Fig. 2.
Proyecto de mercados para Linares. Plano 15. Detalles (el de mayor tamaño de
los dos). AHML-Leg.0967-001.
en el hilo conductor
de la obra del arquitecto
Sheila
Palomares Alarcón
CIDEHUS - Universidad de Évora, Portugal
Resumen
Palabras clave: Julio de Saracíbar, vida, obra,
publicaciones, mercados, Linares, Puebla.
Abstract
Few publications have been made
about the life
and work of the great architect
Julio de Saracíbar and Gutierrez de Rozas. In fact,
nobody knows the date of his death. We can
verify that he lived until 1913 and his last Spanish
construction would date from 1906. His
work is huge and varied although markets will determine the way of his wife. Firstly,
he travelled to París where he visited Les Halles. Secondly,
he built the remodelling of
the market of Bilbao and the design
of the project of two markets in Linares. Finally
his last known
work to date, the market
of the Victoria in Puebla (Mexico), where we can find the last reference
about his work.
Keywords: Julio de Saracibar, life, work, publications,
markets, Linares, Puebla
1.
Este trabalho é financiado por fundos nacionais através da Fundação para a Ciência e a Tecnologia e pelo Fundo
Europeu de Desenvolvimento Regional (FEDER) através
do COMPETE 2020 – Programa Operacional Competitividade
e Internacionalização (POCI) e PT2020, no âmbito do projeto CIDEHUS-UID/HIS/00057 – POCI-01-0145-FEDER-007702 e pelo HERITAS
[PhD]-Estudos
de património [Ref.ª.PD/00297/2013]. Bolsa de Investigação refª. PD/BD/135142/2017. CIDEHUS- Centro Interdisciplinar de História, Cultura e Sociedades/CIEBA- Centro
de Investigação e de Estudos em Belas-Artes.
atrio nº 22 | 2016 ISSN: 0214-8293 | pp. 104-117
La vida de un gran arquitecto
Sobre la vida y obra del gran arquitecto Julio de Saracíbar y Gutiérrez de Rozas pocas publicaciones se han realizado; hasta tal punto, que se desconoce la fecha de su fallecimiento, aunque sí se puede constatar que vivió al menos hasta 19132.
Nació en 18413 en Vitoria y fue el hijo mayor del importante arquitecto vitoriano Martín de Saracíbar (1804-1891) de quien queda una importante obra especialmente en Vitoria y Álava. Martín, estilísticamente se iniciará en el neoclasicismo y evolucionará hasta el neohistoricismo construyendo el Palacio Provincial de Vitoria (1823-1844) o la cárcel de la misma ciudad (1858). Además, este arquitecto vivirá y participará en la política vasca muy activamente hasta formar parte de la corporación municipal en 1877 como quinto teniente de alcalde. Una de sus obras póstumas fuera del País Vasco fue su residencia madrileña construida en 1887 a la que denominaría “Villa Bilbao”4 y a la que su hijo Julio, dedicará una publicación.
En este contexto crecerá Julio de Saracíbar. A la sombra de su padre, empezará a trabajar con él en su Vitoria natal desde antes de acabar la carrera de arquitectura en la Universidad de Madrid a los 26 años. En estos primeros años de su profesión fue premiado con la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1866) y en la de Vitoria (1867), momento en el que visitará por encargo del Ayuntamiento de Vitoria la Exposición Universal de París. De esta experiencia realizó la “Memoria de los estudios practicados en la Exposición de París de 1867” donde detallaba proyectos, elementos de cubrición, artefactos o diseños que llamaron su atención5.
Se desconoce el motivo por el que dejará su ciudad natal y cambiará su residencia a Lérida al menos desde finales de 1869. Allí, el 11 de noviembre de 1870 será nombrado académico de la Real Academia de San Fernando6 y trabajará como arquitecto provincial hasta 1877, momento en el que dimitirá7 ya que será nombrado arquitecto municipal de Bilbao en 1876 y regresará a las tierras vascas8. En la capital vizcaína se constituirá como un importante personaje de la vida política y social siendo hasta 1888 arquitecto jefe de obras municipales formando parte entre 1887 y 1888, de la Comisión de monumentos históricos. Fue miembro de la Sociedad bilbaína y Concejal municipal de Bilbao en 1883 y 18859. Durante estos años será reclamado por los emigrantes indianos de manera reiterada para construir viviendas en el ensanche de Bilbao, momento en el que conoció a Paulino de la Sota10 –quien fue determinante en su vida– y para quien promovió varios solares del ensanche.
Julio de Saracíbar en 1891 proyectó varias obras en Valladolid –aunque se desconoce si viviendo allí o si las ejecutó desde Madrid– ya que en 1893 él mismo manifestó que vivía en la capital, en la casa que era de su padre, donde tenía su estudio en ese momento11. De nuevo, volvemos a conocer parte de su trabajo que se desarrolla entre 1901 y 1903 en su Vitoria natal12 donde desarrollará una importante obra residencial entre la que se incluiría su propia vivienda hasta que finalmente en 1905 vuelve a Bilbao donde se ocupó de la dirección de obra de una vivienda promovida por Paulino de la Sota13. Se desconoce si fueron los contactos que este empresario pudiera tener en Puebla14 o si por el contrario, Saracíbar, por cuenta propia, se fue a vivir a esta ciudad mexicana en plena expansión. En cualquier caso, entre 1910 y 1911 allí proyectó el espectacular Mercado de la Victoria, que se inauguró en 1913. Además, también en la ciudad mexicana “sería el arquitecto predilecto de la gente aburguesada y de gustos a la europea”15 (aunque no se han encontrado más proyectos del arquitecto)16.
