Ángel Martín Roldán
Universidad de Sevilla, España
Recibido: 05/01/2024 | Aceptado: 02/09/2024
Resumen |
Palabras clave |
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Una buena parte de la arquitectura sevillana del siglo XVII corrió a cargo de maestros albañiles y carpinteros que mantuvieron la tradición mudéjar del ladrillo y el sistema de mampostería, dada la ausencia de canteras de piedra en los alrededores de la ciudad. En este artículo se presentan los nombres de una serie de albañiles y carpinteros –en su mayoría desconocidos hasta el momento– que trabajaron al servicio de los condes de Castellar entre los años 1617 y 1670, a través de las diversas obras y reparaciones que se acometieron en los edificios propiedad de la casa condal o patrocinados por los mismos en la ciudad de Sevilla y en la villa de El Viso. Asimismo se incluye un primer acercamiento a través de las fuentes de la desaparecida casa palacio del conde que existió en la localidad de El Viso del Alcor hasta su destrucción en 1979. |
Arquitectura Albañiles Carpinteros Mecenazgo Condes de Castellar Siglo XVII |
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Abstract |
Keywords |
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The absence of quarries around the city of Seville meant that most of its buildings in the 17th century were built in the Mudejar tradition of brick and masonry. This paper introduces the names of masons and carpenters –most of them unknown until now– who worked in the service of the Counts of Castellar between 1617 and 1670. Here we will study different works and repairs undertaken in the buildings owned or under the patronage of the Counts of Castellar in the city of Seville and the town of El Viso. In addition, it includes a first approach through the sources of the disappeared Casa Palacio del Conde that existed in the town of El Viso del Alcor until its destruction in 1979. |
Architecture Builders Carpenters Patronage Counts of Castellar 17th Century |
Cómo citar este trabajo / How to cite this paper:
Martín Roldán, Ángel. “Juan de Segarra y otros maestros que trabajaron para la casa de Castellar (1617-1670).” Atrio. Revista de Historia del Arte, no. 30 (2024): 48-66. https://doi.org/10.46661/atrio.9534.
© 2024 Ángel Martín Roldán. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0. International License (CC BY-NC-SA 4.0).
La actividad edilicia en la Sevilla del siglo XVII estuvo condicionada en buena medida por los maestros de albañilería y carpintería agrupados en gremios que supieron mantener la tradicional técnica mudéjar y el sistema de mampostería, utilizando materiales autóctonos como el ladrillo, la madera, el yeso y la azulejería[1]. Trabajaban mayoritariamente al servicio de la Iglesia y de la nobleza en la construcción de nuevos edificios o en la conservación de los ya erigidos, pues esta tipología arquitectónica es más frágil respecto a la arquitectura pétrea y requiere de continuos trabajos de preservación. Partiendo de investigaciones previas en las que se pudo documentar la vinculación de Juan de Segarra con el mecenazgo de los condes de Castellar[2], en el presente estudio se aportan los nombres de otros artífices y artesanos que fueron reclamados por la misma casa nobiliaria entre 1617 y 1670.
Durante la Baja Edad Media una rama de la familia Saavedra se asienta en Sevilla y obtiene una serie de privilegios y concesiones territoriales entre las que destaca la villa de El Viso, en tierras colindantes con Carmona. Desde 1456 se instauró un mayorazgo en la figura de Fernando Arias de Saavedra y Avellaneda, III señor de El Viso, mientras que su hijo, Juan Arias de Saavedra y Ponce de León, alcanzó el título de I conde de Castellar por nombramiento del emperador Carlos V en 1539.
La continuidad del linaje se prolongó en el tiempo y a inicios del siglo XVII, el título y mayorazgo había recaído en Gaspar Juan de Saavedra, aunque en la práctica fue tutelado por su madre, debido a su minoría de edad y al fallecimiento de su padre, Fernando Arias de Saavedra y Zúñiga, IV conde de Castellar, que murió en 1594. Desde 1622, la sucesión condal pasó a Fernando Miguel Arias de Saavedra y a partir de 1650 lo heredó su hija, Teresa María Arias de Saavedra, que venció a su tío paterno, José de Saavedra, en un pleito sobre la posesión y continuidad del condado[3].
Los condes de Castellar se asentaron en sus posesiones sevillanas llegando a tener diversos bienes inmuebles, tales como palacios, casas, hornos, solares, tierras, etc. En 1622, los señores poseían en la ciudad hispalense una vivienda familiar situada en la collación de San Marcos, varias casas accesorias a las principales del condado y unos almacenes que se encontraban entre Puerta de Triana y Puerta Real[4]. En ese mismo año y en la villa de El Viso, ostentaban las casas principales del mayorazgo, otras frente a la iglesia del convento y en la calle del horno nuevo, el mesón y un cortinal colindante, la cilla, dos molinos de aceite (uno de los cuales fue cedido a los frailes mercedarios descalzos), dos hornos de pan, varios solares, aranzadas y huertas[5]. Además, la familia condal instauró una capellanía en la iglesia parroquial de la villa y el patronato del convento del Corpus Christi, fundación establecida por Beatriz Ramírez de Mendoza, siendo el segundo cenobio de la Orden de la Merced Descalza.
