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“El sitio en que se ha fundado este lugar, capital de las Poblaciones de Sierra Morena, se llamaba La Peñuela, en tiempo que no había en él otra cosa que un pobre y reducido convento de carmelitas, rodeado por todas partes de la maleza en que las fieras se abrigaban. Hoy se ve en él un lugar que se distingue de todos los de España por su hermosa y alegre situación; por la regularidad de sus calles; por la simetría de sus calles; por la amenidad de sus paseos; por la abundancia de sus mercados; por la delicadeza de sus aguas y generalmente nada falta en él, ni de las artes necesarias, ni de las comodidades de la vida. Un lugar como éste, que ya es recreo de los comarcanos, merece otro nombre y ¿cuál puede convenirle más que el de su Augusto fundador?. Por eso he pasado orden a todas las oficinas, a fin de que lo llamen en adelante La Carolina, deseando que en su mismo nombre manifieste el respetado autor a quien debe el ser y de cuya benéfica mano son los bienes que disfrutan sus habitadores”.

Pablo de Olavide a Miguel de Múzquiz (1770)

A pesar de ser uno de los principales caminos entre Castilla y Andalucía, quedó desprotegido a merced de salteadores y bandidos hasta que en 1573 se establece en el lugar conocido como La Peñuela una comunidad de frailes carmelitas descalzos que fundan y levantan el pequeño Convento de Nuestra Señora del Carmen de La Peñuela.

En 1767 irrumpen en la calma del convento el Estado con Pablo de Olavide al frente y los colonos extranjeros dispuestos para levantar las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, estableciéndose La Peñuela como primera de todas ellas.

Decide Olavide establecer la sede de la Superintendencia que ostenta y de la Contaduría Mayor en La Peñuela, dando orden de que se construya junto a la iglesia carmelita el edificio que la albergue, siendo también casa palacio de la Intendencia, confiriendo a esta primera población el rango de Capital de todas las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, así como de la nueva jurisdicción administrativa y territorial que iban a conformar una nueva y única provincia dentro de España, a pesar de estar muy alejadas unas de otras.

El 22 de noviembre de 1770 Olavide comunica a Múzquiz la orden que ha dado para nombrar La Peñuela como La Carolina en honor a su augusto fundador. El hecho de ser la capital de todas las Nuevas Poblaciones y del proyecto reformista, hace que en esta población se establezcan varias fábricas de manufacturas, lo que le confiere un impulso industrial junto al plan de suertes agrícolas. Se establecen aquí también los viveros de plantíos que se repartirán por el resto de colonias, y se experimenta con la tecnología y conocimientos más modernos de los que se dispone en España y penetran del extranjero, trayendo los mejores ingenieros civiles y militares y estableciendo estrecho contacto con las Reales Academias y Sociedades Económicas.

Este ambiente ilustrado del que hace gala Olavide en La Carolina, va a chocar con los descontentos de colonos y los detractores del proyecto y las reformas que trae consigo. Fray Romualdo de Friburgo acaudilla a los descontentos y con sus denuncias se abre la posibilidad de que Olavide sea procesado por la Inquisición entre 1776 y 78, dando lugar a su exilio en Francia.

La Carolina y las colonias siguen su progreso de la mano del Fuero y de los siguientes intendentes como Ondeano y Carvajal, pero la Guerra de la Independencia va a suponer una grave parálisis de los progresos hasta el momento registrados en una población que ya contaba con más de 1.400 almas. De nuevo el valor estratégico de La Carolina hace que adquiera un alto valor militar para establecer el Cuartel de Defensa de Despeñaperros y defender el paso a Andalucía.

La derrota de las tropas francesas de Dupont en Bailén en 1808 no frenó su avance y el 20 de enero de 1810 José I Bonaparte, rey de España nombrado por su hermano Napoleón, entró en La Carolina, derogando el Fuero de Población y estableciendo la Subprefectura del Alto Guadalquivir en La Carolina y nombrando a un Subprefecto. Las disposiciones del gobierno intruso, así como la Constitución Española de 1812, suprimían las garantías y privilegios del Fuero en estas poblaciones, desbaratando su régimen de parcelario y tenencia de la tierra y las medidas de fomento, sumiéndolas en la miseria y el hambre.

Tras la vuelta al absolutismo por el rey Fernando VII, se recupera el Fuero al abolirse la Constitución, y el intendente Polo de Alcocer tratará de reconstruir la localidad, restablecer los plantíos y fomentar nuevos para contribuir a su progreso. Pero el Fuero y las Nuevas Poblaciones estaban ya sin el apoyo del Gobierno y algunas de sus disposiciones carecían de sentido en estos tiempos convulsos. Muchos colonos aprovechan las leyes que suprimen los estancos y monopolios del plomo para comenzar a laborar antiguas minas y socavones romanos tratando de buscar una salida económica que les saque de la angustia.