Hasta el momento, la investigación de la última obra de este arquitecto nos traslada a tierras americanas. Hay que considerar que Julio de Saracíbar tendría 65 años cuando viajara a España (según su hijo Antonio) y posteriormente a Buenos Aires donde realizaría una exposición sobre su obra construida. Según describía Manuel J. Feliú el arquitecto sería:
“Trabajador incansable, entusiasta de su carrera, aún ahora en que
otros buscan el descanso a su espíritu, limitándose exclusivamente a la
recomposición y copia de los antiguos trabajos, a sus sesenta y tantos años,
vibrante y tenso, recorre el mundo, probando a llevar por doquiera la excelsa
fertilidad de su talento y la portentosa fecundia de
su tiralíneas. Ya ha inaugurado la serie de sus trabajos en la Argentina con un
brillantísimo proyecto, expuesto a la admiración pública en una de las mejores
vidrieras de nuestra city.[…] Miembro que honra a la colectividad baska
en la Argentina, don Julio Saracíbar sabrá hacerse el
sitio a que tiene derecho por sus preclaros conocimientos y su efectivo valer.”17
Y así, con estas palabras, en Buenos Aires, se acaban las últimas referencias sobre este arquitecto, quien en teoría, estaría buscando una nueva vida en septiembre de 1913 en la capital argentina. Sin embargo, parece que no murió allí18. Tampoco lo hizo en Puebla (México), donde no regresó, ni consiguió ver finalizadas las obras del mercado de la Victoria19. Cabe la posibilidad de que muriera en 1918 ya que en esta fecha, su hijo, Antonio de Saracíbar solicitó al ayuntamiento de Puebla que pusiera una placa en el mercado con su nombre de manera que quedara de manifiesto quién había sido el autor del mismo20.
Dos publicaciones. Dos fuentes de influencia
Se conocen hasta el momento dos publicaciones de Julio de Saracíbar: una a principios de su carrera y otra al final. Distan entre ellas 30 años aunque el tono de humildad con respecto a él mismo permanece en ambas, así como el valor que le profesa al arte, a la arquitectura, a las nuevas tecnologías y a los nuevos sistemas constructivos.
En la “Memoria de los estudios practicados en la exposición universal de París de 1867”21 permitan que sea él mismo el que las exponga:
“M.I.S
Comisionado por esa ilustre Corporación para estudiar en la actual
Exposición Universal de París todos los adelantos que, siendo de una inmediata
y fácil aplicación a esta localidad, se exhibieran en aquel inmenso y grandioso
concurso de la inteligencia y del poder del hombre, no acertaría, en verdad, a
expresar claramente la lucha que conmigo mismo sostuve, al verme honrado con
tal distinción.
Pesaba, por un lado, mi ardiente deseo de ser en algo útil al país que
me vio nacer, mi justo anhelo de corresponder con mis esfuerzos a la
distinguida honra que me dispensaba ese Ayuntamiento, el afán con que durante
toda mi vida he procurado ensanchar los límites de mi inteligencia, y la
obligación, ya precisa, de responder de hecho a todas estas aspiraciones.
Pesaba, por otro, mi propia debilidad, la importancia de la empresa y
la responsabilidad que con ella contraía, y, aun cuando la balanza cedía bajo
la gravedad de estas últimas consideraciones, la misma confianza que este
Municipio depositaba en mis pobres recursos científicos, y la gratitud y
consideración a los que, con solícito y plausible desvelo, buscan siempre los
medios materiales y morales de mejorar la condición del pueblo, cuyos intereses
les están recomendados, me decidieron a aceptar comisión tan espinosa y
procurar corresponder de la manera más digna a la distinción que se me
dispensaba.
No es un falso alarde de
molestia lo que me hizo titubear entonces, y me obliga a hablar hoy así; ni
trato de encubrir, bajo un modesto manto, grandes aspiraciones, ni pretenciosos
resultados. Yo doy de antemano a esa Ilustre Corporación las medidas de mi talla, para que no le sorprenda, si mi brazo no alcanzó,
donde llegó mi voluntad; y si los resultados son tan pequeños que haya
defraudadas sus esperanzas, atenuará algún tanto mi profundo sentimiento la
idea de que aquellos no han dependido de mis buenos deseos, sino de no poseer
aquellas dotes especiales necesarias a tan delicado encargo.
Tengo, no obstante
en mi favor la seguridad de vuestra indulgencia y la convicción íntima de que
esa dignísima Corporación no será ahora exigente con quien antes fue tan
bondadosa. Además, ¿podrá serlo conmigo que, a mis pocos años, a mi
inexperiencia y a mi falta de méritos, reunía la circunstancia de ir por vez
primera a aquella capital y tener para mis estudios el limitado plazo de un
mes? Ciertamente que no, pues bien conoce el Municipio con su ilustrado
criterio que es, sin exageración, ese tiempo, el que materialmente se necesita
para recorrer para algún determinado detenimiento las galerías del Palacio de
la Exposición.
