¿Cóndores caribeños? Apuntes para el análisis iconográfico de los amuletos bimorfos huecoides

Caribbean Condors? Notes for the Iconographic Analysis of Dimorphic Huecoid Amulets

Paola Nicole Sánchez Nieves

Universidad de Puerto Rico, San Juan, Puerto Rico

paola.sanchez20@upr.edu

0009-0006-3432-569X

Recibido: 30/09/2024 | Aceptado: 05/12/2024

Resumen

Palabras clave

Entre los vestigios artísticos del Caribe ancestral, el legado artístico de la cultura huecoide en el patrimonio puertorriqueño permanece a grandes rasgos inexplorado. Desde su revolucionario hallazgo, se han invertido varios esfuerzos interdisciplinarios en estudiar los restos materiales huecoides. Sin embargo, la perspectiva histórico-artística se ve considerablemente opacada por la mirada arqueológica que suele predominar sobre los objetos prehispánicos. El presente artículo pretende analizar el motivo del ave rapaz en la producción plástica de la cultura huecoide, en aras de indagar su función simbólica y establecer posibles vínculos con su lugar de procedencia en el continente americano. Identificando paralelismos entre culturas afines, se proponen indicios para realizar un análisis iconográfico preliminar de la manifestación artística más distintiva del repertorio visual huecoide: tesoro ignorado del arte puertorriqueño.

Arte puertorriqueño

Caribe prehispánico

Amuletos huecoides

Cóndor andino

Cabeza trofeo

Iconografía

Abstract

Keywords

Among the many ancestral Caribbean vestiges in Puerto Rican artistic heritage, the Huecoid legacy remains largely unexplored. Since its revolutionary discovery, several interdisciplinary efforts have been invested in studying Huecoid culture and its material remains. However, as customary in the study of pre-Hispanic objects, a predominantly archeological approach completely overshadows the art historical perspective. This paper analyzes the raptorial bird motif in Huecoid art, exploring its symbolic purpose and establishing possible ties with the culture’s place of origin within the American continent. By assessing parallelisms between related cultures, this study suggests notable pointers to craft a preliminary iconographic analysis of the most distinctive artworks in Huecoid visual repertoire: ignored treasures of Puerto Rican art.

Puerto Rican Art

Pre-Hispanic Caribbean

Huecoid Amulets

Andean Condor

Trophy Head

Iconography

Cómo citar este trabajo / How to cite this paper:

Sánchez Nieves, Paola Nicole. “¿Cóndores caribeños? Apuntes para el análisis iconográfico de los amuletos bimorfos huecoides.” Atrio. Revista de Historia del Arte, no. 31 (2025): 8-30. https://doi.org/10.46661/atrio.9555

© 2025 Paola Nicole Sánchez Nieves. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0. International License (CC BY-NC-SA 4.0).

Introducción

La Hueca o huecoide fue una cultura agro-alfarera con raíces suramericanas que llegó a Puerto Rico durante el siglo III a. C. y cuyo marco cronológico abarca desde el año 250 a. C. hasta el 1545 de nuestra era[1]. Los huecoides se especializaban en la minuciosa talla de piedras preciosas y materiales frágiles que ponían de manifiesto una impresionante destreza. El repertorio artístico que se les adjudica es único en su clase y distintivo entre los demás grupos nativos del Caribe. Los ejemplares más característicos del arte huecoide son adornos bimorfos encabezados por un ave rapaz que la historiografía convencional ha denominado “cóndor andino”, pese a carecer de evidencias concluyentes para justificar dicha atribución taxonómica. Estos amuletos han servido para consolidar la identidad cultural huecoide en la era cerámica temprana. Sin embargo, la literatura existente no abunda en su posible significación más allá de atribuirles una connotación ritual implícita.

A continuación, figuran consideraciones generales para el estudio iconográfico-iconológico de los amuletos bimorfos huecoides. Se examinarán representaciones ornitomorfas y datos etnohistóricos de culturas prehispánicas afines para establecer correspondencias e indagar su simbolismo mágico-religioso. Los huecoides inmortalizaron su imaginario cosmogónico en una manifestación extraordinaria del arte puertorriqueño que, lastimosamente, no ha alcanzado su merecido reconocimiento en la cultura popular. El presente artículo abordará la enigmática obra de este grupo primigenio de artistas, aspirando a servir como punto de partida para futuros estudios histórico-artísticos sobre la producción plástica huecoide.

Aspectos formales

Los artistas huecoides realizaron una multitud de adornos corporales con diferentes tipos de materiales. Entre ellos, sobresalen los líticos por sus representaciones zoomorfas de especies fácilmente reconocibles (como aves o ranas) y reptiles aún no identificados. Aunque es muy variado su repertorio, la repetición de colores y animales en sus obras parece insinuar una temática común. La cantidad de diminutos ornamentos trabajados con intachable minuciosidad sugiere una tradición artística milenaria y un complejo sistema religioso.

Inmersas en la abundancia de su ajuar lítico, las piezas que mejor sugieren una probable estratificación social en la cultura huecoide son los amuletos ornitomorfos de tonalidades verdosas que a menudo ilustran las portadas de sus catálogos. Esta idea incide en la noción de una religiosidad sistemática y fundamental para esta población. Los pendientes de aves rapaces se reconocen arqueológicamente en múltiples islas del Caribe, pero el acervo de los sitios huecoides en Puerto Rico[2] es comparativa y significativamente mayor. Estos adornos tienen la particularidad de albergar en su canon dos unidades figurativas dispares.

El diseño bimorfo de los pendientes huecoides muestra un ave rapaz con una silueta ambigua entre las garras. Esta figura se ha asociado tradicionalmente a una cabeza humana o cabeza trofeo que, para ciertas tribus suramericanas, simboliza la decapitación victoriosa de un enemigo. No obstante, otros expertos han sugerido la posibilidad de que se trate de una tortuga o concha[3]. La vasta mayoría de los ejemplares exhumados en Vieques responde a estos criterios, excepto uno que se desiguala porque el ave tallada sostiene otra avecilla o pichón[4] (Fig. 1).

Fig. 1. Izquierda: amuleto bimorfo tallado en jadeíta que representa un ave rapaz con cabeza humana en las garras. Tipología exclusiva de Puerto Rico, 51 x 42 mm. Derecha: amuleto bimorfo huecoide donde la figura principal sostiene a un ave de menor tamaño. © Fotografías: Luis Chanlatte Baik e Yvonne Narganes Storde, 2005.

La variedad de materiales que usaban los artistas huecoides constata una amplia “red de intercambio de materias primas de gran significado cultural entre poblados aborígenes de las islas del Caribe y sus lugares de origen en el continente”[5]. Algunas cuentas de collares, por ejemplo, se realizaron con minerales imposibles de encontrar en la geología puertorriqueña, como la amatista, la aventurina y el citrino. Así pues, en décadas recientes, se ha desvelado la naturaleza dinámica del Caribe istmo-antillano precolonial.