El pronunciamiento del General Riego abre el Trienio Liberal de 1820 a 1823 y de nuevo el orden constitucional suprime el Fuero de 1767, quedando las Nuevas Poblaciones en graves interregnos y vacíos administrativos. Entre agosto y septiembre de 1823 se produce la liberación de Fernando VII y la caída en derrota del General Riego, resultando apresado en la Nueva Población de Arquillos y es trasladado a la cárcel de partido de La Carolina, en que se conserva aún hoy el calabozo donde estuvo preso.

Abolido definitivamente el Fuero el 5 de marzo de 1835, las Nuevas Poblaciones pasan a regirse por el régimen general de cada una de las provincias a las que pertenecen, revisándose sus límites y formándose ayuntamientos constitucionales. Con la Ley de Bases de la Minería de 1868 se favoreció la entrada de capital extranjero, arribando compañías inglesas, alemanas, belgas y francesas a este distrito. Hacia finales del siglo XIX y principios del XX La Carolina se mantuvo como primer productor mundial de plomo. Creció la población a ritmo vertiginoso, acogiendo a gentes venidas de todas partes (almerienses, granadinos, manchegos, murcianos, extremeños, …..). De nuevo incide el factor inmigración en las ramas familiares carolinenses, diluyendo un poco la descendencia colonial y sus costumbres.

En 1985 se cierra la última mina. La masiva emigración de carolinenses en los años sesenta hacia focos industriales de Cataluña, Madrid, Levante, Francia, Alemania y Suiza provoca que La Carolina entre en el Plan Jaén y que se invierta en construir un polígono industrial para asentar fábricas que absorban la gran mano de obra en paro a consecuencia de la crisis minera. La situación estratégica de este municipio de cara a las comunicaciones al estar junto a la carretera Madrid-Cádiz y en un logístico reparto del viario para atender los mercados del Sur favorece la industrialización y la instalación de factorías de todo tipo (confección textil, galletas, metalúrgicas, electrónicas, etc… En los años ochenta se alzará como uno de los focos más industrializados de Andalucía. Sin embargo, las crisis de las últimas décadas, con especial incidencia en el sector industrial ha afectado gravemente la economía del municipio, que con el espíritu trabajador y emprendedor heredado de los fundadores ilustrados está diversificando su economía y apostando por empresas tecnológicas con buenas perspectivas de futuro.

La riqueza del entorno natural de este rincón de Sierra Morena, que ya de por sí es digno de visitar, conocer y disfrutar, se ve enriquecido aún más por las huellas de todas las culturas que han transitado por estas tierras. Así, los montes, riscos, ríos, bosques y encinares tratan de recuperar lo que colonos y mineros transformaron para plantíos y minas de plomo, ofreciendo un paisaje rico en patrimonio natural, histórico y cultural.

Palacio del Intendente

Construido a finales del siglo XVIII, sobre el antiguo convento de los carmelitas descalzos de La Peñuela. Fue sede de la Superintendencia de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía. Ubicado en un lugar preeminente junto a la parroquia de la Inmaculada, preside la vida de la ciudad en un guiño de perspectiva muy significativo de la política reformista ilustrada. De estilo neoclásico y orden monumental, destaca su portada, flanqueada por soberbias columnas que soportan el entablamento superior coronado con el escudo real de Carlos III, siendo el edificio emblemático de La Carolina como Capital de las Nuevas Poblaciones. En 1835, al cesar el Fuero de Población y suprimirse la Intendencia, es incautado por la Amortización pasando a propiedad del Gobierno Civil de Jaén, siendo desmantelado, puesto en venta y dedicado a diversos usos. En la actualidad es sede institucional del Ayuntamiento y de los Cursos de Verano Intendente Olavide de la Universidad de Jaén, además de realizarse multitud de actos culturales.

Parroquia de la Inmaculada Concepción

En 1578 los frailes carmelitas de la Peñuela la levantan e inauguran como nuevo templo dedicado a la Virgen del Carmen, siendo el que conoció San Juan de la Cruz en su primera visita a este paraje.

En 1767 el convento es expropiado y utilizado por el Estado de Carlos III para fundar La Carolina. La iglesia se amplía y se erige como Parroquia bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, patrona de España y del proyecto colonizador.

La nave central carmelita se amplía y se le añaden dos laterales a la altura del presbiterio, que junto a la sacristía y varias capillas, conforman una planta irregular y armoniosa. Fachada y reminiscencias del estilo carmelitano conviven con el neoclásico y barroco de época colonial (s. XVIII). En 1900 se le adosa la actual torre campanario.