Uno de los edificios más interesantes era la casa palacio de los condes de Castellar, en la localidad de El Viso del Alcor. Su origen se sitúa en el segundo tercio del siglo XVI, una vez asentado el mayorazgo y probablemente después del nombramiento de Juan Arias de Saavedra como I conde de Castellar[6]. Se trata de una casa solariega, construida a mediados del siglo XVI, que estilísticamente constituye un ejemplo más cercano a la arquitectura popular andaluza que al típico palacio renacentista. Aunque al presente no se conserva ningún vestigio del inmueble, hay constancia de la existencia de un dibujo de su planta realizado en 1797 por el maestro de obras Pedro Rodríguez, que recoge las trasformaciones acometidas tras los desperfectos ocasionados por el terremoto de Lisboa[7] (Fig. 1).
Fig. 1. Pedro Rodríguez, Planta de las obras en la casa-palacio de El Viso del Alcor, 1797. © Fotografía: Archivo Ducal de Medinaceli (ADM), Toledo.
En origen era un edificio de planta prácticamente cuadrada, construido en fábrica de mampostería de ladrillo revocado, compuesto por una gran crujía delantera de doble planta, dos crujías laterales y unos cercados traseros.
La fachada principal era sobria e irregular, abierta a la calle mediante vanos, de forma no organizada, preludiando una praxis muy habitual a partir del seiscientos (Fig. 2). En ella se abrían tres ventanas adinteladas y encima tenía vanos abalconados con barandillas de forja que iluminaban la sala del alcalde mayor, la del administrador y un despacho, con un zócalo corrido, además. En los extremos se ubicaban dos estancias: un dormitorio y una alcoba con ventanas abiertas a las calles laterales. En el frontispicio principal sobresalía la portada compuesta por un arco de acceso y, sobre ella, otro balcón en forma de medio punto y un remate entre volutas con el emblema pétreo de los condes de Castellar. El balcón principal –que daba luz a la despensa interior– estaba decorado exteriormente por dos pilastras sosteniendo un friso ornamental de azulejería y una cornisa de ladrillo visto en forma de punta de flecha, mientras que el remate superior parece ser una obra dieciochesca, restaurada por última vez hacia 1956. Contenía en el centro el escudo nobiliario entre dos pilastras y culminado por un arquitrabe, el friso decorado con dentellones y un cornisamiento de ladrillos dispuestos en punta, destacando en el culmen una cruz patriarcal de forja, entre penachos cerámicos (Fig. 3).
Fig. 2. Vista de la fachada del palacio de los condes de Castellar, 1950. El Viso del Alcor. © Fotografía: colección particular.
Fig. 3. Vista de la fachada del palacio de los condes de Castellar, 1956. El Viso del Alcor. © Fotografía: colección particular.
El interior estaba conformado por dos plantas en la crujía delantera, con una galería central, entre la cocina del alcalde mayor y la alcoba del administrador. A ella llegaba la escalera nueva –reedificada en el segundo tercio del siglo XVIII–, que lindaba con un salón reformado por medio de una “obra nueba hasta las primeras maderas”[8]. Aquella estancia se comunicaba con una nave rectangular destinada a granero en la que llegó a existir una tribuna abierta al convento de los frailes mercedarios y que sólo se utilizaba con la presencia de los condes. En ese ángulo preexistía un habitáculo primitivo y detrás un cercado con ventanas abiertas a los campos de la vega.
El patio estaba descentrado respecto a la planta del edificio, era cuadrado e integraba en un ángulo la caja escalera, de menor dimensión y altura que la nave precedente, e iluminada por dos pequeños balconcitos. Al ser la crujía principal de doble planta, la superior se trasdosaba en la parte trasera por un conjunto de arcadas ciegas de medio punto sobre pilares de ladrillos –aún de cierta reminiscencia medieval–, y en cuyo centro se abrían unos vanos rectangulares que daban luz a las estancias interiores, mientras que la inferior estaba tabicada y poseía un arco de medio punto que daba acceso al patio. Existía, además, una gran portada en piedra decorada por triglifos y metopas, de la que no se ha conservado ninguna fotografía[9]. Aquel lugar estaba embellecido por un espléndido jardín de naranjos y limoneros y sabemos tenía incorporada una antigua torre, “cuya fábrica manifiesta ser púnica o romana”[10]; asimismo constaba de un vestíbulo o zaguán con una angosta puerta de medio punto que comunicaba con la calle lateral y, junto a ella, un abrevadero o pilón que emanaba constantemente agua de los acuíferos cercanos (Fig. 4).