Corto, muy corto era el plazo para estudiar, y vastísimo el campo de los estudios: por eso creí la imperiosa necesidad el detenerme en la capital del vecino imperio veinte días más, a mis propias espensas, con objeto de obtener los mejores resultados de la comisión: este corto plazo me permitía también fijarme en puntos concretos, después de haber explorado lo que se encerraba dentro del Palacio de la Exposición. […]”
El arquitecto, aunque reconoce que no forma parte del encargo, hace una reflexión sobre el palacio de la exposición que considera que:
“Efectivamente su aspecto es feo y anti-artístico y no responde, en
verdad, ni a la grandiosidad del objeto, ni a la feliz disposición de su
interior distribución. Siendo realmente grande, aparenta ser pequeño. Respecto
a su construcción, preciso es confesar que no sólo no ha llegado a las
exigencias de la época y de los adelantos de la ciencia y del arte, sino que ha quedado
muy por debajo de otras construcciones de su especie que se han levantado años
anteriores en la misma capital”. “Así es
que no ha podido menos de impresionar
desagradablemente a todo el que fundamente supuso hallar en este colosal
edificio, la resolución definitiva y completa de las construcciones de hierro. Es menos tolerable
y más graves estos resultados para quien tiene presente que en la misma capital
existen los grandiosos mercados centrales de París, el del
<<Temple,>> el Palacio de la Industria, y otros que se levantan con
la gallardía y magnificencia que se puede imprimir a esta clase de construcciones…”
Hay que considerar que en 1845 se construyen Les Halles por Víctor Baltard, que causaron auténtico furor y tuvieron un papel fundamental e influyente en el resto de Europa, el autor se siente y así lo expresa, defraudado por lo que podría haber sido el pabellón de la exposición de 1867.
Además, en estas minuciosas y preciadas memorias, describe el estudio de las construcciones económicas dedicadas a la clase obrera y proletaria, casas de baños y lavaderos públicos, escaleras, aparatos, y una interesante reflexión sobre las cubiertas: “Además de la economía y la duración, dos son las condiciones necesarias para que una cubierta sea aceptable: 1º que el agua pueda deslizarse con facilidad y sin producir goteras: 2º que sea de poco peso, pues de lo contrario exige, para sostenerla, armaduras con piezas de grandes escuadrías, que obligan a aumentar los espesores de los muros y por consiguiente el gasto de la obra”. Así como ideas generales concretamente sobre las cubiertas de metal:
“Este género de cubiertas viene empleándose desde la antigüedad, y
prueba de ello son las magníficas cubiertas
romanas de bronce
que han llegado
hasta nosotros. El hierro, el plomo y el zinc han sido igualmente
empleados con este objeto. Las del último metal son las modernas, y el mucho
uso, que de ellas se hace, se debe a su baratura y buenas condiciones. El zinc
expuesto al aire libre se recubre de una capa de óxido que se adhiere
perfectamente, conservándole, de ese modo, de los rigores de la intemperie. Es
más tenaz y ligero que el plomo, si bien tiene el inconveniente de estar sujeto
a dilataciones más sensibles, que lo son en los otros metales…”
Diseña y proyecta con minuciosidad numerosos elementos que sin duda influirán en su trayectoria profesional. Especialmente en lo referente a sus proyectos residenciales y de mercados donde aplicará lo referente a arquitectura de hierro.
En 1893, poco tiempo después de
haber fallecido su padre, Julio de Saracíbar publica
lo que él denomina un “álbum” sobre el Hotel22 “Villa Bilbao”
donde también se hacía eco del artículo escrito por Juan Bautista de la Cámara
para la Revista Resumen de Arquitectura sobre
la Villa Bilbao que había pasado a ser de su propiedad tras el fallecimiento de
su padre en 1891. Se describía la residencia con minuciosidad, publicaba no
sólo fotos de su arquitectura, sino también de su propio padre Martín de Saracíbar en su estudio a quien le dedica unas bellas
palabras al principio de la publicación Descripción
y vistas del Hotel “Villa Bilbao”. Propiedad del arquitecto Don Julio de Saracíbar. 1893:
“Queridísimo padre:
Muchas veces, en ratos de ocio, ora tendido sobre cómoda hamaca,
respirando el odorífero ambiente de nuestro jardín; ora cobijado bajo la bóveda
de estalactitas de la gruta, mirando a través de sus informes aberturas la
elegante silueta de la torre de su hotel; encerrado en mi hermoso estudio o
trabajando en el tuyo en algunas de tus obras; siempre que he disfrutado estos
goces de la comodidad y del lujo que nos ha proporcionado tu inmenso cariño
y tu carácter espléndido y liberal, he sentido como primera y natural impresión de mi espíritu, gratitud
inmensa hacia a ti y vehementísimo deseo de corresponder a tus bondades y a tu paternal amor.
No ha muchos días miraba con orgullo y
admiración, colgados de los muros de tu despacho, los bien dibujados proyectos
de tantas obras de arte por ti realizadas; veía en ellos el testimonio
fehaciente de tu laboriosidad y de tu peregrino ingenio, toda la febril
actividad de tu vida que, pasando por encima de sus miserias y de sus dolores,
ha luchado noblemente por la gloria de tu nombre y el bienestar de tus hijos;
leía entre los adornos con que has decorado aquel templo del arte, los nombres
para ti venerados de aquellos que fueron tus Maestros, y consideraba que sería
triste e injusto que aquellas notables lucubraciones de tu ingenio, en las que
has derramado todas las galas de tu gusto y todo el entusiasmo por el arte que
cultivas, quedasen, por tu modestia y por el retraimiento de tus costumbres,
desconocidas o cubiertas por el velo del olvido y de la indiferencia. De estas
consideraciones brotó en mi mente la idea de publicar aquellas obras, dándolas
a conocer a propios y extraños que supiesen hacer justicia a tus méritos y a tu
valer, y acogiéndola con entusiasmo
la empiezo a realizar hoy, dedicándote
este primer Álbum que contiene varias vistas de tu Villa Bilbao.
