El presidente de la Asociación de Vinos y Licores de la provincia de Sevilla, Miguel Ángel Alonso, ha protagonizado una de las sesiones centrales del curso de verano ‘Los vinos de Sevilla. Historia, tradición e innovación en la copa’, la cual ha servido para trazar una radiografía actual del sector vitivinícola sevillano, marcado por «el esfuerzo, la innovación y el arraigo cultural». Su conferencia –seguida por Europa Press– ha sido titulada ‘La realidad de la elaboración de vinos de la provincia de Sevilla’, organizada por la Universidad Pablo de Olavide en su sede de Carmona, junto a la Academia Sevillana de Gastronomía y Turismo.
Al inicio, Alonso ha recordado que ya desde la época fenicia y romana se elaboraba vino en Sevilla, apostillando que «tenemos en San Juan de Aznalfarache, el Lagar de Osset, uno de los más antiguos de Europa.
Os recomiendo que vayáis, porque te da muestras de cómo ha evolucionado la elaboración del vino desde aquella época hasta hoy». Más adelante, ha evocado la relevancia del vino sevillano en el Siglo de Oro, sosteniendo que «las carabelas iban cargadas de vino de Sevilla. En la Sierra Norte se producían más de 4.500 hectáreas. Hoy, apenas contamos con 150 en toda la provincia». Una parte sustancial de la conferencia se ha centrado en la creación de la asociación, que lidera desde hace tres meses. Fundada en 2011, la Asociación de Vinos y Licores nació con la intención de «unir fuerzas en un sector entonces atomizado». «Hasta ese momento cada uno iba por libre.
Todos producimos y vendemos, pero no nos conocíamos. Decidimos que juntos podríamos avanzar más. Y creo que lo hemos conseguido», ha recalcado. La colaboración con instituciones como la Diputación de Sevilla y Prodetur ha permitido, según Alonso, visibilizar el producto en ferias como el Salón Gourmet, Fenavin o Alimentaria. «Gracias a ellos hemos podido llegar a mercados que por nuestra cuenta serían inviables. Y lo que no se ve, no se consume. Lo que no se consume, no se vende», ha matizado. Actualmente, en Sevilla existen 22 bodegas activas distribuidas en doce municipios. Algunas centenarias, como Góngora (1682), y otras emergentes, como Dehesa del Zarco en Pilas, que apuesta por la agricultura ecológica y la recuperación de razas autóctonas como la oveja merina churra lebrijana. «Todo suma, desde las bodegas más tradicionales a los nuevos proyectos familiares. Cada una, en su escala, está contribuyendo a que Sevilla vuelva a ser tierra de vinos», ha subrayado Alonso.
VINO SEVILLANO: INNOVACIÓN, IDENTIDAD Y FUTURO
En los tramos finales de su intervención, Alonso ha puesto el foco en los pilares del nuevo impulso vinícola sevillano, como son la «sostenibilidad, profesionalización, innovación, calidad y etnoturismo». «Estamos generando un abanico de posibilidades que hace unos años no existía. Hay bodegas que están haciendo espumosos que no tienen nada que envidiar a los de Cataluña o Extremadura», ha asegurado. Ejemplos como Bodegas Salado, que ha evolucionado del mosto tradicional a blancos con crianza biológica y oxidativa, dan muestra de este salto cualitativo. «Si no se cuida la viña, si no se parte de una buena uva, es muy difícil que el enólogo haga un buen vino.
Y si además cuentas con tecnología adecuada, el resultado es competitivo», ha recalcado. En ese sentido, también ha destacado la creciente profesionalización asegurando que «las bodegas trabajan con más formación, automatizan procesos, y cada vez están más preparadas para competir». En cuanto a la comercialización, Alonso ha insistido en la importancia de vestir el producto, ya que a su parecer, «lo que no se ve no existe. Nosotros vendíamos en ‘bag-in-box’ hasta que nos dimos cuenta de que si queríamos estar en el mercado, teníamos que embotellar, etiquetar y colocar en los restaurantes. El cambio fue inmediato».
«Solo tenemos una denominación de origen, Lebrija, y dos IGP: Sierra Norte y Los Palacios. Algunas bodegas están acogidas a la D.O. Jerez para determinados productos, como González Palacios. Es un camino largo, pero necesario», ha comentado reconociendo que en el ámbito normativo, Sevilla «aún está rezagada». Para cerrar, Alonso ha apelado al «compromiso colectivo» destacando que «tenemos la segunda bodega más antigua de España en la provincia y un patrimonio vitivinícola que deberíamos conocer y valorar más», y en consecuencia «los sevillanos no sabemos lo que tenemos en casa». Por eso, ha defendido que «el vino también es cultura, y merece su sitio en nuestra historia y en nuestro futuro».
Fuente: Europa Press