Fig. 4. Noticia ilustrada del derribo del palacio de los condes de Castellar, 1979. © Fotografía: Hemeroteca ABC de Sevilla.
Adyacente a la casa palacio se edificó el convento del Corpus Christi, erigido a partir de 1604 por orden de Beatriz Ramírez de Mendoza, IV condesa de Castellar, y en el que intervinieron los maestros Diego Pérez Alaraz y Juan de Segarra[11].
Durante el convulso siglo XIX, los frailes descalzos de la Merced se vieron obligados a abandonar el convento, mientras que el palacio salió a la venta mediante subasta pública en 1844. A partir de entonces, ambos edificios pasaron por diversos usos, llegando a ser sede de la cárcel o colegio de monjas trinitarias y teatinas en diferentes periodos del siglo XX (Fig. 5). La casa palacio fue derribada en 1979, construyéndose en su lugar otro edificio aprovechando las dimensiones del solar, siendo la actual sede del Ayuntamiento.
Fig. 5. Vista del conjunto del palacio de los condes de Castellar y el convento del Corpus Christi, 1965. El Viso del Alcor. © Fotografía: colección particular.
En la localidad de El Viso del Alcor existían otras edificaciones pertenecientes a la propiedad de la citada casa de Castellar que han desaparecido o se han transformado notablemente. Frente al convento persiste una casa con su antigua portada de ladrillo conservada a pesar de las diferentes alteraciones sufridas a lo largo del tiempo. Además tenemos datos referentes a la existencia de dos hornos para cocer pan que eran arrendados anualmente a los vecinos y son citados por las fuentes bajo los nombres de hornos viejo y nuevo. De uno de ellos, el Archivo Ducal de Medinaceli atesora el dibujo de un croquis firmado por Cesáreo Verdejo, administrador del duque de Medinaceli y del conde de Castellar, fechado en 1887[12](Fig. 6). Se trata de un apunte muy simple que indica datos someros e identifica mínimamente algunas dependencias como el patio que tenía un pozo en el extremo. En conjunto se trata de una planta semirectangular, que recoge las medidas en metros de la fachada (6 m), de fondo (9 m) y de largo (58 m)[13].
Fig. 6. Cesáreo Verdejo, Croquis de la planta de la casa-horno de la calle Príncipe de Vergara de El Viso del Alcor, 1887. © Fotografía: Archivo Ducal de Medinaceli (ADM), Toledo.
Asimismo sabemos que los señores de El Viso poseían otras propiedades en la villa, como un mesón ubicado en la plaza principal, varias casas, cortijos, tierras, olivares y, junto al palacio, un granero y una huerta de solería con árboles frutales y una alberca. En todos estos bienes pertenecientes a los condes de Castellar, van a trabajar una serie de maestros albañiles que, si bien no ejecutan obras de gran entidad arquitectónica, sí se afanarán en el mantenimiento y el adecentamiento de los inmuebles de la villa.
Durante el seiscientos se efectuaron cuantiosas intervenciones en las casas señoriales existentes en Sevilla y su entorno, desarrollándose una serie de remodelaciones significativas que se debían de acometer ante riadas, epidemias o terremotos, por parte de maestros albañiles, alarifes y arquitectos que están al servicio de las clases dominantes. Para los condes de Castellar trabajarán una serie de artífices que se ocuparán de la conservación, restauración y reconstrucción de los edificios, ya que al estar edificados con materiales autóctonos requerían un continuo mantenimiento por parte de maestros de la zona, algunos de los cuales conocemos sus nombres gracias a la documentación recopilada. De todos ellos, sobresale la figura de Juan de Segarra, que estuvo al servicio de la casa condal y de los frailes descalzos de la Merced asentados en la villa de El Viso desde 1604.