Sé ciertamente que no es ésta ni la última
ni la mejor de tus producciones; pero ha sido la preferida por mí, porque es
aquella que has realizado con el fruto de tu honrado trabajo, por tu esfuerzo
propio; porque es aquella en que todos vivimos bajo tu amparo y de cuya riqueza
y confort todos disfrutamos, y porque es, finalmente, en la que recibimos todos
tus hijos las bondades de tu hermoso corazón.
Acepta esta débil prueba de cariño inmenso
y de la entusiasta admiración que por ti y lo tuyo siente tu hijo mayor.
Madrid Agosto de
1893 Julio de Saracíbar”
Fig. 1. Proyecto
de mercados para Linares. Plano 9. Alzado del mercado B (el de mayor tamaño de
los dos). AHML-Leg.0967-001.
Muestra de nuevo el arquitecto de manera abierta, lo importante e influyente que fue su padre para él, y el valor que le daba a la difusión del arte y de la arquitectura de manera tremendamente humilde y expresada con una gran sutileza. La obra de Julio de Saracíbar es vasta, interesante, cuidada y muy diversa. Se puede enmarcar fundamentalmente en el eclecticismo, aunque buena parte de ella fue de inspiración renacentista. Escritos de la época destacaban su destreza como dibujante, su facilidad para componer y ornamentar, incluso modelando detalles escultóricos de los que estaban repletos sus obras, al parecer realizados personalmente por el arquitecto.
El papel de los mercados en su obra
Pocos son los datos que se conocen sobre la reforma que realizó Julio de Saracíbar en el Mercado de la Ribera (Bilbao) en 1882 (sustituido por el actual en 1929 por Pedro Ispizua). Lo que sí se sabe, es que se construyó para sustituir a pequeños cobertizos y puestos provisionales donde tenía lugar la actividad comercial a la intemperie con limitadas condiciones de higiene, a la ribera del río, junto a la Iglesia de San Antón23. Este mercado presenta notorias similitudes con el proyecto de los mercados de Linares. Así lo manifestaba Julio de Saracíbar en las memorias del proyecto de la ciudad giennense que no se llegó a ejecutar24: Mercados de hierro, de planta rectangular, divididos en naves de distinta luz que cubrirán con cubiertas a dos aguas un interior que albergaría espacios abovedados. (Fig.1). Hierro, y cristal, materiales de los que ya hablaba en la Memoria de los estudios practicados en la exposición universal de París de 1867, y que tras haber visitado Les Halles en la capital francesa, se pueden observar claramente las influencias y similitudes con esta nueva tipología edificatoria surgida tras la revolución industrial: los mercados de hierro.
Aunque en 1897 Julio de Saracíbar proyectó dos mercados para Linares25, en 1902 aún no se habían construido. En ese año, el arquitecto municipal Francisco de Paula Casado y Gómez26 presentó al Ayuntamiento un pliego de condiciones económicas reduciendo el precio del proyecto al máximo posible, pero aún así, a lo mínimo:
“Acordado por la Corporación Municipal se hagan todas aquellas reformas
que sin alterar el proyecto presentado por el distinguido arquitecto D. Julio
de Saracibar para la construcción de un mercado en esta ciudad, vengan a
disminuir el importe del presupuesto, he verificado un detenido estudio, y a mi
humilde opinión solo deben rebajarse del presupuesto pequeñas partidas para no
alterar el conjunto de belleza y armonía que tiene este proyecto.”
Estas palabras honraban el trabajo del arquitecto que ocupa este artículo y que yo corroboro. El detalle al que está sujeto el proyecto es de una calidad sublime. Este está dibujado a mano, en tinta negra y en él, Julio de Saracíbar diseñó hasta el más mínimo detalle de la decoración, los aspectos constructivos y la definición geométrica del edificio. “Un todo” para que la ciudad de Linares tuviera más que un mercado, un verdadero espacio público que sirviera a la sociedad.
La memoria descriptiva del proyecto desprende no sólo la sabiduría y el conocimiento de un gran arquitecto, sino la más pura de las lógicas que bien podría aplicarse en muchas situaciones de la actualidad. Creo que él, de nuevo, por sí mismo, describe y transmite con acertadas palabras lo que son los mercados:
“Desde los tiempos más remotos hasta
nuestros días, los mercados, edificios nacidos con la civilización y que, como
todo establecimiento público, son muestra y señal del grado de cultura, del
poder, de la riqueza de un pueblo, han venido sufriendo transformaciones
importantes y esencialísimas, siendo reflejo siempre de los adelantos de esa
civilización cuyas evoluciones han seguido paso a paso.
Destinados en tiempos de los griegos y de
los romanos, no tan sólo a proveer a las ciudades que los erigían, sino que
también a ser punto de reunión, en el que se verificaban además transacciones
mercantiles y la contratación de los asuntos y negocios públicos y privados
entre los ciudadanos que concurrían a ellos, su uso se ha ido reduciendo más y
más, y en nuestros días estos edificios solamente tienen el carácter de plaza
de abastos, si distinto de aquel, de importancia grande no obstante, atendidas
las relaciones, intimas y estrechas que un mercado guarda con la salubridad y
la higiene públicas.
Limitado pues de manera tan enorme el
objeto a que estos edificios se destinan, claro es que en su construcción los
mercados de hoy tienen por necesidad, que diferenciarse notablemente de
aquellos mercados el ágora y el fórum
que levantaron respectivamente Grecia y Roma, los que por constituir el punto
más principal, el lugar más interesante y de mayor importancia de la ciudad, la
plaza pública en suma, se erigían con magnificencia y suntuosidad tales, que la
pintura, la escultura, los mármoles y los bronces, completaban la obra
arquitectónica embelleciendo los mercados y realzando su importancia ya con las
estatuas de los dioses que en ellos se situaban, ora levantando en su recinto
monumentos en honor de los más ilustres y esclarecidos ciudadanos romanos y griegos.
