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“En el día diez y seis por la mañana fuimos a recorrer y ver diferentes lugares, casas, y heredades de las Poblaciones, como la de Guarromán que dista dos leguas de La Carolina, donde hay una Población muy hermosa, y antes sólo había una venta, pero con rastros de antigüedad, pues al tiempo de construir la Iglesia se descubrió, al pie de una encina, en el año 1768, un fragmento de Inscripción Romana, la que colocaron en la nueva fábrica”.

R. Enrique Flórez, P. Agustino (16 junio 1770)

Durante la segunda mitad del siglo XVIII la Historia de España habrá de contemplar como el espíritu ilustrado de la Corte de Carlos III acomete una serie de reformas sociales encaminadas a procurarle al pueblo llano la felicidad que éste no podía procurarse por sí solo. Se trataba de dinamizar las estructuras agrarias que habían estado anquilosadas durante siglos, dando lugar a una nueva clase de propietarios agrícolas procedentes de los grupos menos favorecidos, a los que se les cedería la tierra suficiente que pudieran cultivar junto a su familia (unas 50 fanegas de entonces, 33 hectáreas de hoy) y con la que pudieran vivir.

En este ámbito se llevó a cabo el proyecto de repoblar las estribaciones deshabitadas de Sierra Morena, amparadas por el Fuero de Población promulgado por Carlos III en julio de 1767, naciendo bajo su tutela las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, entre las que se cuenta ésta, la Real Población del Sitio de Guarromán, con el loable fin de hacer una sociedad modelo de agricultores en la que pudieran mirarse como en un espejo los pueblos de España, y en especial los de Andalucía, según argumentaba Pablo de Olavide y Jáuregui, a quien el propio rey Carlos III había puesto al frente de esta empresa, la que habría de ser considerada como el proyecto estrella de su reinado.

Con 6.000 colonos alemanes y flamencos, todos ellos católicos en teoría, reclutados en Centroeuropa por el aventurero bávaro Juan Gaspar de Thürriegel, algún que otro francés, italiano, suizo y austrohúngaro, además de algunas familias catalanas, valencianas y gallegas, se llenaron de pequeñas y ordenadas poblaciones los márgenes del camino real que unía —y sigue uniendo— Madrid con Andalucía, y el cual quería protegerse de bandoleros y salteadores.

En pleno mes de agosto de 1767, un mes antes de que llegaran los primeros colonos, Pablo de Olavide decidió que junto a la antigua Venta de Guadarromán se construiría una de las tres primeras de aquellas poblaciones, la que andando el tiempo sería lo que hoy conocemos como Guarromán.

Pero no serían aquellos colonos agricultores los únicos que dieran vida a esta tierra ni a este pueblo, casi un siglo después, allá por 1861, al amparo del resurgir de las minas de plomo y plata de Sierra Morena, comenzarían a llegar a Guarromán mineros procedentes, sobre todo, de Almería (los tarantos) y de la baja Alpujarra de Granada (los mangurrinos), que junto a los descendientes de los colonos alemanes y suizos terminaron por configurar lo que hoy es el paisaje y el paisanaje de Guarromán, abiertos, tanto el uno como el otro, a los horizontes de una agricultura dedicada al olivo, y a una proyección industrial y de servicios en torno al antiguo camino real –hoy autovía de Andalucía, nacional IV— que nos viera nacer hace ya casi dos siglos y medio.

Ni que decir tiene que la primera peculiaridad que exhibe Guarromán es su propio nombre, el cual suscita, al menos, en quien lo oye por primera vez, el esbozo de una sonrisa sin malicia, y tal vez las más extrañas elucubraciones sobre su significado. Poseer un nombre de chocante sonoridad, como es el caso de Guarromán, y estar situado junto a la muy transitada autovía de Andalucía, donde tantas oportunidades hay de exhibirlo, supone ante todo un acicate más para decir a los cuatro vientos que tras este peculiar nombre de pueblo se esconde un bello, y hasta poético significado.