De origen navarro, Juan de Segarra es un arquitecto que trabaja en la ciudad hispalense durante la primera mitad del siglo XVII[14]. Hacia 1615 ya hay noticias de su participación en las labores constructivas de la crujía delantera y de la portada principal del hospital de la Sangre o de las Cinco Llagas[15]. Dos años después lo encontramos en El Viso, donde parece ser que toma el relevo a Diego Pérez Alaraz, maestro carmonense que había iniciado la fábrica del convento del Corpus Christi. En 1616, fray Gómez de San Francisco manifiesta que había hecho una serie de diligencias en Carmona con un albañil para reanudar la obra del cenobio, señalando la limitación de un maestro que había trabajado parcialmente, pues “no conviene por aver visto una capilla que el hizo y apercibi oculos de ieserias y parecerme que es un official muy corto y nuevo y que aun no save imitar a los otros por los respectos que entre ellos se tiene se escussan”[16]. Ante aquella tesitura, el conde de Castellar requiere la presencia de Juan de Segarra para finalizar la fábrica conventual, ocupándose de distintas tareas, entre ellas, la de dirigir la cubrición abovedada del edificio, lo que supuso una buena oportunidad para demostrar sus óptimas cualidades para la arquitectura. Aunque no hemos localizado el contrato oficial por el cual Segarra comienza a trabajar en el cenobio visueño, el hallazgo de diversos recibos y pagos sueltos permiten ratificar la intervención del citado arquitecto. Así, en 1617, recibe varias remuneraciones: “dieronse a Juan de Sagarra maestro desta obra sesicientos reales”[17], y otro tanto “a Ju[an] de Cegarra a buena quenta doscientos rreales”[18], mientras que en abril de 1618, consigna que:
Tengo recibido yo Juan de Cegarra por quenta de la obra que [h]ago en la capilla mayor del Viso, ochocientos reales [h]asta [h]oy siete de diciembre de seiscientos y diez y siete años (…) y mas recibimos en catorce de abril deste año de mil seiscientos y dieciocho doscientos reales por quenta de la dicha capilla q[ue] por todos son los q[ue] tengo recibidos [h]asta dia de la fecha mil reales. Son 1000 reales Ju[an] de Cegarra[19].
Segarra también se ocupó de rematar la sacristía pues sabemos que en 1618 recibe dos pagos que se dieron “a Juan de Cegarra de hacer la sacristia con siete peones”[20]. Asimismo se implicó en los planteamientos decorativos del cenobio pues recibió unos 86 reales dados a “Segarra de asentar el quadro de los Reyes y de hacer la sacristia”[21]. Incluso trabajó en el retablo mayor, recibiendo 89 reales que fueron otorgados “a mi Ju[an] de Cegara q[uan]do trabaxo en el retablo”[22], recibiendo pagos puntuales por su actuación en las gradas y el altar: “un dia yo Ju[an] y medio Cegarra, diez y seis y con ese mismo dia [h]acen cinquenta y siete reales”[23]; y otros tantos por ciertas reparaciones precisas: “mando reparase el bastidor del altar mayor, diez reales y seis que se le pagaron a Ju[an] Cagarra”[24].
La vinculación de Segarra con la casa de Castellar se mantuvo en el tiempo y, en 1629, ejecutó una serie de obras y reformas en el domicilio sevillano del conde, para lo cual cobró a fecha de 27 de enero de 1631, 5.752 reales según tasación del maestro mayor de fábricas del Arzobispado Cristóbal Ortiz y del maestro albañil Juan Bernardo de Velasco[25]. Al final de su carrera y dado que su quehacer tiene puntuales actuaciones en Cádiz, se puede considerar la posibilidad de una intervención en la reedificación el convento de la Almoraima (Castellar de la Frontera) concluido en 1647[26].
Es difícil saber con precisión si sería correcto identificar a este albañil con otro homónimo que colaboró en diversas ocasiones con Segarra. En 1637 aparece un tal Francisco Rodríguez como visitador de las obras del hospital de la Sangre junto a Juan de Segarra y Juan Bernardo de Velasco[27] y, en ese mismo año, colaboró en otras tareas de carpintería en el mesón del Sol, sito en la plazuela de la Paja, hoy llamada Ponce de León[28].
La documentación relativa a las cuentas de cargo y data de El Viso señalan a un maestro de albañilería llamado asimismo Francisco Rodríguez, natural de Carmona, que trabajó en el palacio visueño y en otras construcciones de la villa entre los años 1650 y 1670.
En 1650, lo hallamos trabajando en el mesón[29] y, cinco años después, se ocupó de adecentar las cuadras de la misma posada y de las obras en el pajar de las caballerizas de palacio[30]. Seguidamente trabajó en la “soladura” o pavimento del horno nuevo y “en aderezar el palacio de d[ic]ha Villa y el Horno Biejo como consta en menor de los gastos de d[ic]has obras en una quenta queda F[rancis]co. Rodriguez maestro de Albañil y Juan Perez maestro carpintero vecinos de d[ic]ha villa en la qual dan carta de pago ante Pedro Melgarejo, escribano de ella, en 10 de octubre de 1656”[31].
A partir de 1664 se ocupó de “aderezar unas tapias de la huerta”[32] y, en 1665, trabajó en las solerías de los dos hornos de la villa y en unas labores de trastejo que consistían en retejar las cubiertas del palacio[33].
En 1666 intervino en una serie de obras en la casa palaciega junto a Juan de Sánchez, maestro de carpintería, vecino de Mairena[34] y, al año siguiente, ejecutó reparos en el horno viejo[35] y se hizo cargo de las faenas de pavimentación de los dos hornos[36].
