El secretario general de CCOO-Sevilla, Carlos Aristu, ha advertido este jueves sobre la amenaza creciente que representan las extremas derechas para las democracias liberales y ha defendido «un sindicalismo fuerte como freno democrático». Así lo ha señalado durante su participación y dirección en el curso titulado ‘La crisis de las democracias y el auge de las extremas derechas: alternativas desde el sindicalismo’ en los Cursos de Verano de la Universidad Pablo de Olavide.
Este curso propone un espacio de reflexión crítica sobre los desafíos que enfrenta el modelo democrático actual y el papel del sindicalismo como actor central en su defensa. «Hay estudios que dicen que ahora mismo en torno al 70% de la población mundial vive bajo regímenes autocráticos», ha armado Aristu, subrayando que muchos de ellos conservan «una fachada formal democrática», mientras en la práctica «erosionan derechos fundamentales». A su juicio, esta tendencia está alimentada por «un profundo desencanto ciudadano con las instituciones, agravado por décadas de políticas neoliberales que han debilitado la capacidad de los estados para responder a las necesidades sociales».
«La clase trabajadora que construyó la Aristu ha explicado que fenómenos como el estancamiento salarial, la dificultad de acceso a la vivienda y la precariedad laboral están «deslegitimado el pacto social sobre el que se edificaron las democracias europeas en la segunda mitad del siglo XX». En este contexto de incertidumbre, el dirigente sindical ha advertido sobre una «ola reaccionaria» que está explotando los miedos de una parte de la sociedad para promover soluciones autoritarias.
«Hay un montón de gente que, en este contexto, con tantos cambios a la vez, está desorientada», ha reconocido, apuntando a factores como la crisis climática, la revolución tecnológica, los conflictos culturales en torno a la inmigración o el feminismo, y el envejecimiento poblacional. «Ese miedo es el caldo de cultivo perfecto para quienes vienen a prometer soluciones rápidas e inmediatas a problemas complejos», ha lamentado. Aristu ha vinculado el ascenso de guras como el líder de Vox, Santiago Abascal; el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, o el presidente de EEUU, Donald Trump, a la «evolución de 30 o 40 años de neoliberalismo», que ha desarticulado el tejido colectivo y fomentado un individualismo que debilita la acción democrática.
SINDICATO COMO MEDIADOR SOCIAL Y MOTOR DE TRANSFORMACIÓN
«Quedan muy pocas redes sociales colectivas. La gente ha interiorizado una manera individual de interpretar lo que le pasa, sin exteriorizar», ha explicado. Frente a este panorama, según Aristu, el sindicalismo debe recuperar un papel central como mediador social y motor de transformación. «Nuestro reto es ser representativos tanto en los centros de trabajo tradicionales como en las nuevas realidades laborales», ha indicado, tras señalar que, «Comisiones Obreras cuenta con un millón de aliados, más que todos los partidos políticos juntos», ha reconocido que «no es suficiente». Entre los principales desafíos que ha identificado se encuentran la vivienda y la inmigración. «La vivienda es un problema de primer orden, especialmente para la gente joven», ha denunciado, abogando por políticas que garanticen este derecho básico. Sobre la inmigración, ha defendido una posición firme: «Este país necesita que siga viniendo gente. La pregunta no es si habrá inmigración, sino cómo será.Tiene que ser una inmigración con derechos».
En cuanto a la relación con los movimientos sociales, Aristu ha admitido que «muchos jóvenes no perciben al sindicato como un espacio cercano».
«El sindicato tiene que estar donde la gente joven trabaja, aunque sea como becaria o en empleos precarios. Tiene que adaptarse a las mil y una maneras que hay de ser trabajador hoy», ha insistido. Para Aristu, los cursos de verano como este son una oportunidad de reflexión profunda para un sindicalismo que, muchas veces, está «absorbido por la urgencia del conflicto inmediato».
«Se trata de parar y pensar con luces largas, de construir soluciones escuchando al de enfrente y de no dar nada por perdido», ha concluido junto con un mensaje esperanzador: «Hay herramientas, hay razones, y sobre todo, hay gente con la que compartir la lucha por una democracia inclusiva».
Fuente: Europa Press