Los talismanes bimorfos huecoides eran primordialmente realizados en jadeíta, serpentina y calcita. Pese a la correspondencia entre las Antillas y América continental, el hallazgo de múltiples amuletos en diversas fases de elaboración certifica una producción local de estas piezas (Fig. 2). Asimismo, el reciente descubrimiento de jadeíta en Cuba apunta hacia una fuente local para los artefactos antillanos precolombinos de jade[6] y abre paso a nuevas teorías sobre los mecanismos de distribución de materias primas en el Caribe inmemorial[7].

Fig. 2. Etapas de elaboración para los amuletos bimorfos huecoides. © Fotografía: Luis Chanlatte Baik e Yvonne Narganes Storde, 2005.

Con respecto a su fabricación, los amuletos se confeccionaban en un bloque rectangular aplanado donde para los ojos, las alas y el tocado de la cabeza humana se empleaba la técnica de incisión. En cambio, el pico, la carúncula, la cabeza humana y la cola eran tallados[8]. Dentro del análisis formal de estas obras, cabe resaltar su diminuta escala, cuyas dimensiones oscilan entre 14 y 57 milímetros de altura (Fig. 3). Por tanto, la maestría técnica de sus hacedores es evidenciable, no solo por el tamaño de las piezas, sino por la fragilidad del material y el cuidado que supone su trabajo.

Fig. 3. Variedad de amuletos bimorfos en relación con su escala. © Fotografía: Luis Chanlatte Baik e Yvonne Narganes Storde, 1984.

Ser o no ser: el problema del “cóndor huecoide”

Al hablar del arte huecoide, es inevitable mencionar la figura del cóndor que la historiografía ha dado por sentada como rasgo definitorio. El ave representada se ha vinculado al cóndor andino por múltiples razones. Entre ellas, según algunos autores, el dimorfismo sexual denotado por la carúncula podría explicar por qué algunos amuletos exhiben esta especie de “cresta” y otros no. Además, la referencia al Vultur gryphus se ha sugerido por la morfología del pico, la postura encorvada y las garras fuertes tan características en las representaciones figurativas de esta ave. A continuación, exploraremos las implicaciones de esta atribución taxonómica y proveeremos una perspectiva distinta a lo previamente establecido.

En las creencias mágico-religiosas, la clasificación simbólica de los animales normalmente responde a los cuatro elementos. Las aves representan el aire; su vuelo es una metáfora de ascensión y libertad[9]. Se consideran portadoras de mensajes[10] y por eso los chamanes alrededor del mundo han interpretado su vuelo y usado sus plumas en ámbitos ceremoniales. Ciertas aves “permiten a las personas comprender lo inexplicable porque encarnan contrastes y resuelven oposiciones”[11]. Algunas, como el cóndor, poseen atributos que las convierten en una alegoría especialmente apta para expresar conceptos existenciales abstractos que parecen oponerse, pero van de la mano para establecer el balance natural: vida, muerte y regeneración. “Si partimos de la hipótesis de que, en las sociedades agrícolas andinas, el sentido del sacrificio de la vida humana estuvo estrechamente ligado a la regeneración de los ciclos vitales y a la renovación del orden social”[12], no resulta difícil advertir una posible relación entre los dos elementos figurativos que componen los amuletos ornitomorfos huecoides: el cóndor y la cabeza trofeo.

La referencia directa al cóndor andino ha servido para trazar orígenes viables de la migración huecoide a las Antillas. En los yacimientos arqueológicos huecoides, se hallaron colgantes de colmillos de pecarí y jaguar que reiteran la vigencia de los vínculos emocionales y culturales que se mantuvieron con el continente[13]. Si bien reconocen la ausencia de cóndores andinos en el Caribe, los autores que han abordado el tema hasta la fecha presuponen que las imágenes fueron reproducidas a lo largo de los siglos: no por estímulo inmediato, en un principio, sino por tradición o valor representativo.

Sin embargo, solo ligar la imagen con un determinado lugar en Suramérica, podría significar una interpretación muy superficial de la riqueza que albergaba el pensamiento mágico de estas culturas. A través de la historia, en el arte mitológico han figurado esbozos de criaturas trastocadas o quiméricas. Dar por sentado que el ave en los amuletos huecoides solo responde a la representación naturalista de una especie biológica concreta, le resta a su potencial valor simbólico. El “pájaro horrible” de la cultura nazca[14], por ejemplo, es un ave antropomorfizada que ilustra una de las fuerzas más poderosas del cielo. Su aspecto nace de la fusión entre el cóndor y el halcón[15]. De igual manera, los retratos de águilas y buitres a menudo se confunden en el arte prehispánico, ya que en la cosmología de la región Maya y la Amazonía, son intercambiables o interrelacionados[16].

Pese a ser especies distintas, tanto el cóndor andino y el buitre real, lucen un collar de plumas y un buche expandible que emerge del plumaje circundante. Estas características figuran ocasionalmente en las iconografías catártidas de Sur y Centroamérica (Fig. 4), pero escasean en las estampas caribeñas[17]. Se entiende, entonces, que una mirada demasiado cientificista puede desviar el análisis conceptual de estas obras. El buitre plasmado en esta vasija maya exhibe una morfología semejante a la del ave rapaz en los amuletos huecoides (Fig. 5). Se presenta de perfil, encorvado, con garras flexionadas, ojos redondos y, aunque el pico esté abierto, manifiesta una curvatura similar. El contorno y la geometría adquieren un protagonismo especial en ambas obras. Con estas semblanzas, podemos ver cómo recursos estéticos análogos pueden representar especies de aves distintas.

Fig. 4. Pendientes mochica con cóndores andinos, Perú, 390-450 d. C. Oro, cobre y plata, 10 cm. © Fotografía: dominio público, Museo Metropolitano de Nueva York.

Fig. 5. Despliegue del programa iconográfico de una vasija maya. Escena sacrificial con música, danza y un buitre con una serpiente alrededor del cuello. © Fotografía: Justin Kerr, K791.

Sobre la fortaleza en las garras que generalmente se usa para justificar la taxonomía del cóndor, Giovas ha recalcado que todos los catártidos poseen talones débiles diseñados para caminar y no para agarrar o cazar[18]. Esta es una característica definitoria de su familia biológica. Aunque los cóndores y los buitres ocasionalmente puedan cazar presas pequeñas, ninguno de ambos habitúa a cargar peso en sus talones. Aun así, las cosmogonías bribri y cabécar les atribuyen a buitres la siembra de los cuatro soportes de la Tierra y a un zopilote (buitre negro) ser el soporte principal[19]. Los buitres son héroes culturales en la tradición costarricense y un motivo prominente en el arte prehispánico de su región. En tal caso, las garras de este ave se representan con fortaleza —pese a ser débiles en la vida real— porque espiritualmente sostenían el pilar central de la casa cósmica. Asimismo, la reiterada correlación entre las aves rapaces y la decapitación en la iconografía suramericana tampoco refleja un comportamiento natural, pues nunca se han visto cóndores andinos haciendo esfuerzos significativos para romper cráneos animales[20].