Los últimos datos localizados y analizados datan del final de la década de 1660 cuando observamos que Rodríguez se afanó en el arreglo de la cañería: “por los aderezos que hizo el año de 669 en la cañeria del Agua que une al Palacio de los C[on]des por estar quebrada”[37], y realizó una serie de “obras y reparos q[ue] hizo a las Cassas arrimadas a las caballerizas q[ue] en d[ic]ha Villa de El Viso tiene el Conde mi S[señor]”[38].
Otro maestro albañil que realiza trabajos de cierta relevancia es Juan de Rueda. Como el anterior, sabemos que es natural y vecino de Carmona, de escasa formación e iletrado porque en una ocasión manifestó que no sabía firmar, haciéndolo en su lugar Bernardo de Burgos, mayordomo de la fábrica de la iglesia de Santa María de El Viso[39]. Su quehacer lo hemos de situar entre 1655 y 1662, años en los que Francisco Rodríguez está ausente en la documentación consultada.
Los primeros trabajos los hallamos en 1655 interviniendo en el guadarnés de la casa del conde y paralelamente ejecutó una serie de labores en el mesón y se ocupó de solar el horno viejo[40]. Al año siguiente, remató la “soladura” de los dos hornos[41], mientras que en 1659, aderezó la casa de la huerta, cubrió el aposento de la cocina de palacio y se afanó en “correr” los tejados[42]. En 1660, trabajó en “la obra y aderezo que se hizo en la alcova del repartim[ien]to del agua de la fuente del palacio”[43] y arregló la alberca del agua[44]. Las últimas noticias de Juan de Rueda las hallamos en 1662, cuando realizó obras en el guadarnés y el pajar de las cabellerizas de la casa del conde que “amenazaban ruina”, haciendo una serie de reformas en la torre del palacio y otros reparos precisos[45].
A continuación citamos brevemente la labor de distintos maestros que trabajaron al servicio del conde de una forma más puntual, ejecutando tareas de menor envergadura.
En primer lugar, destaca Juan Pérez, maestro de albañil, que en 1650 recibió un pago “por haberlo montado la obra de alvañileria y carpinteria del aderezo q[ue] se hizo en el Palacio de d[ic]ha villa el año de 650”[46]. Posteriormente se ocupó de la “soladura” del horno viejo en 1651[47]y del horno nuevo al año siguiente[48]. Conviene indicar que existe un maestro homónimo que actuó como fiador en las obras del convento de los trinitarios de Sevilla, ejerció de albañil en la ejecución de las celdas del convento de San Jacinto y pujó por hacer el enlucido de la escalera de la torre del monasterio de San Benito de Silos[49].
A Juan Pérez le toma el relevo Luis Moreno, vecino de Mairena, que es citado en los documentos como maestro de obras, maestro de albañilería y solería o maestro de solar hornos. Se ocupó fundamentalmente del adecentamiento de los dos hornos: en 1651 se afanó en la “soladura” el horno nuevo[50], en 1653 aderezó ambos hornos[51], en 1660 adecentó el horno nuevo[52]y, dos años después, lo pavimentó[53].
Esta sucesión de actuaciones sobre los dos hornos de pan de la villa demuestran que aquellos recintos requerían de un continuo mantenimiento por medio del cual eran intervenidos anualmente por los maestros albañiles y carpinteros de la zona, como Domingo González, maestro de albañilería de Carmona, que en 1650 trabajó en el aderezado y solado del horno nuevo[54] o el albañil Juan Martín Mellado que en 1655 se ocupó de pavimentar el horno nuevo junto al carpintero Alonso Martin[55], mientras que en 1656 se involucró en la “soladura” del horno viejo[56].
El palacio de la villa también precisaba de continuas labores de mantenimiento. Por ello, además de los maestros citados anteriormente, van a trabajar una serie de albañiles comarcanos de forma puntual como el carmonense Bartolomé García, albañil que en 1651 ejecutó unos arreglos en las caballerizas de palacio[57]y, en 1654, realizó otros reparos en las casas palaciegas junto al carpintero Francisco Cardoso[58]. Juan de Ojeda, maestro albañil que 1652 se ocupó de “aderezar la Alcoba de la casa Palacio del S[eñor] C[onde] y demas obras que hizo en ella”[59]. Al año siguiente, Pedro Sánchez Pineda acometió varias labores en la morada señorial[60] y Pedro Andrés Correa que estuvo trabajando en el palacio del conde y en las viviendas de la huerta[61]. También hay noticias de otro maestro de albañilería llamado Juan de Burgos que en 1658 se encontraba aderezando la casa palaciega y su acción consistió en “trastejar los tejados del palacio y otros reparos forzosos que se hicieron”[62]. Para realizar todas estas labores se requería la intervención de otros artesanos especializados en diferentes oficios como por ejemplo Juan Alonsso, maestro de cañero y vecino de Sevilla que en 1655 actúa puntualmente para “desecar la cañeria para que fuesse el agua al conbento de mercenarios descalzos de d[ic]ha villa para que desde alli fuesse el remanente a la guerta”[63].
