RESEÑA
Revista de Historia del Arte, nº 31 (2025): 224-227 eISSN: 530-534. https://doi.org/10.46661/atrio.11208
Gutiérrez, Ramón, y Graciela María Viñuales
El destello de las Luces. Nuevas miradas a la arquitectura americana en tiempos de la Ilustración
Granada: Editorial Universidad de Granada, 2023, 534 págs.
ISBN 978-84-338-7207-4
Define el diccionario de la Real Academia Española el destello como un “resplandor vivo y efímero”. Esa luz, intensa pero pasajera, resume la hipótesis sobre la cultura artística y arquitectónica de la Ilustración en la América hispánica que nos presentan los profesores Ramón Gutiérrez y Graciela María Viñuales en este excelente trabajo publicado por la editorial de la Universidad de Granada.
Las academias nacionales de Bellas Artes se habían convertido, a los ojos de sus coetáneos, en un instrumento eficaz para propagar una arquitectura de las luces, frente al papel de los gremios y el Barroco decorativo del siglo XVIII. El sueño de la Razón de los gobiernos de la monarquía borbónica española, a través de una legislación favorable, fue otorgando a la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid un papel rector sobre la arquitectura del país, siendo la única entidad que podía aprobar a nuevos titulados para el ejercicio de la profesión. Sus egresados estaban destinados a ocupar los cargos relacionados con las obras de las diversas administraciones y ejercían el control del diseño arquitectónico para toda la monarquía a través de su Comisión de Arquitectura.
Si ese control había supuesto en la práctica la ralentización o parálisis de buena parte de la actividad constructiva en la península, en el caso americano, con las necesidades perentorias de obras de todo tipo para satisfacer a una enorme población en un territorio tan extenso, tal dominio por parte de aquella institución resultaría especialmente gravoso. Suponía un recorrido imposible para la revisión de los diseños, incompatible con las necesidades funcionales que originaba la promoción de un edificio; además, la lejanía de la labor docente de la de San Fernando obligaba a la espera de la llegada de arquitectos titulados o autorizados para la ejecución de los proyectos, y estos facultativos pasaron en un corto número a ejercer la profesión en los territorios de Ultramar. Excepciones como la Academia de San Carlos fundada en México no paliaron en la práctica la distancia entre el organigrama ilustrado y la realización práctica.
Como consecuencia, la ejecución de las obras recaería de modo ilegal o marginal en artistas formados en las escuelas de dibujo locales, como los procedentes de la de Nobles Artes de Cádiz, o en el de artesanos u otros protagonistas de formación distinta a la de la construcción. Destacan los autores la distancia entre la respuesta bien integrada en el territorio del esquema gremial que había sostenido el desarrollo sintético del Barroco frente a la imposición externa de estos condicionantes de la Ilustración.
De modo paralelo, el necesario desarrollo de las fortificaciones y la arquitectura defensiva en América en el contexto geopolítico de competencia global del siglo XVIII, tendrá una insuficiente respuesta desde la administración, pues, a pesar del desarrollo del cuerpo de ingenieros militares y los distintos centros de formación en la península, sería un número insuficiente de estos militares los que pasarán a América para afrontar la dirección de las defensas, envueltos en un contexto de dificultades y de encargos de todo tipo, donde la ausencia de academias de formación continentales se revela también como un problema condicionado por la mentalidad estrecha y centralista del estado borbónico.
En opinión de Gutiérrez y Viñuales, la incapacidad de la maquinaria académica estatal para solucionar las necesidades reales de la población americana se convertirá en argumento para una mayor desafección de la élite criolla, ajena ya a la participación en el poder político de los territorios, y en un motivo más para ofrecer combustible al fuego de la emancipación de los territorios americanos.
Esta crítica a la gestión americana de la construcción y el diseño de la arquitectura durante la administración borbónica en los reinados de Carlos III y Carlos IV ha sido expuesta en diversas ocasiones por Gutiérrez, especialmente en aquellas publicaciones que han afrontado el estudio de las fortificaciones y la ingeniería militar en América, donde se ponían de manifiesto las limitaciones en número y progreso profesional del cuerpo en América. Una mirada crítica global a la actividad ilustrada de los peninsulares se desarrolla en el ensayo El Árbol de hierro. Ciencia y utopía de un asturiano en tiempos de la Ilustración (1750-1800) (Trea, 2007) donde, tras el estudio detallado de la vida del militar y erudito Miguel Rubín de Celis, se desvelan las contradicciones entre los supuestos avances científicos promovidos por la Corona en el continente americano y su limitada repercusión real en la mejora de la producción económica y el progreso social de los habitantes americanos.