Existe una línea muy fina entre el origen y la vigencia de las atribuciones místicas a los animales en la espiritualidad. Aunque partan de características conductuales y fisiológicas observables, conforme evolucionan las creencias, muchas asignaciones totémicas paran de limitarse a lo tangible o lo empírico. Con respecto al argumento de la carúncula, más allá del dimorfismo sexual, su presencia o ausencia también podría significar una distinción entre adultez y niñez, ancianidad y juventud: lo viejo frente a lo nuevo. Esta interpretación es consistente con la asociación cosmológica de los buitres con la muerte, la transformación y la renovación de la vida en las sociedades indígenas de América, y admite la posibilidad de que los amuletos huecoides puedan representar buitres reales[21] o incluso especies endémicas[22] que forman parte del paisaje natural y cultural de Puerto Rico, como el guaraguao, el gavilán y el múcaro. Estas aves, por su prominencia en el entorno caribeño, pudieron haber tenido un lugar significativo en las creencias locales y repercutido en sus creaciones artísticas.

Aves rapaces en cosmogonías ancestrales

“Cada animal posee cualidades positivas o negativas constantes, que permiten adjudicarlo a un modo esencial de manifestación cósmica”[23]. Desde tiempos inmemoriales, las aves han protagonizado los mitos fundacionales de la humanidad. Son capaces de recoger aspectos espirituales y políticos de la sociedad. Las aves se consideraban animales poderosos y dominantes, dioses que controlaban los espacios celestes y conocían los acontecimientos del universo. En especial las migratorias y las rapaces, dominaban los elementos, actuaban como mensajeros divinos entre mundos e indicaban presagios. Los chamanes y los líderes se vestían como aves y, a menudo, utilizaban un bastón de pájaro como símbolo de autoridad para asimilar sus poderes[24].

Por su naturaleza indómita, las aves rapaces han sido símbolos de poder a nivel global[25]. Las aves de rapiña constituyen un grupo funcional que incluye desde hábiles cazadoras como los halcones, hasta carroñeras como los buitres del viejo y del nuevo mundo[26]. Estas ejercen varios roles ecológicos[27]. Las carroñeras prestan los servicios ambientales de mineralizar la materia orgánica y confinar localmente parásitos y enfermedades presentes en carcasas de animales muertos[28]. De igual forma, sus lazos con la agricultura las vinculaban a los gobernantes, quienes debían garantizarles la prosperidad a sus súbditos.

En los pueblos mesoamericanos, los buitres estaban relacionados con las cuevas: vías de acceso al inframundo. Además, auguraban padecimientos e impurezas. Para los mayas, el buitre rey traía muerte y que uno entrara al hogar era sinónimo de enfermedad. Sin embargo, la conexión con la muerte no desmerecía su esencia sagrada. Los buitres y los cóndores se asociaban con dioses sacrificadores y autoridades políticas. En el acto de consumir a los muertos, se decía que liberaban el espíritu y podían transportar las almas hasta el cielo en sus alas[29]. Curiosamente, la capacidad de escoltar a los muertos no solo deriva de su vínculo con el inframundo sino también con el sol en los cielos y la creación del cosmos, como se documenta para los bribri en Costa Rica[30].

La asociación de los buitres con la muerte posee una complejidad que supera el acto de comer carroña, y surge de su reputación como mensajeros de la deidad solar que se elevan en el cielo a grandes alturas. En religiones mesoamericanas de antaño, el águila, el colibrí y el zopilote eran los principales emisarios del sol[31]. El águila era el sol en el cielo, el colibrí era el sol en la tierra y el zopilote era el sol en el inframundo de la muerte[32]. Para estas tres aves, la unión al dios del sol significó una consecuente relación con el sacrificio humano[33].

Correspondencias mágicas

El color es una característica clave en el análisis de este motivo iconográfico. Si nos consta que los huecoides tenían acceso a una extensa gama cromática de materias primas, entonces debemos considerar el significado simbólico que pudo constituir la preferencia de un color sobre otros. En otras palabras: no debió ser azarosa la adjudicación de matices amarillentos y verdosos a la imagen de un ave rapaz (Fig. 6). A continuación, exploraremos la conexión de los colores verde y amarillo con el agua y el sol, respectivamente.

Fig. 6. Amuletos bimorfos realizados en jadeíta y serpentina. Alto: 15 mm a 57 mm. © Fotografía: Luis Chanlatte Baik e Yvonne Narganes Storde, 2005.

Recordemos la asociación agrícola del buitre y el cóndor. El estado elevado de estas aves se debe al poder transformador que tienen sobre la muerte. Pueden comer carroña y convertir la decadencia en nueva vida, perpetuando así el ciclo de renovación[34]. De igual modo, el flujo del agua es indispensable para la agricultura y, desde la época precolombina en Centroamérica, se relacionó con los ciclos de la vida, la muerte y la fertilidad[35]. Si analizamos una muestra de pedrería huecoide, es inevitable notar la reincidencia de colores verdosos en las representaciones de reptiles y anfibios: animales que también se vinculan con el agua y el culto a la fertilidad.

En vista de los patrones cromáticos existentes, podríamos adscribirles un simbolismo acuátil a los cóndores huecoides. A los buitres se les atribuyen cualidades vivificantes relativas a la agricultura, el fuego, la lluvia, el tabaco, el incienso y el jade precioso[36]. Todos ellos, a su vez, atañen al agua. Aunque ni el cóndor ni el buitre son aves acuáticas, se asocian con la lluvia y la fecundidad en las cosmogonías andinas. Los poderes agrarios y pluviales que encarnan estas aves no solamente están relacionados con los cielos, sino también con el inframundo al que regresan las aguas y del que emergen las semillas[37].

Sabemos que el cóndor y otras aves constituían una importante alegoría solar en las cosmovisiones de civilizaciones antiguas. En Costa Rica, por ejemplo, el alto estatus del buitre como pájaro del sol se demuestra por su frecuente representación en artefactos de oro[38]. Se pensaba que las aves solares traían el agua, dadora de vida, desde el cielo a la tierra[39]. Además, se creía que las más poderosas (las rapaces) provocaban los ciclones, truenos y relámpagos[40]. Así pues, las asociaciones de las aves con el sol, el fuego o la luz, a menudo iban acompañadas del agua por defecto.

¿Amuleto o moneda?

La reutilización de los adornos ornitomorfos huecoides incide en su importancia simbólica[41] (Fig. 7). Cuando se rompían, en vez de desecharse, se remendaban para preservar su uso. Con este propósito, se les abría una nueva perforación y se alisaban las áreas quebradas[42]. Esto afianza, sin duda, la importancia cultural que poseían tanto los amuletos como el material en el que se realizaban.

Fig. 7. Fragmento de la parte antropomorfa de un amuleto tallado en serpentina que fue reutilizado. Alto: 31 mm. © Fotografía: Luis Chanlatte Baik e Yvonne Narganes Storde, 2005.

Según hemos visto, la cultura huecoide era parte de una gran red de intercambio[43]. Ante esto, algunos autores sostienen que los pendientes bimorfos suponían parte importante de lo que hoy día entenderíamos como una moneda corriente.

Aunque la tipología del pendiente huecoide es exclusiva de Puerto Rico, este no es el único lugar donde se han hallado amuletos con un motivo similar. La analogía más destacable se encuentra en Costa Rica[44] (Fig. 8). El pájaro de los amuletos costarricenses, sin embargo, se ha identificado como el buitre rey por su anatomía. Se presume que la conexión del pico con la presa habla más de su naturaleza carroñera que de algún simbolismo inherente[45]. No obstante, esta aproximación pseudobiológica puede distar de la intención artística inicial.