Cárcel

Antigua cárcel de partido, inaugurada en 1779. De estilo neoclásico y robusta construcción de sillares de piedra (que muestran aún las marcas de cantero), sobre su puerta principal figura una inscripción en honor al rey Carlos III, fundador del municipio. En los calabozos del sótano estuvo preso el general Rafael de Riego, capturado en Arquillos el 15 de septiembre de 1823, hasta su traslado a Madrid para ser ejecutado. Dejó de ser prisión a finales de los años 50 del pasado siglo XX, siendo el edificio vendido a la Compañía Telefónica en 1965. Revierte al Ayuntamiento en 1996 y desde entonces se incorporó como ampliación de dependencias y despachos municipales.

Ermita de San Juan de la Cruz

A partir de la hacienda y pequeña casa-cortijo del baezano Alonso Sánchez Chacón, los frailes carmelitas de La Peñuela construyen una pequeña capilla-oratorio y se constituyen como convento en 1573. Cuando irrumpe el proyecto colonizador en 1767 se expropian el convento, su huerta y sus propiedades para levantar La Carolina.

El pequeño y antiguo oratorio se amplía para erigir una ermita en honor de San Juan de la Cruz y ser la capilla del primer cementerio de esta ciudad que se construye a su lado. Algunos frailes de La Peñuela aseguraron haber visto a San Juan de la Cruz oficiando misa en esta ermita, coincidiendo con el momento de su muerte en Úbeda el 14 de diciembre de 1591; milagro recogido en el cuadro de Sánchez Sola que preside el altar de la capilla.

Monumentos a la Fundación

Para conmemorar la fundación de La Carolina y las Nuevas Poblaciones, y honrar a su fundador Carlos III, Olavide dispone la construcción en 1768 de dos pequeñas torres cuadrangulares con relieves e inscripciones en una de sus caras, al final del eje de la ciudad, cerrando la plaza de los Mesones (hoy del Ayuntamiento). Divididas en tres paneles, los superiores están dedicados a Carlos III y al Príncipe de Asturias. Los paneles centrales de ambas torrecillas muestran escenas de los trabajos y logros de la colonización: trazado de las suertes, construcción de casas, descuaje y desmonte del terreno para sembrarlo, pozos de agua para abastecimiento, colonas lavando la ropa y un cazador. Los textos de la parte inferior que alababan a Carlos III y la empresa colonizadora desaparecieron en el tiempo. En 1873 se reforma la plaza y las torres se trasladan al lugar actual en la entrada del paseo Molino de Viento.

Plaza de los Jardinillos

Llamada con anterioridad Plaza de Toros y Plaza de los Arcos, porque su estructura arquitectónica de arcos y palcos permitía la celebración de festejos taurinos, entre otros actos públicos. De gran belleza y forma octogonal data de la época de la fundación de la ciudad, 1772. Abierta en sus extremos para el paso del antiguo Camino Real Madrid-Cádiz, hoy calle Madrid. A consecuencia de presentar numerosos e importantes desperfectos y derrumbes en 1911 se aprueba la demolición de los arcos y la construcción de fachadas de nueva planta.

Torres y Plaza de la Aduana

Llamadas así por flanquear el paso a la plaza de la Aduana donde se cobraban los impuestos y peajes. Estando ya construidas en 1792, fueron levantadas para adornar y guarnecer la entrada Norte y principal de la ciudad. En el diseño original del plano de La Carolina se preveía levantar torres iguales de adorno en cada vértice.

De sencilla y armoniosa construcción de estilo neoclásico, son elementos arquitectónicos característicos y representativos de la ciudad, que ponen de manifiesto el especial empeño por embellecer y dignificar el urbanismo y arquitectura de La Carolina por su condición de Capital de las Nuevas Poblaciones. Conservan la morfología colonial las casas que circundan la Plaza de la Aduana, y las que junto a las Torres hacen de pórtico y fachada de entrada a la localidad.

Torre de los Perdigones

Es una de las dos torres para fabricación de balas y perdigones de plomo que aún se conservan en pie en La Carolina como testimonio de su pasado minero. Situada en la calle Ondeano, ha sido rehabilitada como centro de interpretación abierta a la visita del público. Su construcción comienza en 1825 tras la formación de una compañía minera cuyos socios capitalistas son D. Luis Figueroa y D. Bernardo Casamayor. En 1849 funciona a pleno rendimiento fabricando municiones de diferentes calibres con plomo procedente de La Carolina y Linares.