Guarromán nació por expreso deseo del intendente Pablo de Olavide junto a la antigua Venta de Guadarromán, ubicada junto al camino real que unía Madrid con Sevilla y el puerto de Cádiz. Para la nueva población el propio Olavide pensó el nombre de Múzquiz o Muzquia, en honor de Miguel Múzquiz, ministro de Hacienda del gobierno de Carlos III, conde de Gausa y uno de los impulsores de la empresa colonizadora. Pero lo cierto es que ese nombre sólo se utilizó en los documentos oficiales durante cinco meses escasos de 1768, y tanto los recién llegados nuevos pobladores alemanes como los habitantes españoles de los pueblos cercanos, siguieron llamando a esta nueva población con el nombre de la antigua venta, Guadarromán. Conocida es la tendencia que tienen los andaluces cuando hablan de hacer desaparecer la letra “d” que va situada entre dos vocales, de ahí que de Guadarromán se pasara a Guarromán, como se le conoce en la actualidad.

Por su parte, Guadarromán procede del árabe “Wadi-r-rumman”, que significa “el río de los granados”, nombre que los árabes que habitaron Sierra Morena le dieron al río que fluye junto a la antigua venta, y que hoy es conocido como el río Tamujoso.

Pero los guarromanenses, lejos de esconder el nombre de su pueblo y su bello significado, lo exhiben como su primera bandera, hasta tal punto que es Guarromán la sede de la Asociación Internacional de Pueblos con Nombres Feos, Raros y Peculiares, donde se estudia y promueve que se conozca todo lo bueno e interesante que se esconde tras un chocante nombre de pueblo que nos hace sonreír la primera vez que lo oímos.

@ Jesús Villar

Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción

Data del siglo XVIII y fue el primer templo de nueva construcción que se edificó en las Nuevas Poblaciones de ahí la sencillez de su fachada construida con piedra de arenisca que remata una airosa espadaña. Presenta una pequeña portada con arco de medio punto y tres pequeños huecos a media altura.

La imagen de la patrona que se venera en la actualidad en la Parroquia de Guarromán es obra del notable escultor jiennense Jacinto Higueras  y es obra de finales de la década de los cuarenta del pasado siglo XX.

El retablo que posee en la actualidad es parte del que se desmontó en la Iglesia de San Nicolás en Úbeda. Su sacristía guarda como un tesoro todo su archivo parroquial, que conserva completo, en cuyos primeros libros pueden verse las partidas del comienzo de la colonización. Otra peculiaridad de este templo es que aquí se enterró el 17 de julio de 1808 al general de coraceros francés Jacobo Gobert, muerto el día antes de resultas una escaramuza previa a la Batalla de Bailén.

Real Pósito de Labradores

Su construcción finalizó en el año 1789 y conserva la tipología colonial de estos edificios destinados a almacenar el grano y simiente, controlar y regular su producción, así como su distribución.

De planta rectangular con fábrica de gruesos muros recubiertos de sillería de arenisca y resistentes arcadas interiores. Originalmente constaba de una sola planta, sin embargo, posteriormente se construyó una segunda.

Este edificio ha sido usado a través de su historia como almacén, cuartel de la guardia civil, polvorín durante la Guerra de la Independencia, cárcel en la Guerra Civil y colegio infantil. Desde 1967 fue la biblioteca pública, y ahora se transformará en un centro de interpretación.

Palacio del Intendente

Data del año 1807 y fue mandado construir por el Intendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, Tomás González de Carvajal, que durante un tiempo tuvo su residencia en esta población.

Destacan el reloj de sol situado en una de sus esquinas, instalado para dar la hora a las diligencias que hacían su parada en la casa de postas, y su patio interior que aún conserva la arquitectura y el ambiente dieciochesco. Actualmente ha sido transformado en un hotel con encanto.

Plaza de Nicolás Kerche

Esta plaza, situada junto al paseo central de Guarromán, debe su nombre al primer nacido en nuestro pueblo un lunes 26 de octubre de 1767, siendo hijo de dos jóvenes colonos, Nicolás Kerche y Margarita Folmerin.

La escultura que preside esta plaza está dedicada a los colonos llegados en 1767 y simboliza el renacer de los sueños y el tesón que aquellos primeros pobladores tuvieron para lograr un futuro más próspero para esta tierra.

Fuente Taza

En 1887 el Alcalde Lucas Guillén realizó los trabajos de traída y acometida del agua a Guarromán, construyendo una red de fuentes públicas.

La más ornamental de todas las fuentes que hay en Guarromán es la conocida como Fuente Taza. Está realizada en piedra arenisca, material con el que está construidos los edificios singulares de este pueblo. Está ubicada en la Plaza de Constitución, justo en el lado opuesta al edificio de la iglesia parroquial. Ha sido testigo en las noches de San Juan de los juegos de niños y adolescentes que como en un ritual lúdico se mojaban unos a otros con cubos llenos de agua.