Fig. 8. Pendientes de aves rapaces (comparación de tipologías iconográficas): Vieques (a y b) y Costa Rica (e y f). © Fotografía: The Oxford Handbook of Caribbean Archaeology, 2013.

Más allá de las sutiles diferencias iconográficas en los ejemplares de Costa Rica y Puerto Rico, resaltan coincidencias fundamentales entre ambos. Entre ellas, se destacan “la manera en que estaban supuestos a colgar (como si sobresalieran del cuerpo), la materia prima empleada para su confección (serpentina y jadeíta) y la técnica de manufactura (abrasión por hilo)”[46]. Dichas similitudes sugieren la importancia panregional de los amuletos ornitomorfos en el Caribe precolonial. Pudieron ser imágenes totémicas que servían para asociar a los intérpretes de esta tradición con un lugar ancestral de la región istmo-colombiana.

La noción de estos objetos como “monedas” en su tiempo es interesante porque brindaría otra dimensión a su análisis: un valor económico que elevaría la importancia de su materialidad. Entonces, la reutilización de piezas quebradas sería equivalente al acto de reparar billetes con cinta adhesiva en la modernidad. De todos modos, los amuletos eran un significante o distintivo de clase. Si bien se hallaron muchísimos ejemplares, no son los suficientes para hablar de una moneda generalizada. Así pues, quien portase el amuleto, sobresalía de la población regular.

En las garras…

La evidencia osteológica indica que los huecoides introdujeron la práctica de la deformación cefálica intencional en las Antillas[47] (Fig. 9). En los adornos bimorfos, el ave suele sostener la silueta de una cabeza humana. Curiosamente, algunas de estas cabezas aparentan ostentar el tipo de deformación presente en las tribus aborígenes antillanas[48]. Tanto la deformación cefálica y las técnicas escultóricas huecoides aluden a una longeva tradición. Esta perspectiva realza los amuletos bimorfos como perpetuadores de una cultura que se nutría de imágenes aprendidas, como el cóndor, y cotidianas como las modificaciones corporales corrientes.

Fig. 9. Sección de la cabeza de un amuleto bimorfo tallado en serpentina, 60 x 40 mm. Según Crespo Torres, muestra la deformación cefálica intencional del tipo tabular oblicua fronto-occipital. © Fotografía: Luis Chanlatte Baik e Yvonne Narganes Storde, 2005.

Hemos reconocido la avecilla del sitio La Hueca como otra figura en las garras del “cóndor”. Sin embargo, algunos ejemplares hallados en Punta Candelero exhiben una morfología distinta que se ha catalogado como un jaguar[49] (Fig. 10). Pese a ser un animal exótico al Caribe, el jaguar no era ajeno a los huecoides. Esto nos consta por los colgantes de colmillos que se encontraron junto a sus restos. Así pues, no es del todo inverosímil sugerir la representación de este felino.

Fig. 10. Amuleto huecoide realizado en serpentina. Según Rodríguez López, en la parte izquierda puede apreciarse la figura de un jaguar y en la parte derecha, el cóndor. © Fotografía: Miguel Rodríguez López, 2014.

La cultura moche puede darnos pistas para enlazar el cóndor y el jaguar. En el antiguo Perú, la división entre lo celestial y lo terrenal era crucial para comprender el universo. Por su capacidad de volar, las aves representaban la esfera celeste. El mundo de arriba era dominado por los astros y fuerzas extraordinarias lejos de nuestro control, mientras que el mundo de abajo, capaz de engendrar vida, era el lugar donde se sembraban y germinaban las semillas. Este espacio subterráneo, “húmedo como un útero”, era un mundo de agua, lagunas, manantiales y ríos. Las fuerzas opuestas de “arriba” y “abajo” convergían en el “aquí y ahora” del mundo terrenal. El poder de este mundo se representaba con grandes felinos, como el puma y el jaguar, que eran cazadores sobresalientes[50].

El jaguar ocupó un rol importante en la cosmovisión mesoamericana como una entidad sobrenatural que conjugaba diversos atributos[51]. Su hábitat natural ha propiciado la asociación del jaguar con algunas potencias terrenas y lugares de acceso al inframundo. “El carácter de las cuevas y del jaguar se fusionan para dar origen a un simbolismo correlativo a los orígenes de los grupos humanos, al del espacio donde se ratifican y entronizan los poderes de los gobernantes, y al retorno de los hombres de poder –chamanes, sacerdotes, gobernantes– que de ahí emergieron”[52]. Así como el cóndor y otras aves rapaces, el jaguar también está ligado a la jerarquía y el poder humano frente a la divinidad.

También podríamos considerar la figura del perro como un posible cuadrúpedo representado en el registro inferior de los amuletos. El perro fue una especie sumamente importante para los huecoides. Tanto así, que en sus yacimientos se recuperaron numerosas osamentas caninas y piezas de barro moldeado, entre otras manifestaciones artísticas dedicadas a la representación de este animal[53]. Rodríguez López ya ha propuesto el posible rol del perro como sustituto domesticado del jaguar en las Antillas [54]. “En la mitología suramericana el perro cazador y el jaguar son animales relacionados y complementarios, que representan el poder de los guerreros y la autoridad masculina”[55]. El motivo iconográfico de la cabeza trofeo comparte las connotaciones bélicas y viriles que poseen el perro y el jaguar.

Cabezas trofeo y regeneración

Los ritos sacrificiales en el mundo andino eran de magnánima importancia para el destino de las masas. El cuerpo humano se concebía como un garante de comunicación con lo sagrado ya que constituía una máxima ofrenda: insuperable en calidad. Algunas culturas exaltaban la cabeza humana como fuente de vigor[56]. La cabeza, en este pensamiento mágico, se asociaba al poder que regía y ordenaba la comunidad: la cabeza del linaje. Por consiguiente, más allá de su función biológica, la cabeza se habría consagrado como la parte más valiosa del cuerpo humano en términos sociales y cosmológicos[57].

La práctica de decapitar y conservar la cabeza del ejecutado para ofrendarla en espacios ceremoniales está abundantemente documentada en la arqueología de los Andes, con mayor prominencia en la región costera sur peruana[58]. El poder de las cabezas enemigas capturadas residía en sus cualidades regenerativas. Estas “cabezas-semilla” se consideraban “portadoras de una fuerza vital de sustancias del alma” capaz de diseminar y proliferar procesos productivos[59]. En la cultura nazca, “a los hallazgos arqueológicos se suma la presencia recurrente en la iconografía del motivo que se ha identificado como cabeza trofeo[60].

Las cabezas trofeo son cráneos humanos que han sido cercenados de sus cuerpos en momentos anteriores o posteriores a la muerte. El término fue acuñado a principios del siglo XX por el arqueólogo Max Uhle[61] que interpretó las imágenes de cabezas mutiladas en la iconografía andina como trofeos de guerra[62]. Pocos años más tarde, Julio C. Tello examinó varias cabezas trofeo y concluyó que estas eran símbolos importantes de poder religioso y social, y no simples botines de guerra. “Tello argumentó que la presencia de mujeres y niños en la muestra, junto con el hecho de que todas las cabezas presentaban la deformación ‘nazca’, indicaba que era improbable que las cabezas fueran tomadas de enemigos muertos”[63]. De este modo, Uhle y Tello sentaron las bases de una controversia aún vigente en la comprensión de la arqueología peruana: ¿las cabezas trofeo nazca pertenecieron a enemigos o a antepasados?