Pero si nuestros usos y nuestras construcciones han cambiado
de manera tan radical las condiciones de los mercados en términos tales que
estos edificios están consagrados hoy conscientemente al comercio de
comestibles, no por eso entendemos que
bajo el punto de vista artístico, han de reducirse
así mismo de tal manera que se limiten tan solo a guarecer a modo de cobertizo a los mercaderes que a ellos lleven sus productos y en
ellos tengan que permanecer largo espacio de tiempo. No, ni esto es motivo, si aún puede servir de pretexto, para que en su construcción
sólo se atiendan la salubridad y la economía relegando al olvido la parte
estética, la belleza, el arte que en ésta, como en
toda clase de edificios públicos, deben resplandecer y brillar.
Varias y distintas han sido las formas que se han adoptado en la
construcción de los mercados modernos a fin de que se respondan a las
condiciones que deben en ellos concernir. Por
nuestra parte y señalando que el carácter artístico, el sello de buen
gusto que el arquitecto debe imprimir a su proyecto, creemos necesario asimismo
que estudie a conciencia la solidez del edificio a fin de que la construcción que
levante sea duradera y evite constantes reparaciones y arreglos en el porvenir.
Todo mercado exige además fácil circulación para el público
y fácil e inmediata vigilancia a los encargados de hacer cumplir en ellos las
leyes sanitarias y las ordenanzas de policía urbana a que deban sujetarse los
expendedores de los artículos; y si fácil deber la circulación para el público
no debe serlo menos para el aire y para
la luz, elementos que deben ejercer su benéfica acción sin la molestia aquel de
los vientos, sin la molestia esta de los ardores del sol abrasador de nuestro
clima, lo que exige que la luz que el mercado reciba sea reflejada, sin que en
el penetren directamente los rayos solares.
Entiende el autor de este proyecto que no
responden en un todo a estas condiciones que tienen el carácter de imprescindibles la generalidad de los mercados
construidos de cuarenta
años a esta parte, inspirados casi todos en Les Halles centrales de Paris; y en su concepto ni las reúnen
las imitaciones, ni las reúne
el original ni puede
reunirlas todo mercado cerrado, todo mercado cubierto puede decirse con una
sola techumbre, todo mercado que presente grandes paños o lienzos verticales
que a manera de colosales
reflectores caldeen el interior del edificio, todo mercado en fin, que reciba
directamente los rayos solares siguiera este cuajado y cubierto de cristales
raspados, persianas, etc, etc.
Esta opinión y estas ideas que procesa
el autor del presente proyecto
las ha visto confirmadas en los mercados que hace años construyó en
Bilbao siendo en aquel entonces arquitecto jefe de la oficina de obras públicas
del municipio bilbaíno. Aquellos mercados que merecieron la aprobación de la
prensa y de cuantas personas pesitas y profanas los visitaron, reúnen de tal
modo las condiciones apuntadas, que han venido a constituir un delicioso paseo
al que acuden durante las horas de venta las clases todas de la sociedad, disfrutando allí de la animación propia
de aquel lugar, sin que la más ligera molestia, ni el más insignificante olor
desagradable, incomoden al transeúnte cual ocurre en los mercados cerrados, a
lo que solo asisten las personas que por su profesión, están obligadas a frecuentarlos.
En los mercados de la invicta capital de
Vizcaya está inspirado el proyecto a que esta memoria se refiere. Como en aquellos la construcción es de hierro.
Este material además
de la incompatibilidad y de la ventaja de su duración, tiene también la
de exigir menos espacio que otros, y unido a la fundición, permite dar al
edificio elegante y esbelta forma sin exigir para ellos grades desembolsos.
El proyecto adjunto reúne a juicio de su
autor todas las condiciones consignadas anteriormente. En él no se presentan
más paramentos verticales que los que ofrecen el cierre exterior de los puestos
y las celosías con cruces de S. Andrés; ambos de tal manera dispuestos que
aquel está resguardado por el vuelo de la marquesina que rodea el mercado y a
este defiendo el vuelo de la cubierta. Dispuesto así el edificio solo llegan a
calentarse las cubiertas AA y BB, las que al enrarecer el aire inmediato a
ellas producen las corrientes que indican las cuatro flechas del adjunto
croquis, corrientes que vienen a purificar constantemente el aire interior, robando al mismo tiempo
el calor a las cubiertas, y verificándose esta activa ventilación por la parte
superior del edificio sin molestia alguna para los vendedores ni para el público.
El estudio definitivo del proyecto se ha
hecho con estricta sujeción a las acertadísimas observaciones recibidas de la
comisión de tres concejales nombrados para entender el asunto.
De acuerdo con ellos se han sustituido los
puestos de madera primeramente proyectados por puestos en un todo de hierro,
acuerdo tomado por indicación del ilustrado arquitecto municipal y que por sí
sola expresa el acierto con que ha sido adaptado, pues que únicamente por
razones de índole económicas, podría prescindirse de construirlos en la forma
en que al fin se proyectan.
Restamos tan solo encarecer la necesidad
absoluta e imprescindible en que se encuentra el Municipio de Linares de llevar
a cabo las obras a que este proyecto se refiere.