Junto a los albañiles que hemos citado, otros maestros carpinteros y artesanos afincados en la comarca se ocuparon de auxiliar las labores de albañilería o de ejecutar piezas de carpintería para los edificios e inmuebles de El Viso. Hacia 1617, trabajó para el convento del Corpus Christi un tal Padilla que intervino en las tareas auxiliares de enmaderamiento y carpintería de la obra, siendo considerado “el mejor official que [h]ay en toda esta tierra fulano Padilla, de Carmona, el que encaxo la madera”[64].
Pero de todos los oficiales que estuvieron al servicio de los condes, podemos destacar a José de Romero que en 1648 realizó labores de entallador en los marcos para los retablos de san Francisco de Asís y santa Catalina de Alejandría que están ubicados en la capilla mayor de la iglesia de Santa María del Alcor: “se gastaron en forrar dos retablos los de S[anta] Cata[lina] y S F[rancis]co que estan en la capilla mayor de la y[glesia] de d[ic]ha villa del visso de cuya cantidad dio carta de pago al d[ic]ho Jose de Romero Carpintero v[ecino] de mayrena”[65]. Aunque no se conservan los marcos primitivos, pensamos que los actuales respetan las sencillas líneas de los originales. Posiblemente, ambos lienzos fueron donados por el conde de Castellar hacia 1648, durante la reconstrucción que se hizo en la parroquia tras el incendio de 1633. Han sido catalogadas como pinturas de influencia veneciana[66], adscritas erróneamente al círculo de Luca Giordano o Guilio Romano, aunque suponemos que ambas obras pueden formar parte de un mismo lote de lienzos que José de Saavedra, I marqués de Rivas y hermano del conde de Castellar, hizo donación desde Flandes para el cenobio de la localidad visueña[67].
Al margen de los carpinteros que trabajaron en la parroquia o el convento y estuvieron vinculados a la casa condal, tenemos referencias de otros artesanos que hicieron su labor ante el requerimiento de los señores de la villa. En 1650 Juan de Gálvez, maestro de carpintería y vecino de Mairena, ejecutó una obra en el palacio[68] y, cinco años después, se ocupó del aderezo en la puerta de la casa señorial[69]. También en 1655, otro maestro maderero de Mairena, Simón Rodríguez, trabajó en el guadarnés de la morada del conde y en el mesón[70]. Alonso de Medina fue un carpintero que en 1662 realizó tareas en el guadarnés y el pajar de las caballerizas palaciegas que se encontraban en estado ruinoso[71].
En 1665 se cayó una de las rejas del palacio por lo que hubo de ejecutarse una obra de la que se hizo cargo Juan Valdés, vecino de Mairena y maestro de carpintería y albañilería, ocupándose de hacer una ventana nueva y colocar la reja[72]. Para ello contaron con la ayuda de Bartolomé Fernández, maestro herrero, que intervino en “el corte que tubo al poner y aderexar la rexa que se cayó del palacio y en hazer una ventana nueva”[73].
Asimismo se han hallado referencias a otros oficiales de carpintería que trabajaron en los demás edificios como Juan del Valle, maestro de Carmona, que en 1650 hizo un torno para el horno viejo[74], Carlos Ximenes, ebanista que elaboró las nuevas puertas del mesón en 1655[75] y Francisco Cardoso, maestro carpintero que en 1654 había intervenido para “aderezar las puertas del horno viejo y reparar dos vigas grandes de la quadra del que por estar maltratadas amenazavan ruynas”[76]. De mismo modo, Cardoso intervino en las obras de la casa palaciega junto al albañil Bartolomé García, citado anteriormente. Igualmente los ya mencionados Juan Pérez y Alonso Martin ejecutaron su quehacer en el palacio y el horno nuevo, como maestros de albañilería y carpintería.
La llegada de Juan de Segarra a Sevilla se vio favorecida por el mecenazgo de la casa de Castellar que brindó una oportunidad única para desarrollar sus conocimientos en arquitectura y demostrar sus cualidades. Gaspar Juan de Saavedra reclamó su presencia para finalizar las obras del convento mercedario de El Viso ante la falta de un oficial capaz de emprender una tarea de tal envergadura, puesto que la misma atañía, entre otras, la cubrición abovedada de la iglesia conventual. Sus vínculos con aquella casa nobiliaria perduraron en el tiempo y Segarra volvería a ser reclamado por Fernando Miguel, hijo del anterior, para acometer reformas en su domicilio sevillano de la collación de San Marcos. Por otra parte y dada la escasa envergadura de ciertos trabajos de reparación en la casa palacio de la villa, se apostó por una serie de maestros albañiles y carpinteros de la comarca de los Alcores. En realidad aquellos artífices eran los mismos oficiales que anualmente dedicaban gran parte de su actividad profesional al mantenimiento de edificios menores como el mesón o los dos hornos de pan. La labor de todos estos albañiles y artesanos que estuvieron al servicio de los condes de Castellar –fueran grandes arquitectos como Juan de Segarra o maestros y oficiales menores como Francisco Rodríguez o Juan de Rueda– salen a la luz en este trabajo y constituyen un primer acercamiento global para ulteriores trabajos sobre la arquitectura barroca en la provincia de Sevilla.