No existe evidencia arqueológica suficiente para refutar o comprobar decisivamente cualquiera de las dos teorías. Sin embargo, “la cuidadosa preparación de la cabeza momificada y la fuerte relación iconográfica de las ‘cabezas trofeo’ con seres míticos parecen confirmar la importancia de su uso ritual”[64]. Pese a proponer orígenes contrarios para las cabezas trofeo, ambas hipótesis les atribuyen una significación mayor.

Las cabezas trofeo pudieron servir como símbolos de fertilidad, objetos de culto o insignias bélicas[65]. Peters[66] sostiene en la iconografía paracas tardía y nazca temprana se mostraban “con cazadores/guerreros, con frijoles y figuras de felinos/monos, y con cóndores e imágenes de sacrificio humano”, constatando la relación simbólica entre las cabezas trofeo y la guerra, fecundidad e inmolación humana[67]. Parece ser un tema iconográfico donde subyacen principios de germinación, nacimiento, vida y renovación[68]. Aunque en épocas nazca posteriores el motivo de la cabeza trofeo aparece más insistentemente en contextos relacionados con la guerra, algunos expertos[69] sostienen que el imaginario paracas y nazca exhibe la correspondencia entre las cabezas trofeo y los ancestros con nociones de muerte y de regeneración cíclica[70]. El crecimiento de la flora se asocia, alegóricamente, con las heridas, la sangre y otros fluidos corpóreos. La coherencia de estas metáforas intercambiables se centra en la percepción del agua y la sangre como fluidos fértiles, necesarios para la regeneración de los ciclos agrícolas y míticos[71]. La decapitación conlleva un derramamiento de sangre mayúsculo y, en este sentido, “la acción misma no estaría solo destinada a separar la cabeza del cuerpo” sino a verter una gran cantidad del fluido vital por antonomasia[72].

Cada vez que la cabeza trofeo aparece asociada a un personaje mítico, este puede portarla como galardón. “Siempre es más pequeña que la cabeza del ser que la porta, lo que podría interpretarse en clave de perspectiva jerárquica, y está tratada con mayor síntesis y esquematismo”. Cuando son portadas por seres mitológicos, se enfatiza la idea de las cabezas trofeo “como ofrendas a las deidades para que estas garantizasen el orden social, natural y cósmico”[73].

La incidencia de la cabeza trofeo como motivo iconográfico en el arte nazca es mucho mayor a la de las cabezas momificadas y los cráneos sueltos confirmados por el registro arqueológico[74]. A pesar de que los restos osteológicos son escasos y limitados a ciertos periodos, el imaginario de las cabezas trofeo es común a través de toda la región andina en prácticamente todas las épocas[75]. Este interesante dato señala el alcance que tuvieron ciertas imágenes como “posibles transmisoras de una carga formal-significante, capaz de producir una emoción colectivamente compartida, más que como descripciones literales de prácticas concretas”[76].

Consideraciones finales

El análisis de los amuletos huecoides sugiere que sus representaciones ornitomorfas no pretendían ser estampas precisas de atributos fisionómicos. Más bien, trascendían convenciones naturalistas para comunicar aspectos abstractos de la experiencia humana. Este simbolismo refleja las prácticas y cosmovisiones indígenas de otras regiones en América continental, donde las aves no solo eran mensajeras divinas, sino también guardianas de los ciclos naturales y sociales.

Asumir al cóndor como motivo escultórico definitivo, aunque atractivo por sus conexiones andinas, debe contextualizarse en un marco más amplio que considere las diferencias geográficas y ecológicas entre la América continental y la insular. En el espacio caribeño, la ausencia corpórea del cóndor andino nos invita a examinar más a fondo el posible rol de aves rapaces endémicas en las tradiciones chamánicas y religiosas locales.

El arte huecoide ofrece una ventana invaluable hacia los vínculos culturales y espirituales entre el Caribe prehispánico y el continente americano: interrelación que no solo facilitó el acceso a materias primas valiosas, sino también al intercambio de ideas, creencias y técnicas artísticas. La afinidad entre el jade y los buitres en Sur y Mesoamérica puede hablarnos de una importancia agrícola adscrita a los pendientes de La Hueca. Lejos de desmeritar un potencial simbolismo solar como el visto en Costa Rica, lo previo podría incluso reforzar los talismanes como una alegoría cíclica de la vida y la muerte. Del mismo modo, es interesante que todos sus elementos figurativos –el ave rapaz, la cabeza trofeo, y el jaguar o perro– tengan connotaciones regenerativas y estén relacionados con el poder social y religioso. Aunque no se conozca con exactitud la funcionalidad de los amuletos huecoides, estas concomitancias simbólicas pueden suponer un punto de partida.

No debemos perder de vista que los huecoides llegaron a Puerto Rico con un bagaje cultural característico que se mantuvo por más de mil años y cuyo alcance cronológico advierte su envergadura. La perduración e inmutabilidad de este lenguaje estético nos habla de una importante tradición capaz incluso de sobrevivir los primeros embates de la invasión europea. La datación de restos hasta el 1540 d. C. resulta desconcertante y hace que su atribución estilística rinda poca utilidad para aplicaciones arqueológicas[77]. Sin embargo, adoptar un enfoque histórico-artístico permite visibilizar el papel de estas piezas como parte fundamental del patrimonio estético y espiritual del Caribe.

Referencias

Aguilar Piedra, Carlos. Los usékares de oro. San José: Fundación Museos del Banco Central de Costa Rica, 1996.

Allan, Sarah. “Sons of suns: myth and totemism in early China.” Bulletin of the School of Oriental and African Studies 44, no. 2 (1981): 290-326. https://doi.org/10.1017/S0041977X00138984.

Arnold, Denise, y Christine Hastorf. Heads of State. Icons, power and politics in the Ancient and Modern Andes. Walnut Creek: Left Coast, 2008. https://doi.org/10.1017/S0022216X08005154.

Benson, Elizabeth. “The Vulture: The Sky and The Earth.” En Eight Palenque Round Table, 309-320. San Francisco: Pre-Columbian Art Research Institute, 1996. https://doi.org/10.2993/0278-0771-36.4.783.

Bonatti, Javier. “El Zopilote: Caquero y Psicopompo.” En II Congreso sobre Pueblos Indígenas, 203-214. San José: Universidad de Costa Rica, 2003.

Bovisio, María Alba, y María Paula Costas. “Cabezas trofeo: cuerpo, objeto y representación.” En Actas del 1er Encuentro Latinoamericano de Investigadores sobre Cuerpos y Corporalidades en las Culturas. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 2012.

Castro-Prieto, Jessica, Joseph M. Wunderle Jr., José A. Salguero-Faría, Sandra Soto-Bayó, Johann D. Crespo-Zapata, y William A. Gould. The Puerto Rico Breeding Bird Atlas. Río Piedras: U.S. Department of Agriculture Forest Service, International Institute of Tropical Forestry, 2021. https://doi.org/10.2737/IITF-GTR-53.

