RESEÑA

Revista de Historia del Arte, nº 30 (2024): 217-220 eISSN: 2659-5230. https://doi.org/10.46661/atrio.10978

Díez Jorge, María Elena, ed.

Sentir la casa. Emociones y cultura material en los siglos XV y XVI

Gijón: Editorial Trea, 2022, 495 págs.

ISBN: 978-84-19525-47-5

Mirar de puertas para adentro resulta en este momento un tema de investigación sin precedentes. Podría decirse que nunca antes la palabra “casa” ha resultado ser el paradigma de polisemia. Baste un vistazo por el índice para confirmar el argumento: la casa como un contenedor de emociones, como espacio de socialización, como creador de hábitos de comportamiento, como generador de ciertas prácticas o hábitos o, como depósito de todo lo que hay en su interior sean personas, enseres o ajuares.

Basta lo dicho para celebrar la aparición de esta monografía fruto del proyecto de investigación titulado Vestir la casa: espacios, objetos y emociones en los siglos XV y XVI. Ante tal desbordante temática podría parecer que el libro modela un conglomerado de estudios locales, nada más alejado de la realidad, efectivamente el hogar funciona como elemento articulador de la trama, y desde él se realiza un verdadero despliegue de temas abordados por un elenco multidisciplinar al incluirse profesionales de la Historia, Historia del Arte, Arqueología y Filología. Este sugerente recorrido se realiza por un marco geográfico amplio que abarca desde contextos peninsulares hasta la realidad indígena del Reino de Nueva Granada y La Habana, provocando interacciones de especial relevancia para ambos hemisferios.

Desde el punto de vista editorial, el libro se ha estructurado en seis bloques que se compartimentan en quince estudios. El primero de ellos, “Historia de las emociones y cultura material”, corresponde por entero al buen hacer de Díez Jorge. La autora proporciona líneas maestras para entender la dimensión emocional de la cultura material. Incurre en debates metodológicos necesarios, hace hincapié en la emocionalidad encerrada en los enseres textiles y desarrolla varios ejemplos concretos (Leonor de Montalbán y Brianda Abulacena) en el que se permite ciertas licencias literarias para conjeturar los sentimientos de los individuos y presentar la cartografía emocional encerrada en las casas.

La segunda sección, “Palabras y espacios que evocan emociones”, recoge cuatro textos. Viguera Molins se adentra en la temática mediante los préstamos léxicos del árabe en relación con la casa y su vigencia. Advierte a partir del vínculo entre el patrimonio léxico y arquitectónico de algunas reacciones emocionales de estima o repulsa en la historia de los arabismos. Le sigue el artículo colaborativo de Passini y Yuste Galán, una muestra de restitución arquitectónica del solar de Pero Fernández, canónigo de Toledo. Pareciese específico y tangencial, pero no, aquí se establecen nuevas lecturas de todo el barrio que le rodea y donde desarrolla su vida. No menos importante resulta la dimensión emocional que se enriquece al conocer el modo en el que su ajuar vestía el interior de su morada. Núñez González nos adentra en los miedos, nostalgia y dolor de la comunidad judeoconversa sevillana del siglo XVI. Analiza los escenarios de la vida diaria de cuatro familias para apreciar la materialidad de tal sentimiento de rechazo y difamación social tras el pogromo de 1391 y la Católica impugnación. Conviene subrayar la esclarecedora compilación de recreaciones gráficas de la arquitectura que apoya las tesis argumentadas en un despliegue de destreza que ayuda a la comprensión. Mazzoli-Guintard pone el punto final a este bloque con el estudio de la amplia riqueza cromática del mobiliario textil representado en el manuscrito árabe 528 de El Escorial. Un ensayo que manifiesta la capacidad de los colores para regocijar el alma del lector y despertar emociones, estableciendo su participación en la historia de las sensibilidades.

“Sentir y vivir el hogar” es el nombre que se presta al tercer bloque conformado por dos aportaciones. La primera de ellas de la mano de Espinosa Villegas versa sobre la transversalidad de las nociones sagradas de presencia, pureza y providencia de Dios sobre la realidad del entorno doméstico judío. Por su parte, Rodríguez Gómez vuelve a sumergir al lector en el mundo de la literatura, esta vez, en las posibilidades que puede ofrecer el género de los documentos notariales a propósito de las emociones producidas en el hogar. A partir de estas inéditas escrituras árabes granadinas de fines del XV –editadas y traducidas en el anexo–, la autora es capaz de recrear, de tan parco texto, las emociones surgidas entre una relación conyugal de dos jóvenes musulmanes en las que se vieron implicados piezas del ajuar.