Monumento al Sagrado Corazón de Jesús

Preside el paseo que lleva su nombre. La imagen del Patrón de Guarromán se eleva sobre un alto pilar de piedra almohadillada de forma tronco piramidal que circunda una reja en cuyo interior hay un altar construido con piedras de molino.

La historia de este monumento y la justificación de su existencia estriba en el auge que esta devoción tuvo en el siglo XIX, siendo un ferviente devoto el entonces alcalde Luciano Alcaide. A finales de los años cuarenta del pasado siglo acordaron las autoridades civiles y religiosas construir por suscripción popular un monumento al Sagrado Corazón de Jesús, inspirado, pero a menor tamaño, en que el que se construyó en el Cerro de los Ángeles en el municipio madrileño de Getafe.

El monumento fue inaugurado con mucha solemnidad el 5 de junio de 1950. La imagen es obra de los hermanos Sales de La Carolina, y el monumento propiamente dicho fue construido por el maestro de obras Herminio Rubio Delfa.

Monumento a los mineros

Esta obra del artista local Javier Ruiz Abel es un homenaje a los mineros granadinos y almerienses que a mediados del siglo XIX vinieron a explotar las minas del distrito Linares – La Carolina, de las cuales Guarromán cuenta con más de dos centenares de pozos para la extracción de mineral de plomo y plata.

Fuente de las generaciones

También es una obra del artista local Javier Ruiz Abel cargada de simbolismo. Un grupo escultórico de imágenes de piedra blanca que se sustentan unas a otras de forma ascendente, es rodeado por una gran estructura metálica helicoidal que también asciende y de la manan nubes de agua pulverizada que por la noche se iluminan.

Simbolizan las siete generaciones sociológicas que, en el año 2004, cuando se inauguró, habían construido día a día Guarromán desde que en 1767 llegaron los primeros colonos. La estructura metálica que las rodea y crece con ellas es una esquematización de la encina que preside el escudo y la bandera de las Nuevas Poblaciones.

Santuario de Nuestra Señora de Zocueca

Especial interés merece la visita al Santuario de Nuestra Señora de Zocueca, Patrona de Bailén, pero que tiene su santuario romero en tierra de Guarromán, concretamente en la antigua feligresía de Rumblar. Se trata de un santuario cuyo valor artístico nace desde su misma portada y culmina con la tipología y decoración del Camarín, del siglo XVIII, se caracteriza por yeserías barrocas que ocupan todo el espacio visual, ejemplo de horror vacui (miedo a lo vacío). Una bóveda semicircular recubre este espacio, con el intradós de sus radios en forma de estípites y pequeños angelitos en su base, en una concentración de volutas, molduras, espejos incrustados y capiteles. Está catalogado como Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía.

@ Jesús Villar

Fiestas conmemorativas del Fuero de 1767

El fin de semana más cercano al 26 de octubre, fecha del nacimiento del primer guarromanense, se celebran las “fiestas del fuero”, en las que se conmemora su promulgación en 1767. Durante ese fin de semana, los habitantes ataviados con los trajes de los primeros colonos disfrutan de actividades lúdicas, actuaciones musicales, degustación de platos típicos, firma de suertes o pasear y comprar en el tradicional mercado lleno de puestos con productos artesanales. Cabe destacar la ruta teatralizada que los ciudadanos de Guarromán realizan en los lugares más representativos del pueblo, dónde en cada parada, se cuenta la historia de nuestro municipio.

Romería de San Isidro

El tercer domingo del mes de mayo se celebra la romería de San Isidro en la dehesa de “Piedra Rodadera”, bello paraje de encinas situado a la orilla del río Guadiel. Esta romería se celebra desde el año 1946, y con anterioridad a este año Guarromán compartía “prestada” la romería de la Virgen de la Encina, del pueblo vecino de Baños, que se celebra el domingo previo a la de San Isidro. Famosa y tradicional ha sido la rivalidad entre ambos pueblos a la hora de expresar su devoción a la Patrona de Baños, siendo singular la pugna que se establece desde antaño en la procesión que se lleva a cabo en torno a la ermita de la Virgen, en la que en varias ocasiones al grito de “¡Que mire pa Guarromán!” se hacen girar las andas para que la imagen mire solamente hacia este pueblo. En la actualidad es un acto de concordia, pero en años pretéritos no siempre los bañuscos querían girar las andas de su patrona para que mirara a su pueblo vecino y “rival”.