Chanlatte Baik, Luis, e Yvonne Narganes Storde. Arqueología de Vieques. San Juan: Museo de Historia, Antropología y Arte, Centro de Investigaciones Arqueológicas, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 1984.

−−−. Cultura La Hueca. San Juan: Museo de Historia, Antropología y Arte, Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Puerto Rico, 2005.

Coelho, Vera Panteado. “Enterramentos de cabeças da cultura Nasca.” Tesis doctoral, Universidad de São Paulo, 1972.

Corona-Martínez, Eduardo. “Las aves de los entornos domésticos prehispánicos en el centro de México.” En La Arqueología de Los Animales de Mesoamérica, editado por Christopher M. Götz y Kitty F. Emery, 83-98. Atlanta: Lockwood Press, 2014. https://doi.org/10.2307/j.ctvvnctc.9.

Costas, María Paula. “Cabezas trofeo en el mundo andino: interpretaciones acerca de su sentido en relación a las creencias ligadas al mantenimiento del orden cosmológico.” Avances 22, no. 2 (2012): 57-70.

Crespo Torres, Edwin. “La cultura huecoide y su conexión con la introducción de la práctica de la deformación cefálica en las Antillas.” En Cultura La Hueca, 57-63. San Juan: Museo de Historia, Antropología y Arte, Centro de Investigaciones Arqueológicas, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 2005.

Del Olmo Frese, Laura. “Los Huecoides en Punta Candelero, una cultura ancestral.” En Integración de la cultura Huecoide y la arqueología al salón de clase, 21-31. Gurabo: Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, Universidad del Turabo, 2014.

Forgey, Kathleen, y Sloan Williams. “Cabezas trofeo nasca: evidencias osteológicas y arqueológicas de la colección Kroeber.” Revista Andina 36, no. 1 (2003): 237-261.

Frame, Mary. “Blood, fertility and transformation: Interwoven themes in the Paracas necropolis embroideries.” En Ritual Sacrifice in Ancient Peru, 53-92. Texas: University of Texas Press, 2001. https://doi.org/10.7560/708938-005.

García Casco, Antonio, Antonio Rodríguez Vega, J. Cárdenas Párraga, Manuel A. Iturralde-Vinent, C. Lázaro, I. Blanco Quintero, Y. Rojas Agramonte, A. Kröner, K. Núñez Cambra, G. Millán, R. L. Torres-Roldán, y S. Carrasquilla. “A new jadeitite jade locality (Sierra del Convento, Cuba): First report and some petrological and archeological implications.” Contributions to Mineralogy and Petrology 158, no. 1 (2009): 1-16. https://doi.org/10.1007/s00410-008-0367-0.

Giovas, Christina. “A Critical Appraisal of the Taxonomic Attribution of Raptorial Bird Pendants: Is the Condor King?” Ponencia presentada en el XXVII Congreso Internacional de Arqueología del Caribe, Santa Cruz, julio de 2017.

Gordillo, Sandra. “El cóndor andino como patrimonio natural y cultural de Sudamérica.” En Actas del Primer Congreso Internacional del Patrimonio Cultural, 327-345. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 2002.

Heredia, Iván. “La cultura mochica. Mitos y rituales en el antiguo Perú.” iHistoriArte, 5 de diciembre de 2016. Consultado el 5 de agosto de 2019. https://ihistoriarte.com/articulos/la-cultura-mochica-mitos-y-rituales/.

Kidd, Travis. Animal Diversity Web. “Vultur gryphus.” Consultado el 3 de septiembre de 2019, http://animaldiversity.org/accounts/Vultur_gryphus/.

König, Claus, Friedhelm Weick, y Jan-Hendrik Becking. Owls of the World. New Haven: Yale University Press, 2009.

Limón, Silvia, y Clementina Battcock. “Aves solares: el águila, el colibrí y el zopilote en Mesoamérica.” En Animales de Dios, editado por A. López Autin y L. Millones Santa Gadea, 113-164. Lima: Fondo Editorial de la Asamblea de Rectores, 2012.

Mires Ortiz, Alfredo. Así en las flores como en el fuego, la deidad colibrí en amerindia y el dios alado en la mitología universal. Quito: Ediciones Abya-Yala, 2000.

Narganes Storde, Yvonne. “La lapidaria de La Hueca, Vieques, Puerto Rico.” En Actas del XV Congreso Internacional de Arqueología del Caribe (San Juan, 25-31 de julio de 1993), coordinado por Ricardo Alegría y Miguel Rodríguez, 141-151. San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1995.

Peters, Ann H. “Ecology and Society in Embroided Images from the Paracas Necropolis.” En Paracas Art and Architecture: Object and Context in South Coastal Peru, 240-314. Iowa City: University of Iowa Press, 1991.

Preuss, Mary. Gods of the Popol Vuh. Culver City: Labyrinthos, 1988. https://doi.org/10.2307/281586.

Proulx, Donald. “Trophy Heads: Victims of Warfare or Ritual Sacrifice?” En Cultures in Conflict: Current Archaeological Perspectives, 73-85. Calagary: Archaeological Association, University of Calgary, 1989.

−−−. “Trophy Head-Taking and Human Sacrifice in Andean South America.” En Handbook of South American Archaeology, editado por Helaine Silverman y William Harris Isbell, 1047-1060. Nueva York: Springer, 2008. https://doi.org/10.1007/978-0-387-74907-5_52.

Raimilla, Victor, y Jaime Rau. “Percepciones humanas sobre las aves rapaces: una revisión sinóptica centrada en las costumbres y mitos de la zona sur-austral de Chile.” Hornero 32, no. 1 (2017): 139-149. https://doi.org/10.56178/eh.v32i1.547.

Rappenglück, Michael. “Heavenly Messengers: The Role of Birds in the Cosmographies and the Cosmovisions of Ancient Cultures.” En Cosmology Across Cultures, 145-150. Vol. 409. San Francisco: Astronomical Society of the Pacific, 2009.

Rau, Jaime. Papel ecológico de las aves rapaces: del mito a su conocimiento y conservación en el sur de Chile. Santiago: Gráfica Metropolitana, 2014.

Ríos Valladares, Patricia. “Repertorio de personajes relacionados a la caza y manipulación de cabezas trofeo en la iconografía Paracas Tardío y Nasca Temprano.” Arkeos, Revista Electrónica de Arqueología 1, no. 2 (2006): 20-41.

Rodríguez López, Miguel. “El jaguar domesticado: simbolismo del perro en las culturas precolombinas de Puerto Rico y el Caribe.” Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña 2, no. 3 (2001): 88-96.

−−−. “Arqueología de Punta Candelero.” En Integración de la cultura Huecoide y la arqueología al salón de clase, 15-20. Gurabo: Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, Universidad del Turabo, 2014.

Rodríguez Ramos, Reniel. Rethinking Puerto Rican Precolonial History. Tuscaloosa: University of Alabama Press, 2010.

−−−. “The Circulation of Jadeitite across the Carribeanscape.” En Communities in Contact, 117-136. Leiden: Sidestone Press, 2011.