Bastará a demostrarlo las frecuentes y
repetidas indicaciones que en pro de la construcción del mercado ha hecho la prensa reflejando unánimemente la opinión
de la localidad. Y a decir verdad
ninguna obra de necesidad
más apremiante puede acometer aquel Ayuntamiento pues que hoy en Linares los
mercaderes que acuden a la plaza pública
en donde en la actualidad tienen lugar las faenas del mercado, están expuestos a los rigores de las estaciones al descubierto, sin defensa ninguna contra las aguas y la intemperie, sufriendo por consiguiente sus mercancías y el público los
perjuicios consiguientes a las dificultades y molestias de un despacho
realizado en tan difíciles condiciones de higiene y salubridad.
Fig. 2.
Proyecto de mercados para Linares. Plano 15. Detalles (el de mayor tamaño de
los dos). AHML-Leg.0967-001.
Así lo ha entendido el actual municipio de aquella culta ciudad que
celoso de su engrandecimiento y en su deseo de colocar a Linares a la altura
que reclama el creciente desarrollo a que han dado lugar su importante movimiento comercial y mercantil, trata de llevar
a cabo, entre otras también
urgentes y precisas, esta importantísima mejora interpretando así los vehementes
deseos del vecindario
cuyos intereses administra.
Para concluir consignaremos que el importe
del presupuesto de las obras de ambos mercados se eleva a la cantidad
de 491.719,45 ptas y midiendo estos una superficie de 3.381 metros
cuadrados, resulta cada metro de construcción con inclusión de los
sótanos y de todo gasto a 145 pesetas próximamente
cifra bien exigua si se tiene en cuenta que en los mercados centrales de París, a pesar de levantarse en aquel centro
industrial vino a resultar cada metro cubierto
a ptas 300 o sea un doble,
y los de Málaga recientemente construidos a ptas 246 próximamente,
tipos entre lo que han fluctuado la generalidad de los mercados recientemente construidos. Madrid, 15 de
febrero de 1897
Julio de Saracibar. Arqto.”
Finalmente, y probablemente por problemas económicos, no se ejecutará este mercado. A pesar de haber reducido su presupuesto de 491.719,45 ptas a 453.998,95 ptas, en su lugar, Francisco de Paula quien dedicaba bellas palabras a Julio de Saracíbar, será quien proyectará en 1903 el mercado de abastos de Linares, que ejecutará en 190627, de una sola nave, de estructura metálica de gran altura, de estilo regionalista y marcado carácter industrial (Fig. 2).
Pocos años más tarde, en Puebla (México), el 17 de diciembre de 1909 el Ayuntamiento y la Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces S.A.28, firmarían el contrato para la construcción de un nuevo mercado bajo la proyección y dirección del arquitecto Julio de Saracíbar. Se han podido localizar planos de junio de 191029 y de septiembre de 1911. Y, dado que el 8 de septiembre de 1910 se puso la primera piedra, este desfase de fechas muestra que el arquitecto estuvo desarrollando la labor de director de las obras. El mercado se inauguró el 5 de mayo de 1913 sin acabar (faltaba parte de la estructura de hierro del pasaje principal y de una de las torres), posteriormente, en mayo de 1915 se inauguró la torre, según una placa descriptiva en la fachada.
Fig. 3.
Proyecto de reconstrucción del mercado de la Victoria. Secciones. Junio de
1911, en MONTERO PANTOJA, C. Las Colonias de Puebla, México, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, 2002, pág.71.
“El arquitecto encargado de la construcción de un mercado debe buscar las disposiciones más sencillas y económicas, siempre estéticas poniendo especial cuidado en satisfacer cumplidamente la higiene, la limpieza y la viabilidad”30. Estas palabras del proyecto del mercado de Puebla, recuerdan a lo expresado por el arquitecto en el mercado de Linares. Sin embargo, este mercado sí se ejecutará. La construcción ocupó 17.670 m2 organizada en 8 secciones y tenía 9 accesos distribuidos por diferentes fachadas y calles, ya que además de ocupar una esquina, estaba atravesado por dos callejones (Fig. 3 y 4).
La fachada principal tiene 183 m de largo, dos pisos y engloba una torre de especial interés adornada por una alegoría del trabajo y del comercio labrada en piedra, rodeando un hermoso reloj suizo de tres campanas31. Los muros de las fachadas serían de ladrillo revocados con cemento, y de este material se hicieron todas las molduras. El tejado de la torre tendría cubierta de plomo, en las entradas, las puertas serían de hierro ornamentales y las ventanas tendrían grandes vitrinas de cristal emplomado. El estilo arquitectónico utilizado recuerda las últimas obras residenciales de Saracíbar en las que también utiliza el lenguaje ecléctico: diversos detalles decorativos, ritmo de huecos verticales armoniosos en planta baja y primera, combinación de varios materiales y torres, especialmente de trazado curvo en las esquinas.
Este mercado ha tenido y tiene una gran popularidad. En los años 80 del siglo pasado continuaba siendo el mayor centro comercial de Puebla aunque su vida se comenzó a extinguir y se desalojó para realizar un Proyecto de Restauración del centro de Puebla. Fue restaurado en 199432 por la Fundación Amparo. Está en activo en la actualidad33.
Fig. 4. Mercado
de la Victoria, Puebla. México. Interior. Fotografía: Cecilio Blasco.
Conclusiones
Dado que tal y como se ha expresado con anterioridad son escasas las publicaciones sobre el arquitecto Julio de Saracíbar y su obra, con este artículo se ha intentado contribuir a la puesta en valor y a la difusión del trabajo de este gran arquitecto.
Esperando que este texto pueda propiciar nuevas investigaciones en un futuro que ayuden a forjar la monografía completa de Saracíbar, en lo que se refiere al tema principal de esta investigación, hemos podido observar que el arquitecto inició su interés por los mercados de abastos en 1867 en su viaje a París y continuó esta inclinación a lo largo de toda su vida.
