RESEÑA
Revista de Historia del Arte, nº 27 (2021): 362-364. "https://doi.org/10.46661/atrio.6269"
Almansa Moreno, José Manuel
Reconstrucción y restauración monumental en la provincia de Jaén durante el Franquismo
Jaén: Instituto de Estudios Giennenses (Diputación Provincial de Jaén), 2021. 575 págs.
ISBN 978-84-92876-80-8
Durante las últimas décadas han ido apareciendo los primeros trabajos sobre las políticas de bienes culturales en España: primero lo hicieron sobre planteamientos generales en la II República y el Franquismo; paulatinamente sobre territorios parciales, arquitectos y obras específicas.
Hoy no podía faltar la aportación imprescindible sobre una de las provincias más ricas en patrimonio monumental, y menos conocidas en cuanto a los avatares históricos recientes del mismo: me refiero al desarrollo de su proceso de intervención conservacionista en los últimos cuarenta años en Jaén. Y este valioso estudio se lo debemos al esfuerzo y capacidad del profesor de Historia del Arte de la Universidad de Jaén, el doctor José Manuel Almansa Moreno.
Me atrevería a decir que estamos, por tanto, ante una esclarecedora aportación, una obra de referencia, en la que su autor ha desplegado un exuberante aparato documental inédito, cifrado en sus investigaciones en numerosos archivos públicos, hemeroteca, bibliografía, y un paciente rastreo de fuentes primarias de primera necesidad.
Tras una precisa e inevitable introducción, el investigador nos sitúa en el concreto contexto del panorama nacional. Aquí Almansa desarrolla lo que para él –para todos– significaron los tres principales periodos diacrónicos de las políticas franquistas intervencionistas en materia de restauración y, en tantos casos, lamentable reconstrucción (cuando no delirante y arbitraria actuación). Hablamos de un férreo centralismo de acción –no lo había sido menos durante la República–, cuyas intervenciones puntuales fueron escasas, aunque sí cifradas en materia de protección legal y administrativa.
Un primer periodo (acabada la Guerra Civil), sería el protagonizado por Regiones Devastadas hasta casi concluidos los años cincuenta. Es una etapa marcada por un elevado perfil propagandístico del nuevo régimen, unido a necesidades inaplazables de actuación, en donde no solo deberíamos hablar de reconstrucción monumental sino de vastos proyectos de nueva planta destinados a la necesidad de paliar los efectos destructivos bélicos (patente en ayuntamientos, mercados, colegios, cuarteles, etc.), y ello sin ignorar un buen número de actuaciones en materia de arquitectura religiosa, sobre todo de carácter parroquial. En la provincia de Jaén fue protagonista indiscutible el arquitecto Ramón Pajares Pardo y su principal ámbito de intervención, las comarcas Metropolitana de Jaén y de la Campiña (con Andújar como cabecera protagonista de la misma).
Discurrida esta década de emergencia, este organismo cedería su puesto ya en 1948 a la Dirección General de Arquitectura, cuya principal contribución fue la ejecución de importantes conjuntos urbanos (en muchos de los cuales el rigor científico de las intervenciones brillaría por su ausencia, cundo no superaría el puro disparate). Trece actuaciones se llevarían a cabo en nuestra provincia: algunas de ellas acertadas y hasta brillantes; otras desastrosas.
Al frente de estas ya vemos figurar a un arquitecto clave como sería Francisco Prieto Moreno quién, transferidas estas competencias a la Dirección General de Bellas Artes, se haría cargo de la jefatura de Andalucía Oriental (Séptima Zona), hasta su sustitución por José Antonio Llopis Solbes. Fueron años de mucha actividad, de sorprendente e inaudita labor de inversión. Pensemos que entre 1950 y 1975 se efectuarían en toda la provincia un conjunto de más de un centenar de actuaciones (89 Prieto, 50 Llopis), sin mencionar las ejecutadas por la Dirección General de Arquitectura. Es cierto que no faltó en muchos de estos proyectos la fertilidad inventiva y casi onírica de sus autores, así como el desprecio a la normativa internacional ya adoptada por España en su propio aparato legislativo, cual era la Ley del Tesoro Artístico de 1933.
Años de luces y sombras. Luces como la voluntad manifiesta, la voluntad ejecutiva, de apostar e invertir por unas políticas de puesta en valor de nuestro patrimonio monumental. Pero también sombras de difícil explicación, manifiesta en una praxis donde si algo podía sobrar era un exceso de prepotencia y descontrol del protagonismo de sus artífices en la ideación arquitectónica de sus proyectos. A Camilo Boito y a Gustavo Giovannoni la II Guerra Mundial los había enterrado de un modo definitivo en Europa, jamás resucitarían. En España, salvando la existencia testimonial de hombres como Leopoldo Torres Balbás, el sepelio debió ser poco lucido. Hoy día, en las últimas décadas, tampoco hemos dejado de dejar volar nuestra imaginación y nuestra ancestral falta de respeto.
Arsenio Moreno Mendoza
Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España