−−−. “Isthmo-Antillean Engagements.” En The Oxford Handbook of Caribbean Archaeology, editado por William F. Keegan, Corinne L. Hofman, y Reniel Rodríguez Ramos, 150-170. Nueva York: Oxford University Press, 2013. https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780195392302.013.0058.

Rodríguez Ramos, Reniel, Miguel Rodríguez López, y William J. Pestle. “Revision of the cultural chronology of precolonial Puerto Rico: A Bayesian approach.” PLoS ONE 18, no. 2 (2023). https://doi.org/10.1371/journal.pone.0282052.

Roe, Peter. The Cosmic Zygote: Cosmology in the Amazon Basin. New Brunswick: Rutgers University, 1982. https://doi.org/10.1525/ae.1983.10.3.02a00180.

Sault, Nicole. “How Hummingbird and Vulture mediate between life and death in Latin America.” Journal of Ethnobiology 36, no. 4 (2016): 783-806. https://doi.org/10.2993/0278-0771-36.4.783.

Simberloff, Daniel. “Flagships, umbrellas, and keystones: is single-species management passé in the landscape era?” Biological Conservation 83, no. 3 (1998): 247-257. https://doi.org/10.1016/S0006-3207(97)00081-5.

Stone, Doris. Las tribus talamanqueñas de Costa Rica. San José: Museo Nacional de Costa Rica, 1961.

Verano, John. “Where do they rest? The treatment of human offerings and trophies in Ancient Peru.” En Tombs for the Living: Andean Mortuary Practices, 189-227.Washington, D.C.: Dumbarton Oaks Research Library Collection, 1995.

Villela, Samuel. “Ritualidad y jaguar.” En El jaguar prehispánico, huellas de lo divino, 83-90. Ciudad de México: Editorial Tierra Firme, 2005.

Werness, Hope. The Continuum Encyclopedia of Native Art: Worldview, Symbolism, and Culture in Africa, Oceania, and Native North America. Londres: Continuum International Publishing Group Ltd., 2000. https://doi.org/10.1215/00141801-49-4-871.


[1] Reniel Rodríguez Ramos et al., “Revision of the cultural chronology of precolonial Puerto Rico: A Bayesian approach,” PLoS ONE 18, no. 2 (2023), https://doi.org/10.1371/journal.pone.0282052.

[2] La Hueca, Vieques y Punta Candelero, Humacao.

[3] Christina M. Giovas, “A Critical Appraisal of the Taxonomic Attribution of Raptorial Bird Pendants: Is the Condor King?” (ponencia, XXVII Congreso Internacional de Arqueología del Caribe, Santa Cruz, 24-28 de julio de 2017).

[4] Luis Chanlatte Baik e Yvonne Narganes Storde, Arqueología de Vieques (San Juan: Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Puerto Rico, 1984), 41.

[5] Miguel Rodríguez López, “Arqueología de Punta Candelero,” en Integración de la cultura Huecoide y la arqueología al salón de clase (Gurabo: Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, Universidad del Turabo, 2014), 17.

[6] Antonio García Casco et al., “A new jadeitite jade locality (Sierra del Convento, Cuba): First report and some petrological and archeological implications,” Contributions to Mineralogy and Petrology 158, no. 1 (2009): 1-16, https://doi.org/10.1007/s00410-008-0367-0.

[7] Reniel Rodríguez Ramos, “The Circulation of Jadeitite across the Carribeanscape,” en Communities in Contact (Leiden: Sidestone Press, 2011), 129.

[8] Yvonne Narganes Storde, “La lapidaria de La Hueca, Vieques, Puerto Rico,” en Actas del XV Congreso Internacional de Arqueología del Caribe (San Juan, 25-31 de julio de 1993), coord. Ricardo E. Alegría y Miguel Rodríguez (San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1995), 143.

[9] Sandra Gordillo, “El cóndor andino como patrimonio natural y cultural de Sudamérica,” en Actas del Primer Congreso Internacional del Patrimonio Cultural (Córdoba, Argentina: Universidad Nacional de Córdoba, 2002), 329.

[10] Eduardo Corona-Martínez, “Las aves de los entornos domésticos prehispánicos en el centro de México,” en La Arqueología de Los Animales de Mesoamérica, eds. Götz y Emery (Atlanta: Lockwood Press, 2014), 83-98, https://doi.org/10.2307/j.ctvvnctc.9.

[11] Nicole Sault, “How Hummingbird and Vulture mediate between life and death in Latin America,” Journal of Ethnobiology 36, no. 4 (2016): 783, https://doi.org/10.2993/0278-0771-36.4.783.

[12] María Paula Costas, “Cabezas trofeo en el mundo andino: interpretaciones acerca de su sentido en relación a las creencias ligadas al mantenimiento del orden cosmológico,” Avances 22, no. 2 (2012): 58.

[13] Laura Del Olmo Frese, “Los Huecoides en Punta Candelero, una cultura ancestral,” en Integración de la cultura Huecoide y la arqueología al salón de clase (Gurabo: Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, Universidad del Turabo, 2014), 29.

[14] Donald Proulx, “Trophy Head-Taking and Human Sacrifice in Andean South America,” en Handbook of South American Archaeology, eds. Silverman y Harris (Nueva York: Springer, 2008), 1047-1060, https://doi.org/10.1007/978-0-387-74907-5_52.

[15] Costas, “Cabezas,” 65.

[16] Elizabeth Benson, “The Vulture: The Sky and The Earth,” en Eight Palenque Round Table (San Francisco: Pre-Columbian Art Research Institute, 1996), 309, https://doi.org/10.2993/0278-0771-36.4.783; Mary Preuss, Gods of the Popol Vuh (Culver City: Labyrinthos, 1988), 30, https://doi.org/10.2307/281586; Peter Roe, The Cosmic Zygote: Cosmology in the Amazon Basin (New Brunswick: Rutgers University, 1982), 259, https://doi.org/10.1525/ae.1983.10.3.02a00180.

[17] Sault, “Hummingbird,” 784.

[18] Giovas, “Critical Appraisal,” 4.

[19] Benson, “The Vulture,” 313.

[20] Travis Kidd, “Vultur gryphus,” Animal Diversity Web, consultado el 3 de septiembre de 2019, http://animaldiversity.org/accounts/Vultur_gryphus/; Giovas, “Critical Appraisal,” 4.

[21] Giovas, 3.

[22] Jessica Castro-Prieto et al., The Puerto Rico Breeding Bird Atlas (Río Piedras: USDA, International Institute of Tropical Forestry, 2021), https://doi.org/10.2737/IITF-GTR-53.

[23] Gordillo, “El cóndor,” 329.

[24] Michael Rappenglück, “Heavenly Messengers: The Role of Birds in the Cosmographies and the Cosmovisions of Ancient Cultures,” en Cosmology Across Cultures (San Francisco: Astronomical Society of the Pacific, 2009), 409:145-150.

[25] Víctor Raimilla y Jaime Rau, “Percepciones humanas sobre las aves rapaces: una revisión sinóptica centrada en las costumbres y mitos de la zona sur-austral de Chile,” Hornero 32, no. 1 (2017): 139-149, https://doi.org/10.56178/eh.v32i1.547.

