia cronológica de sus dos pases a Indias también se indica en Vicente Navarro del Castillo, La epopeya de la raza extremeña en Indias: Datos biográficos de 6000 conquistadores, evangelizadores y colonizadores (Mérida, Badajoz: Vicente Navarro del Castillo, 1978), 137.
[45] Oficio de los oficiales de la Casa de la Contratación, Sevilla, 18 de agosto de 1556, Indiferente 1965, L. 13, f. 187r, AGI, Sevilla.
[46] El documento del testamento aparece transcrito en Palomino y Cañedo, Los protocolos, 119-122.
[47] Manuel Gómez-Moreno, Las águilas del renacimiento español (Madrid: Instituto Diego Velázquez, 1941), 87-88, 90.
[48] José Manuel Gómez-Moreno Calera, La arquitectura religiosa granadina en la crisis del renacimiento (1560-1650). Diócesis de Granada y Guadix-Baza (Granada: Universidad de Granada; Diputación Provincial, 1989), 35.
[49] Entre los artistas que trabajaron en el período comprendido entre 1560 y 1650 en Granada se recoge el nombre de Alcántara como cantero y entallador que trabajó en la ciudad o provincia desde 1542, indicando Gómez-Moreno Calera el año de 1568 como posible fecha de su fallecimiento. Dicho Alcántara participó en la construcción de la iglesia parroquial de la Encarnación de Illora, concretamente en el sector de la nave de la iglesia entre 1564 y 1567. Por otro lado, señalaba el citado autor que es posible que Alcántara terminara las portadas de los pies y del lateral del templo, siendo labradas sobre los años 1560-1565 aunque ejecutadas fundamentalmente por Pontones. Además, se localiza en la primera iglesia parroquial de Almuñécar en 1567. Gómez-Moreno Calera, 39, 43, 294-295, 324, 327; José Manuel Gómez-Moreno Calera, Las iglesias de las siete villas. Colomera, Guadahortuna, Illora, Iznalloz, Moclín, Montefrío, Montejicar (Granada: Fundación Rodríguez Acosta, 1989), 113, 118-119.