Durante las últimas décadas del s. XIX y la primera del XX, periodo coincidente con ese fantástico momento de la historia en el que estalla la arquitectura de hierro, Julio de Saracíbar la estudiará y aplicará.
Podríamos reparar en que fue al final de su carrera, con el Mercado de la Victoria en Puebla, cuando realmente pondrá en práctica tanto el eclecticismo detallado que había caracterizado su trabajo, como la nueva arquitectura de hierro y cristal que había estudiado y proyectado previamente en los mercados de Linares. Por lo tanto, y hasta momento, se podría considerar que el Mercado de Puebla es la obra culmen de su carrera34.
2.
Antonio de Saracíbar en 1918 manifiesta sobre
su padre –en referencia a la obra del mercado
de la Victoria de Puebla–
lo siguiente: “Don Julio
de Saracíbar,
quien proporcionó todos
los elementos para la construcción, formulando todas las plantas, fachadas
y dando en dibujos (más de 80 planos de los distintos detalles) y plantillas recortadas en tamaño natural,
todas las cornisas,
figuras, adornos; toda la obra de hierro
y carpintería, drenaje
y en una palabra cuanto
se podía necesitar, dejando
la obra muy
avanzada al salir
en aquellos días
para España, de lo que pueden dar
fe todos los
contratistas de pintura, cantería, herrería,
carpintería, etc., que con esos
elementos pudieron desempeñar a satisfacción su trabajo”, véase
MONTERO, C &
MAYER, S., Arquitectos e Ingenieros Poblanos del Siglo XX, México,
BUAP, CONACYT, CAPAC, Ayuntamiento de Puebla, 2006,
pág.106. El mercado
de la Victoria de Puebla,
México, se inauguró en septiembre de 1915, en MONTERO PANTOJA,
C., Las Colonias de Puebla, México,
Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla, 2002,
pág.70; sin embargo,
hubo una inauguración previa,
con el mercado sin terminar
el 5 de mayo de 1913 (faltaba
la estructura de hierro de uno de los pasajes
y una de las torres),
GARCÍA LINARES, Y., Espacios
públicos y transformaciones en la ciudad:
el mercado de la victoria
en puebla. 1913-1986, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2003,
Tesis, pág.36. Esta situación
hace pensar, que si el arquitecto dejó las obras muy avanzadas, se iría a España en 1912 ó 1913. En septiembre de 1913 (después de la inauguración del mercado de la Victoria) se instaló en Buenos Aires
(Argentina), ESPINO de SERNA, C., “Las romerías
de los españoles en la Argentina”, España y América. Revista comercial ilustrada, nº15, 1913,
págs.230-231; FELIU LEJARRAGA, M.I., “Don Julio de Saracibar”, La Baskonia:
revista ilustrada euskaro-americana: historia, literatura y arte, nº 718 de 10 de setiembre de 1913; págs. 518-519 en el Heraldo Alavés
de 11 de noviembre de 1913.
Siendo ésta la última literatura encontrada sobre la vida del arquitecto.
3.
Registro Civil de Nacidos,
1841-1844. Partida de nacimiento de Julio de Saracíbar: “El 1 de julio de 1841 nació el niño llamado Julio de Saracibar
a las 11.30 de la noche en la calle Santa Clara número 5. Hijo de Martín
Saracibar, arquitecto, natural
de Vitoria - Álava y de Serapia
Gutiérrez de Rozas,
natural de Bribiesca (escrito tal y como aparece en el libro)
-
Castilla la Vieja. Abuelos paternos
Justo Saracibar y Teresa de la Fuente, ambos naturales de Vitoria - Álava. Abuelos maternos Martiniano Gutiérrez de Rozas, natural
de Mirabeche (escrito tal y como
aparece en el libro) - Castilla La Vieja y Martina María
Calvo, natural de Burgos-
Castilla La Vieja. Se le bautiza en la parroquia de Santa María”.
4.
BAUTISTA
DE LA CÁMARA, J., Villa Bilbao.
Resumen de arquitectura, Madrid, 1 de octubre de 1893.
5.
MAS, E., “Julio de Saracíbar”,
Bilbao, nº
65, 1993, pág. 10.
6.
Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando. Archivo-
Biblioteca. Relación general
de académicos (1752-2013). URL: http://www.realacademiabellasartessan-
fernando.com/es/archivo-biblioteca/archivo/relacion-general-de-academicos
(Consulta 18/02/2015).
7.
TWOSE, A., “L’Arquitecte Celestí Campmany a Lleida (1847-1914) Context històric, vida i obras”.
Quaderns de divulgació ciudatana, nº29, 2001. URL: http:// www.twosearquitectes.com/celesti_campmany.pdf
8.
Se construiría su vivienda en 1883, MAS SERRA, E. “La primera
casa del ensanche”, Bilbao, 2004, pág. 24.
9.
Ayuntamiento de Bilbao. Organización del Ayuntamiento, Dependencias y Servicios. 1982. URL:
http://www.bilbao.net/ArchivoDigital/Nomenclatores/1982_esp.PDF
10.
Paulino de la Sota y Ortiz (1831-1927) era vecino de Sopuerta (Vizcaya) e hizo fortuna
en México. Se dedicó a la industria textil, siendo una de sus últimas
empresas “el molino y fábrica
de Santa Cruz Guadalupe, en el distrito
de Cholula, Puebla”
-que disolvió en 1870 para volver a su tierra
natal en 1872-.