[26] Claus König et al., Owls of the World (New Haven: Yale University Press, 2009).

[27] Daniel Simberloff, “Flagships, umbrellas, and keystones: is single-species management passé in the landscape era?,” Biological Conservation 83, no. 3 (1998): 247-257, https://doi.org/10.1016/S0006-3207(97)00081-5.

[28] Jaime Rau, Papel ecológico de las aves rapaces: del mito a su conocimiento y conservación en el sur de Chile (Santiago: Gráfica Metropolitana, 2014).

[29] Sault, “Hummingbird,” 790-791.

[30] Javier Bonatti, “El Zopilote: Caquero y Psicopompo,” en II Congreso sobre Pueblos Indígenas (San José: Universidad de Costa Rica, 2003); Doris Stone, Las tribus talamanqueñas de Costa Rica (San José: Museo Nacional de Costa Rica, 1961).

[31] Alfredo Mires Ortiz, Así en las flores como en el fuego, la deidad colibrí en amerindia y el dios alado en la mitología universal (Quito: Ediciones Abya-Yala, 2000).

[32] Silvia Limón y Clementina Battcock, “Aves solares: el águila, el colibrí y el zopilote en Mesoamérica,” en Animales de Dios, eds. A. López Autin y L. Millones Santa Gadea (Lima: Fondo Editorial de la Asamblea de Rectores, 2012), 114, 158.

[33] Sault, “Hummingbird,” 790.

[34] Sault, 791.

[35] Carlos Aguilar Piedra, Los usékares de oro (San José: Fundación Museos del Banco Central de Costa Rica, 1996), 48-50.

[36] Benson, “The Vulture,” 312.

[37] Sault, “Hummingbird,” 795-797.

[38] Sault, 790.

[39] Rappenglück, “Heavenly,” 145.

[40] Sarah Allan, “Sons of suns: myth and totemism in early China,” Bulletin of the School of Oriental and African Studies 44, no. 2 (1981): 290-326, https://doi.org/10.1017/S0041977X00138984; Hope Werness, The Continuum Encyclopedia of Native Art: Worldview, Symbolism, and Culture in Africa, Oceania, and Native North America (Londres: Continuum International Publishing Group Ltd., 2000), https://doi.org/10.1215/00141801-49-4-871.

[41] Luis Chanlatte Baik e Yvonne Narganes Storde, Cultura La Hueca (San Juan: Museo de Historia, Antropología y Arte, Centro de Investigaciones Arqueológicas, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 2005), 38.

[42] Narganes, “La lapidaria,” 143.

[43] Del Olmo Frese, “Los Huecoides,” 29.

[44] Reniel Rodríguez Ramos, Rethinking Puerto Rican Precolonial History (Tuscaloosa: University of Alabama Press, 2010).

[45] Reniel Rodríguez Ramos, “Isthmo-Antillean Engagements,” en The Oxford Handbook of Caribbean Archaeology, eds. William F. Keegan, Corinne L. Hofman, y Reniel Rodríguez Ramos (Nueva York: Oxford University Press, 2013), 161, https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780195392302.013.0058.

[46] Rodríguez Ramos, 161-162.

[47] Edwin Crespo Torres, “La cultura huecoide y su conexión con la introducción de la práctica de la deformación cefálica en las Antillas,” en Cultura La Hueca (San Juan: Museo de Historia, Antropología y Arte, Centro de Investigaciones Arqueológicas, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 2005), 57-63.

[48] Crespo Torres, 59.

[49] Rodríguez López, “Arqueología,” 17.

[50] Iván Heredia, “La cultura mochica. Mitos y rituales en el antiguo Perú,” iHistoriArte, 5 de diciembre de 2016, consultado el 5 de agosto de 2019, https://ihistoriarte.com/articulos/la-cultura-mochica-mitos-y-rituales/.

[51] Samuel Villela, “Ritualidad y jaguar,” en El jaguar prehispánico, huellas de lo divino (Consejo Nacional para la Ciudad de México: Editorial Tierra Firme, 2005), 83.

[52] Villela, 84.

[53] Del Olmo Frese, “Los Huecoides,” 26.

[54] Miguel Rodríguez López, “El jaguar domesticado: simbolismo del perro en las culturas precolombinas de Puerto Rico y el Caribe,” Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña 2, no. 3 (2001): 88-96.

[55] Del Olmo Frese, “Los Huecoides,” 23.

[56] Costas, “Cabezas,” 60.

[57] María Alba Bovisio y María Paula Costas, “Cabezas trofeo: cuerpo, objeto y representación,” en Actas del 1er Encuentro Latinoamericano de Investigadores sobre Cuerpos y Corporalidades en las Culturas (Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 2012), 7.

[58] Costas, “Cabezas,” 57.

[59] Denise Arnold y Christine Hastorf, Heads of State. Icons, power and politics in the Ancient and Modern Andes (Walnut Creek: Left Coast, 2008), 130-131, https://doi.org/10.1017/S0022216X08005154.

[60] Costas, “Cabezas,” 57.

[61] Bovisio y Costas, “Cabezas trofeo,” 1.

[62] Patricia Ríos Valladares, “Repertorio de personajes relacionados a la caza y manipulación de cabezas trofeo en la iconografía Paracas Tardío y Nasca Temprano,” Arkeos, Revista Electrónica de Arqueología 1, no. 2 (2006): 21-22.

[63] Kathleen Forgey y Sloan Williams, “Cabezas trofeo nasca: evidencias osteológicas y arqueológicas de la colección Kroeber,” Revista Andina 36, no. 1 (2003): 238.

[64] Bovisio y Costas, “Cabezas trofeo,” 12.

[65] Vera Panteado Coelho, “Enterramentos de cabeças da cultura Nasca” (tesis doctoral, Universidad de São Paulo, 1972).

[66] Ann H. Peters, “Ecology and Society in Embroided Images from the Paracas Necropolis,” en Paracas Art and Architecture: Object and Context in South Coastal Peru (Iowa City: University of Iowa Press, 1991), 311.

[67] Forgey y Williams, “Repertorio,” 245.

[68] Donald Proulx, “Trophy Heads: Victims of Warfare or Ritual Sacrifice?,” en Cultures in Conflict: Current Archaeological Perspectives (Calagary: Archaeological Association, University of Calgary, 1989), 73-85.

[69] Helaine Silverman y Patrick Carmichael.

[70] Forgey y Williams, “Repertorio,” 245-246.

[71] Mary Frame, “Blood, fertility and transformation: Interwoven themes in the Paracas necropolis embroideries,” en Ritual Sacrifice in Ancient Peru (Texas: University of Texas Press, 2001), 72, https://doi.org/10.7560/708938-005.

[72] Bovisio y Costas, “Cabezas trofeo,” 6.

[73] Bovisio y Costas, 10-12.

[74] John Verano, “Where do they rest? The treatment of human offerings and trophies in Ancient Peru,” en Tombs for the Living: Andean Mortuary Practices (Washington, D.C.: Dumbarton Oaks Research Library Collection, 1995), 203-204.

[75] Forgey y Williams, “Repertorio,” 239.

[76] Costas, “Cabezas,” 57.

[77] Rodríguez Ramos et al., “Revision,” 14.