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Ortiz de Zúñiga, Diego. Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla que contienen sus más principales memorias desde el año de 1246... hasta el de 1671. T. IV. Madrid: en la Imprenta Real, por Iuan García Infançon, 1677.
San Cecilio, Pedro de. Annales del Orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced. Barcelona: Dionisio Hidalgo, 1669.
Sánchez González, Antonio, ed. El arte de la representación del espacio: mapas y planos de la colección Medinaceli. Huelva: Universidad de Huelva, 2017.
[1] Fernando Cruz Isidoro, “Sobre los gremios de albañilería y carpintería en la Sevilla del XVII,” Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, no. 67 (2001): 231.
[2] Celestino López Martínez, Arquitectos, escultores y pintores vecinos de Sevilla (Sevilla: Rodríguez, Giménez y Ca, 1928), 187; Ángel Martín Roldán, Historia y Arte de la Merced Descalza, Colección Analecta Mercedaria XXXVIII-XXXIX (Roma: Societas Fratrum Editorum Instituti Historici Ordinis de Merced, 2020-2021), 257.
[3] Diego Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla que contienen sus más principales memorias desde el año de 1246... hasta el de 1671. T. IV (Madrid: en la Imprenta Real, por Iuan García Infançon, 1677), 612.
[4] Concurso de acreedores de los bienes de Gaspar Juan de Saavedra, conde de Castellar, alfaqueque mayor de España y señor del Viso, 1622, Real Audiencia de Sevilla, Pleitos, legajo 29292, Archivo Histórico Provincial de Sevilla (AHPSe), Sevilla, f. 769r.
[5] Concurso de acreedores de los bienes de Gaspar Juan de Saavedra, f. 769v.
[6] Antonio Sánchez González, ed., El arte de la representación del espacio: mapas y planos de la colección Medinaceli (Huelva: Universidad de Huelva, 2017), 461. Ficha técnica de Teodoro Falcón Márquez y Antonio Sánchez González. Llama la atención la inexistencia de estudios sobre el desaparecido palacio de los condes de Castellar, a pesar de que se mantuvo en pie hasta 1979.
[7] Sánchez González, El arte de la representación del espacio, 461-462. Ficha técnica de Teodoro Falcón Márquez y Antonio Sánchez González.
[8] Sánchez González, 461-462. Ficha técnica de Teodoro Falcón Márquez y Antonio Sánchez González. Las anotaciones figuran manuscritas en el dibujo original.
[9] Joaquín González Moreno, “Ha sido derribado el Palacio del conde de Castellar,” ABC de Sevilla, 29 de diciembre de 1979, consultado el 12 de diciembre de 2023, https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-sevilla-19791229-17.html.
[10] Pedro de San Cecilio, Annales del Orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced (Barcelona: Dionisio Hidalgo, 1669), 409.
[11] Martín Roldán, Historia y Arte, 257-267. Mientras se edificaba el convento, los frailes se alojaron en una sala baja del palacio y en otra ubicaron la capilla provisional hasta que en septiembre de 1606 trasladaron el Santísimo a un salón largo recién construido.
[12] Sánchez González, El arte de la representación del espacio, 463. Ficha técnica de Antonio Sánchez González.
[13] Sánchez González, 463.
[14] Fernando Cruz Isidoro, “Sobre el arquitecto Juan Segarra, teniente de maestro mayor del Concejo Hispalense,” Laboratorio de Arte, no. 8 (1995): 417-429, https://doi.org/10.12795/LA.1995.i08.24; Fernando Cruz Isidoro, Arquitectura sevillana del siglo XVII. Maestros Mayores de la Catedral y del Concejo Hispalense (Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1997), 44; Juan Antonio Arenillas, Del clasicismo al barroco. Arquitectura sevillana del siglo XVII (Sevilla: Diputación de Sevilla, 2005), 237-241.
[15] Antonio de la Banda y Vargas, Las Cinco Llagas. De Hospital a Parlamento de Andalucía (Sevilla: Centro de Publicaciones. Parlamento de Andalucía, 2007), 73.