El cuarto bloque se acerca a los hábitos domésticos y prácticas emocionales y concretamente es Aranda Bernal quien nos adentra en la temática. Se acerca a la emocionalidad de una familia perteneciente a la élite urbana y militar (Gómez de la Ribera-Portocarrero) en la frontera entre Sevilla y Granada durante el siglo XV. Su contribución recompone y analiza los enseres domésticos relacionados con el aseo, así como los elementos de guerra, para denotar el alto poder adquisitivo y posicionamiento social de la familia. Le sigue un análisis minucioso por la participación femenina en la Granada del siglo XVI en los denominados rituales de paso de la vida, fruto del buen hacer de Serrano Niza. Atraviesa el umbral de las casas moriscas para captar las emociones que quedaron prendidas de objetos y ropas usadas en los rituales tradicionales. Realiza una revisita a la historiografía de estas y afronta un análisis más cercano a su realidad, sustrayendo arquetipos. Cierra el apartado el trabajo de Álvaro Zamora dedicado al recobro de aquellos espacios relativos a la alimentación en las casas zaragozanas del siglo XVI. Un concienzudo repaso por las dotaciones de obra, mobiliario, enseres, alimentos y espacios anejos que permiten incorporar a la narrativa del libro otro rincón del hogar.

Dos son las contribuciones que constituyen el quinto bloque denominado “Aprecio y gratitud”. El epígrafe de la sección condensa a la perfección el propósito clarificador del texto de Serrano Estrella, quien descifra el microcosmos de relaciones personales entre los miembros del cabildo giennense y su servidumbre. Advierte a través de los testamentos de unas relaciones que franqueaban lo laboral e incurrían en el afecto. En esta misma dinámica, pero cambiando el enfoque del clero capitular a las mujeres del Nuevo Reino de Granada, López Pérez estudia la relación entre la materialidad y los comportamientos humanos, desplegando un abanico de manifestaciones emocionales (temor, respeto, estima, fe, apego). Se reconoce en sus líneas la trascendencia de los testamentos como documentos para revelar el complejo mundo de los sentimientos.

En efecto, el alcance de los textos notariales y su calado se revela más significativo, si cabe, en la sexta y última sección de la monografía, titulada “Morir en la casa: tristeza, miedo y afecto”. Caballero Escamilla estudia el impacto de la muerte desde un enfoque afectivo concentrado en el análisis de escenarios, objetos y protagonistas. Conviene subrayar la visión que ofrece acerca de los testamentos, pues efectivamente, son esenciales para reconstruir el universo emocional de las sociedades, pero también lo son para acercarse a todas esas fallas existentes en las prácticas del modelo oficial de morir dictado por la iglesia (Ars moriendi). Así pues, las esmeradas argumentaciones de la autora permiten indagar en aquellos temas que incurrían en la superstición y la heterodoxia. Igualmente meritorias resultan las líneas de Cruces Blanco, quien medita acerca de la agencia de los objetos como impulsores y condensadores de emociones en un pausado razonamiento de documentos jurídicos. Nada escapa a su atención y nada se apunta sin el correspondiente refrendo en sus copadas notas al pie que denotan, al mismo tiempo, su profunda maestría con la documentación. En línea con el valor de los documentos notariales Oliva Suarez corona y concluye la publicación, identificando el entorno material de las viviendas habaneras y la carga emocional implícita en dichas piezas.

En definitiva, el libro ha de entenderse como otra muestra más en ese proceso de redefinición de la disciplina artística, en tanto que comprende rincones, esquinas y ángulos más allá del –inexcusable– análisis formal y estilístico. Como se comprueba, el viaje al centro del hogar constituye un acopio de sentidos y sensaciones que afloran gradualmente a la mirada de estas nuevas lecturas inéditas y colmadas de nueva información. Un desafío de gran magnitud y complaciente comprensión por la creación de un discurso entramado entre palabra e imagen que se cruza tangencialmente con los estudios antropológicos y de género en aras de la cabal concepción multidisciplinar de las Humanidades.

Javier Herrera-Vicente

Universidad de Salamanca, España

0000-0002-2465-7301