Pero esta hipótesis de fondo se desarrolla en el actual volumen mediante un amplio recorrido cronológico y geográfico sobre diversas escalas, donde se abordan temas y casos tratados con detalle y fundamento gracias al conocimiento de la bibliografía especializada y la consulta de diversos repositorios documentales, extraordinario trabajo de investigación que se constata en la relación de archivos cuyos fondos se han revisado. El uso inteligente de este material y el exhaustivo análisis de los autores de los distintos aspectos abordados convierten al presente trabajo en una referencia historiográfica inexcusable para el estudio de la Ilustración en América.
La obra se divide en dos bloques, el primero de los cuales se convierte en un análisis de la arquitectura de América durante el período, en cuatro capítulos conectados por ser los aspectos esenciales sancionados por la tradición científica para el estudio de la arquitectura de la Ilustración. Un primer capítulo de esta parte primera se dedica a presentar el desarrollo de la Ilustración y su vinculación con el nuevo continente. En “La Ilustración en España y América”, se trazan las líneas generales de los progresos y contradicciones de los temas fundamentales del período en relación con el conflictivo escenario colonial. Se constata la sustitución de un discurso de soberanía popular y pactismo por el despotismo y centralización. Pero esa expresión del Despotismo Ilustrado se concreta en una cierta pero insuficiente institucionalización, en las dificultades de conciliar ideas y proyectos, en la desaparición del poder intermediador de los jesuitas y en la comprensión eminentemente extractiva y colonial de la posición de América en la monarquía. Se trata, en definitiva, y según la conclusión de los autores, de un programa conservador que defiende exclusivamente los intereses de los españoles peninsulares.
En “El Barroco, los gremios y la tradición artesanal. La escuela de Dibujo de Cádiz y su proyección americana”, se emprende el análisis del éxito que tuvo el Barroco como cultura de síntesis e integración de vivencias indígenas, criollas y europeas en el marco del Nuevo Mundo. Sobre ese punto de partida, se analiza el desarrollo en el siglo XVIII de un academicismo urbano americano que fomenta la creación de diversas escuelas de diseño, lugares de formación de un buen número de artistas, maestros o peritos destinados a desarrollar en el continente un papel versátil para afrontar incluso las trazas sobre un buen número de edificios.
En “La Academia y los arquitectos académicos en América” se estudia el papel coactivo de la institución fundada a mediados del XVIII, las cargas y limitaciones que imponía sobre el desarrollo del oficio de la arquitectura, una auténtica “máquina de impedir” para los autores, antítesis de la pretensión funcional de Le Corbusier para lo arquitectónico. Se indaga sobre los académicos que pasaron a América y la difícil relación entre la Academia de San Carlos en Nueva España y la central madrileña.
Un cuarto capítulo de esta primera parte de la obra, “Los Reales Cuerpos de ingenieros militares y de marina y su proyección americana”, profundiza en la formación y resultados de la acción de los ingenieros en la construcción americana, su extensa dedicación en el campo de la arquitectura de las fortificaciones pero también su papel decisivo para favorecer el control de la monarquía a través de la intervención en otro tipo de géneros, como las nuevas poblaciones, la obra civil o incluso residencial.
El volumen recoge una serie de apartados que se integran en el título de “Apéndice”, nombre que sugiere un carácter subsidiario de los textos que en él se incluyen. Nada más lejos de la realidad cuando se constata que nos encontramos ante auténticos artículos de investigación sobre temas de envergadura para la comprensión de la arquitectura en el continente americano; algunos de ellos han sido publicados con anterioridad, pero la mayoría de estos apartados se convierten en primicias científicas. Aquí se estudian los proyectos americanos de Silvestre Pérez (A1); la utopía de los magnos proyectos ilustrados novohispanos para el colegio de misioneros, el castillo de Chapultepec o el palacio virreinal en Nueva España (A2); la construcción de la importante Casa de la Moneda de Potosí y sus avatares urbanos y constructivos (A3); la figura del ingeniero militar Joaquín del Pino, cuyo protagonismo en el sur americano culmina con su nombramiento como virrey del Río de la Plata (A4); la actividad americana del ingeniero gallego Joaquín Mosquera y Osorio, que trabaja en Buenos Aires y en la construcción del templo de San Felipe Neri en Sucre (A5); la promoción edilicia desarrollada por parte del ilustrado marqués de Casa Pizarro, Ramón García León y Pizarro, gobernador y presidente de la audiencia de Charcas, dedicado a la mejora urbana de la ciudad, el fomento de su imagen cartográfica y la actividad fundacional de nuevos núcleos urbanos (A6). Por último, un magnífico estudio sobre la actividad de los ingenieros de marina en el Virreinato del Río de la Plata (A7), cuyos encargos iniciales para favorecer la navegación y la actividad portuaria será superada pronto por las necesidades de la realidad del territorio, donde levantarán planos, elevarán faros, reconstruyen conjuntos urbanos o elevan obras públicas de diverso género. Entre ellos descuellan figuras de enorme capacidad intelectual como la de Félix de Azara o el matemático José María de Lanz.
Francisco Ollero Lobato
Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España