Fiestas del olivar

En el mes de julio, entorno al día de Santiago, y desde comienzos de la década de los años setenta del siglo XX, se celebra la Feria y Fiestas del Olivar, que tiene la particularidad de no estar bajo la advocación de santo alguno, como es usual en otros pueblos, sino del olivo, árbol señero de estas tierras. Durante su transcurso se hacen diferentes actividades tanto para niños como para adultos, así como las tradicionales verbenas populares.

Pintahuevos

La Semana Santa, que cuenta en Guarromán con cinco hermandades que procesionan por sus calles, tiene su remate festivo en el Domingo de Pascua, cuando los guarromanenses celebran en una fiesta familiar y campera el “Pintahuevos”, tradición traída por los colonos alemanes consistente en decorar huevos cocidos con vivos colores y dibujos, los cuales luego han de acabar formando parte de una pipirrana de asadilla de pimientos, con aceitunas negras y mucho aceite de oliva.

Corazón de Jesús

En la octava del Corpus Christi se celebra la festividad del Corazón de Jesús, patrón de Guarromán, a quien se le profesa una especial devoción, inmortalizada en el monumento que en 1950 se le erigió en el paseo central de la localidad.

Inmaculada concepción: El 8 de diciembre se festeja lo que popularmente se conoce como “el día de La Pura”, la Inmaculada Concepción, patrona de Guarromán por expreso deseo del rey Carlos III.

Fiestas de las aldeas

Las aldeas también celebran con esplendor sus fiestas patronales. San Isidro en Martín Malo, fiesta ésta la más antigua que la se celebra en Guarromán, San Antonio en la Aldea de Los Ríos, y Nuestra Señora de Zocueca, patrona de Bailén, en lo que fue la antigua población de Rumblar, anexionada a Guarromán a principios del siglo XIX.

Pipirrana de pintahuevos

Las huertas de la ribera del río Guadiel, y los nuevos cultivos bajo abrigo, proporcionan a los guarromanenses los pimientos rojos y carnosos que una vez asados constituirán junto al aceite de oliva y unas aceitunas negras, la base de la “pipirrana de pintahuevos”, en la que terminan troceados los tradicionales huevos pintados de la Pascua de Resurrección. 

Harapos 

Los “harapos”, llamados aquí así por el aspecto de tela rota que tiene su masa, están hechos con liebre y perfumados con hierbabuena, y su masa se elaborado a partir de una “torta de pastor” de las que se utilizan para guisar el gazpacho manchego. Estos “harapos”, fieles a la tradición, se acostumbran a tomar en la misma sartén donde se hacen por el viejo rito de la “cuchará y paso atrás” que marca la cortesía campera.

Cocina silvestre

La proximidad de Sierra Morena suministra a las cocinas guarromanenses los llamados “espárragos de piedra”, de inconfundible y hasta exquisito sabor amargo, y que se suelen tomar en tortilla o acompañando un “arroz con liebre”, plato que nos introduce en la cocina de los cazadores, que se prepara en pleno campo y en la que predominan los llamados “entomataos” y las “papas con conejo”.

Sin duda el producto más conocido de Guarromán son sus pasteles de hojaldre. Dos variedades son las más apreciadas, los “pasteles rubios”, llamados así por el aspecto dorado de su hojaldre relleno de cabello de ángel, y los “pasteles blancos”, denominados de esta forma por la capa de azúcar en polvo que recubre el hojaldre, el bizcocho y la crema de la que están hechos.

Como dato, Guarromán es sede de la prestigiosa sociedad gastronómica de la Muy Ilustre y Noble Orden de los Caballeros de la Cuchara de Palo, que tiene sus orígenes en el siglo XVIII y que defiende la Cultura del Olivo. Cada año en enero, por la festividad de San Antón, hace entrega de sus apreciadas “cucharas de palo” a relevantes personalidades del mundo de la cultura, la sociedad y la política.

Texto: José María Suárez Gallego y Águeda Castellano Huerta
Fotografías: Ayuntamiento de Guarromán y Jesús Villar