En ese momento se casó y fue concejal del Ayuntamiento de Bilbao entre
1890-1893, PALIZA, M. “Los indianos y la construcción del ensanche de Bilbao”, KOBIE. Serie Antropología Cultural, nº10, 2001-2003. http://www.bizkaia.net/fitxategiak/04/ondarea/Kobie/PDF/5/Kobie_10_Antropologia_cultural_LOS%20INDIANOS%20 Y%20LA%20CONSTRUCCI%C3%93N%20DEL%20ENSANCHE%20DE%20BIL.pdf)
11.
SARACÍBAR, J., Descripción
y vistas del Hotel “Villa
Bilbao”. Propiedad del arquitecto Don Julio de Saracíbar, Madrid, Imprenta
y encuadernación de L. Miñón e hijos, 1893.
12.
APRAIZ y BUESA, E., Cosas de ayer. Algo más sobre los arquitectos Saracíbar, Vitoria, Vida Vasca,
Gráficas Marquínez, 1952.;
MOZAS LERIDA, J., FERNÁNDEZ,
A., Vitoria-Gasteiz: guía de arquitectura, Vitoria, Colegio Oficial
de Arquitectos Vasco Navarro, 1995.
13.
SANTIBÁÑEZ TEJERINA, B.E., “Sobre los empresarios españoles en Puebla y Tlaxcala en el porfiriato: un estudio a partir de los documentos notariales”, Temas americanistas, nº29, 2012, págs. 164-178.
14.
VALDALISO,
J., “Los orígenes
del capital invertido en la industrialización de Vizcaya, 1879-1913”, Revista de Historia Industrial, nº4, 1993, págs.
159-172.
15.
NÚÑEZ ORTÍZ
de ZÁRATE, D., MARTÍNEZ LÓPEZ,
A.I., “D. Julio
de Saracíbar y la popular
“Casa de las jaquecas”, Boletín de Información Municipal de Vitoria, nº64, 1988, pág. 42.
16.
MONTERO,
C & MAYER, S., Arquitectos e Ingenieros Poblanos…, op.cit., pág. 105.
17.
FELIU LEJARRAGA, M.I.,
“Don Julio de Saracibar…”, op.cit.
18.
En el Consulado General
de España en Argentina-Registro Civil-Sección Defunciones no les consta el fallecimiento de Julio de Saracíbar Gutiérrez de Rozas en Buenos
Aires (Consulta 23/03/2016).
19.
MONTERO,
C & MAYER,
S., “Arquitectos e Ingenieros Poblanos
…”, op.cit., pág. 105.
20.
A veces, estas acciones
se hacen para “honrar” el trabajo de un ser querido que ya no vive. Por este motivo,
quizás, Julio de Saracíbar podría haber fallecido
en esta fecha, aunque este dato lamentablemente no ha podido
ser contrastado pese a los esfuerzos realizados.
21.
SARACÍBAR, J., Memoria de los estudios practicados en la Exposición Universal de París
de 1867 por encargo del ilustre Ayuntamiento de la ciudad
de Vitoria, Vitoria, Viuda de Egaña e Hijos, 1868.
22.
Un “hotel” en la arquitectura vizcaína de finales
del siglo XIX y principios del XX se refería a lo que hoy serían
chalets o casas de campo.
23.
MARTÍNEZ MATIA,
A., APRAIZ SAHAGÚN,
A., “La arquitectura del hierro en Bilbao y su relación
con la pervivencia clásica”, Sancho el Sabio, nº17,
2002, págs. 31-54.
24.
AHML-Leg. 0967-001.
Proyecto de mercados
para Linares.
25.
PALOMARES, S., Arquitectura Industrial: Mercado de abastos en la provincia de Jaén. Y otros ejemplos
andaluces, Jaén, Fundación Caja Rural de Jaén, 2013.
26.
AHML-Leg. 1110-001.
Proyecto de mercados
para Linares.
27.
CASUSO QUESADA,
R., “Arquitectura ecléctica en Linares en el primer
tercio del siglo XX”, I Congreso
de Historia de Linares, Linares,
Centro de Estudios Linarenses, 2008.
28.
La estructura de hierro la construyó la Compañía fundidora
de hierro y acero Monterrey, S.A. MONTERO PANTOJA,
C., Las Colonias …,
op.cit., págs. 70.-71.
29.
DE LAS RIVAS, J.L.,
Aprendiendo de Puebla: conservación del patrimonio urbano
para una ciudad
habitable. LLILAS. Visiting Resource Professor Program 2008, Austin (Estados
Unidos), págs.1-14. URL: http://lanic.utexas.edu/project/etext/llilas/vrp/puebla.pdf (Consulta 18/02/2015).
30.
Julio de Saracíbar Proyecto de reconstrucción del mercado de la Victoria, 24 de junio de 1910 en MONTERO,
C & MAYER, S., Arquitectos e Ingenieros Poblanos…, op.cit, pág. 107.
31.
GARCÍA
LINARES, Y., Espacios
públicos y transformaciones en la ciudad:
el mercado de la Victoria
en Puebla. 1913-1986, Puebla, BUAP, 2003. Tesis.
32.
DIRK BÜHLER,
“Recorridos Monumentales: Reflexiones sobre el Centro
Histórico de Puebla
(1982-2008)”, en: AA.VV. :
El Patrimonio edificado en Puebla a veinte años de su inscripción como patrimonio mundial
–opiniones y reflexiones–, BUAP, Puebla, 2009, pág, 22.
33.
SANTÍN NIETO, S., El mercado Guadalupe Victoria, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999.
34.
Mi más profundo
agradecimiento a Stella
Blasco Sánchez, Dirk Bühler,
Carlos Montero Pantoja
y Humberto Morales
Moreno.
Fecha de recepción: 18/04/2015 Fecha
de aceptación: 13/06/2015