[16] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, cuentas, 1609, Señorío de El Viso, leg. 4, doc. 96, Documentos Andaluces del Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo General de Andalucía (AGA), Sevilla, f. 526v.
[17] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 525r.
[18] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 530r.
[19] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 528v.
[20] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 531r.
[21] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 531v.
[22] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 529r.
[23] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 530v.
[24] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 531v.
[25] López Martínez, Arquitectos, escultores y pintores, 187. Segarra trabajó junto al albañil Juan Bernardo de Velasco en los planteamientos decorativos trazados por Francisco de Herrera para la iglesia del colegio de San Buenaventura; Antonio Martínez Ripoll, La Iglesia del Colegio de San Buenaventura. Estilo e iconografía (Sevilla: Diputación Provincial, 1976), 13-29; Arenillas, Del clasicismo al barroco, 103.
[26] Martín Roldán, Historia y Arte, 262. Aunque también cabe la posibilidad de una intervención conjunta en colaboración con fray Juan de Santa María, religioso arquitecto y tracista e hijo de aquel convento.
[27] De la Banda y Vargas, Las Cinco Llagas, 75.
[28] Cruz Isidoro, “Sobre el arquitecto Juan Segarra,” 423.
[29] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, Señorío de El Viso, leg. 5, doc. 1, Documentos Andaluces del Archivo Ducal de Medinaceli, AGA, f. 87r.
[30] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 67v.
[31] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 62v.
[32] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 126r.
[33] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 121r.
[34] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 114r.
[35] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 107r.
[36] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 108v.
[37] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 94v.
[38] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 102r.
[39] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 202v.
[40] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 188v.
[41] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 202v.
[42] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 167r.
[43] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 159v.
[44] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 159r. Existen referencias a otra intervención en la alberca ejecutada durante el año 1654, que fue pagada a partes iguales por el Consejo de la villa y la casa de Castellar; Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 211r.
[45] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 144r.
[46] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 87r.
[47] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 83v.
[48] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 79r.
[49] Arenillas, Del clasicismo al barroco, 250-257.
[50] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 235r.
[51] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 247v.
[52] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 159v.
[53] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 144r.
[54] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 87v. Existe otro Domingo González, ensamblador y arquitecto, vecino de Sevilla, residente en la collación de San Martín, casado con María de Flores, que desarrolla su quehacer entre 1631 y 1637, trabajando en Sevilla y Cazalla de la Sierra; López Martínez, Arquitectos, escultores y pintores, 51-56
[55] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 62v. Hay noticias de un tal Alonso Martín que colaboró con Lucas Díaz en las obras de la llamada “cárcel de la parra”, dentro de las reformas acometidas en el Palacio Arzobispal hacia 1641; Arenillas, Del clasicismo al barroco, 106.
[56] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 66v.
[57] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 83v. Un tal Bartolomé García aparece trabajando en 1651 en el adecentamiento del mirador alto de la casa de Pilatos y otras reformas del palacio; Arenillas, Del clasicismo al barroco, 115-116.
[58] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 226v.
[59] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 79r.
[60] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 75v.
[61] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 247r. Existe otro Andrés Correa, maestro cantero vecino de Sevilla, residente en la collación de Santa María la Mayor, que trabajaba junto a Nicolás Herrero en 1630 al servicio del duque de Alcalá, Fernando Afán de Ribera Enríquez, virrey y capital general de Nápoles, labrando una cruz de piedra de jaspe que se puso en la puerta principal del palacio; López Martínez, Arquitectos, escultores y pintores, 31-32; En el mismo año también se localiza en las labores de la puerta reglar del convento de Santa María la Real; Arenillas, Del clasicismo al barroco, 174-175.
[62] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 179r.
[63] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 188r.
[64] Baltasar Rojas, escribano, da testimonio sobre lo que recibió el convento de El Corpus Christi de El Viso de parte de la condesa de Castellar, f. 527r.
[65] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 257r.
[66] Alfredo J. Morales et al., Guía artística de Sevilla y su provincia (Sevilla: Diputación Provincial. Fundación José Manuel Lara, 2004), 313; Ángel Martín Roldán, “Una primera aproximación iconográfica de San Francisco de Asís en el Viso del Alcor,” en Actas del XXV curso de Verano del Franciscanismo en Andalucía. San Francisco en el arte y en la literatura (Priego de Córdoba, 18-20 de julio de 2019), coord. Manuel Peláez del Rosal y Cayetano Sánchez Fuertes (Priego de Córdoba: Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, 2020), 390.
[67] San Cecilio, Annales del Orden, 406.
[68] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, 87r.
[69] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 188r.
[70] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 188v.
[71] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 144r.
[72] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 121r.
[73] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 121r.
[74] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 87v.
[75] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 66v.
[76] Cuentas de cargo y data de El Viso desde 1648 a 1677, f. 226v.