RESEÑA

Revista de Historia del Arte, nº 31 (2025): 554-556 eISSN: 530-534. https://doi.org/10.46661/atrio.11363

Schacter, Rafael

Monumental Graffiti. Tracing Public Art and Resistence in the City

Cambridge, Massachusetts: The MIT Press, 2024, 386 págs.

ISBN 978-02-62049-22-1

No abundan las personas que investiguen en torno al graffiti y el arte urbano que lleven una carrera contrastada a lo largo de los años. Generalmente, nos encontramos ante publicaciones que resultan catálogos de fotografías en los que se suele echar en falta una mayor carga de reflexión crítica. Es precisamente por eso que el caso de Schacter resulta interesante cada vez que alumbra una nueva obra. Lleva más de 20 años ligado al análisis y crítica de muchos fenómenos vinculados a la intervención en el espacio público al margen de la legalidad. Baste recordar su rol como uno de los comisarios de la exposición Street Art, en la Tate Modern (2008), uno de los hitos que catapultó esta práctica de elemento en auge a fenómeno global de masas.

Si en su libro Ornament and Order: Graffiti, Street Art and the Parergon, elevó a las expresiones creativas en el espacio público al margen de la legalidad a la categoría de ornamento, en una referencia que podríamos contraponer a las de Adolf Loos un siglo antes; en esta ocasión aplica la concepción de monumento de Alois Riegl a este tipo de manifestaciones. La publicación se estructura en tres partes que, a su vez, contienen tres capítulos en base a las diversas reflexiones que surgen en un campo tan complejo, como si diversos prismas se tratasen.

La primera parte nos remite a la forma, aderezada por el lugar, el estilo y el tiempo. El lugar emerge como un elemento fundamental a la hora de colocar o realizar las intervenciones, tanto para los escritores de graffiti como para quienes realizan intervenciones comisionadas en el espacio público. Dicho lugar, una vez alberga “algo”, no volverá a ser igual, debido a la capacidad transformadora de la acción y el rastro que deja en forma de ausencia cuando se borra. La concepción de estilo (capítulo II) podría equivaler, en el caso del graffiti, a lo que Mailer equiparó como la “fe del graffiti” para el uso del nombre. El estilo es lo que hace que un concepto o nombre resalte sobre los demás, pueda alcanzar visibilidad respecto a otros –Schacter usa el término “eficacia” para ello– y llegue a llamar la atención, tanto de quiénes conocen el código como de aquellas personas que lo ignoran. Respecto al concepto de tiempo, el autor realiza una analogía entre los conceptos de durabilidad de los monumentos y lo efímero del graffiti y manifestaciones análogas, tanto en la concepción más ortodoxa de la práctica, como aquellos escritores o artistas que transgreden en el espacio público con reflexiones sobre ello.

En torno al concepto de mensaje, Schacter articula la segunda parte de la obra, que a su vez se divide en discurso, acción y participación. Que el graffiti, elementalmente, se componga de textos compone la piedra angular del cuarto capítulo, ya que el discurso (ininteligible para muchas personas) se cimenta en un acto contestatario que tiene su razón de ser en el espacio en el que surge: la ciudad y cómo, frente al lenguaje oficial, surge una reacción. La acción (capítulo V) envuelve el acto de transgresión casi como de una actividad performativa se tratase, siendo lo que vemos el rastro de todo ese proceso y un interesante elemento para la reflexión de artistas contemporáneos sobre la vinculación al espacio público. La participación inevitablemente remite al rol, voluntario o involuntario, que juegan quienes se topan con los diversos tipos de intervenciones que el investigador va glosando. Paradójicamente, en este momento se subraya la estrecha ligazón con lo institucional, ya que los monumentos públicos tampoco suelen partir de una participación comunitaria ni una capacidad de elección. En el caso del graffiti y la subcultura que representa, sí que genera unos rasgos que implican la participación de aquellas personas que desarrollan esta práctica, ya sea en sus vertientes más ortodoxas o ligadas a la reflexión, ya que forman parte de dicha subcultura.

Como colofón, Schacter reflexiona sobre el “rastro” en la parte final, partiendo de los conceptos de publicidad y privacidad y el rol que la transgresión creativa juega dentro del paisaje urbano junto a estos dos elementos. El muro y su apropiación son el punto clave sobre el que parte para reflexionar sobre cómo se ocupa la ciudad y, en la era de las smart cities, las intervenciones específicas juegan a sortear las fronteras impuestas por políticas regresivas. Esto último enlaza con los conceptos de visibilidad e invisibilidad dentro de una esfera en la que la vigilancia y la seguridad van copando cada vez más terreno dentro del espacio común. Casi inevitablemente, el último capítulo (IX) aborda las tensiones gentrificadoras en las que el arte urbano/muralismo ha tomado inevitablemente parte como un elemento institucional frente a un graffiti que discrepa y reacciona frente a esto.

A lo largo de las tres partes y los nueve capítulos que la componen en total, Schacter traza una reflexión actualizada y trufada de referencias a personas que desarrollan su actividad dentro del campo del graffiti, así como del arte contemporáneo que sostienen los conceptos que va abordando. Lejos de configurarse como un foto libro o un catálogo de intervenciones, esta obra viene a proponer una visión novedosa sobre las prácticas alternativas en el espacio público, adaptándose a cómo han ido cambiando las percepciones y los usos de las urbes a lo largo de las últimas décadas. Además, aúna diversas ópticas de trabajo, configurando un completo compendio teórico para quienes busquen un acercamiento con rigor a este tipo de prácticas en la actualidad.

Pablo Navarro Morcillo

Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España

0000-0003-3344-5033