Monumento a la Batalla de las Navas de Tolosa

Levantado en la entrada Norte de la ciudad e inaugurado el 17 de Julio de 1981, es obra del arquitecto Manuel Millán López y del escultor Antonio González Orea. Conmemora la victoria de las tropas cristianas al mando de Alfonso VIII sobre las almohades de Al Nasir –“Miramamolín”- el 16 de Julio de 1212 en el cercano lugar antaño conocido por Navas de Tolosa. En primer término se halla la figura en bronce del pastor Martín Halaja, mostrando el camino a las tropas cristianas. Tras él, junto a los dos grandes muros que simbolizan el paso por los angostos y duros caminos de Sierra Morena, esculpidas en piedra y de derecha a izquierda, están representados Pedro II “El Católico”, rey de Aragón, Alfonso VIII “El Batallador”, rey de Castilla, Sancho VII “El Fuerte”. rey de Navarra, el Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Jiménez de Rada y D. Diego López de Haro, señor de Vizcaya.

Museo de La Carolina. Capital de las Nuevas Poblaciones

Ubicado junto al Palacio y la Parroquia, está dedicado a contener y mostrar toda la historia de La Carolina, comprendiendo un ámbito cronológico que va desde los primeros restos de asentamientos humanos del Paleolítico, hasta finales del siglo XX que es cuando acaba la importante actividad minera. Con una excelente colección de piezas arqueológicas, sobre todo de cerámica ibérica, plomos romanos y armamento de la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), podrá el visitante conocer el pasado remoto de esta Puerta de Andalucía.

Las Candelarias

El día 2 de febrero, en vísperas de San Blas, tradicionalmente los vecinos se juntan en sus barrios en torno a hogueras que se prenden coincidiendo con el final de la poda del olivar. El fuego acoge la familiaridad con la que se vive la vecindad en el pueblo, donde todo el que pasa es invitado y bien recibido, mientras se disfruta de los ricos asados. En ocasiones la celebración termina al amanecer con el desayuno de churros y chocolate, y la compra de las rosquillas de San Blas para llevarlas a la Parroquia para que sean bendecidas.

El Carnaval

De reconocida fama en toda la comarca, donde los típicos “mascarones” hacen suyas las calles. La tradición le otorga un puesto destacado en las celebraciones municipales, pues aquí se siguieron celebrando incluso en tiempos en que estuvo prohibido, recibiendo la visita de gentes de los pueblos comarcanos. Se inicia con los concursos de comparsas y chirigotas, además de con una gran cabalgata. Se festeja toda la semana y se cierra con el divertido séquito fúnebre del entierro de la sardina. Hermanado con el de Cádiz, el carnaval carolinense goza de gran prestigio y tradición.

Semana Santa

Once cofradías de pasión realizan sus desfiles procesionales en la Semana Santa carolinense. Los momentos de mayor tradición y expectación son la procesión del Nazareno (la madrugada y mañana del Viernes Santo) que goza de una extraordinaria devoción popular, y el Encuentro (a la tarde del Viernes Santo) entre las cofradías del Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de los Dolores. En el Domingo de Resurrección era tradicional salir al campo a comer los Huevos Pintados o los hornazos, tradición de fuerte raigambre hasta hace poco, proveniente de los colonos centroeuropeos que se está tratando de recuperar.

Feria del Ganado

Se celebra el 14 de mayo, teniendo su origen en los mercados de ganado que se empezaron a desarrollar en esta Capital de las Nuevas Poblaciones, coincidiendo con el paso de los trashumantes que se reunían y concentraban en el antiguo ejido de la ciudad, convocando a tratantes de todo tipo de ganado, vacuno, lanar, caballar, bovino y caprino. Por tratarse de un punto importante en la ruta trashumante y un lugar estratégicamente interesante para la compra y venta de animales de tracción para las minas, adquirió poco a poco el carácter de feria de ganado, atrayendo otros tipos de ofertas relacionadas con el sector agrario, así como las de ocio y divertimento. El recinto ganadero que alberga el Concurso y Exposición Morfológica de Ganado, se ve acompañado de las tradicionales casetas de pinchos, los cacharritos, el bullicio y el colorido a lo largo de todo el Paseo Molino de Viento y el recinto ferial.

Fiestas de la Fundación

Cada 5 de julio se conmemora y festeja la promulgación de la Real Cédula y Fuero de Población de Carlos III en 1767 que dio vida a nuestros pueblos. Especial relevancia adquirió esta celebración a partir de 1967 en que se celebró en esta antigua capital de La Carolina, el II Centenario de su fundación. Desde entonces adquirió carácter de feria. Junto a numerosos actos institucionales, como entrega de los Premios de la Fundación; actos culturales y deportivos, se celebraba la Feria de Julio, hasta que se sustituyó recientemente en el calendario festivo local en favor de la celebración del Patrón San Juan de la Cruz.

Conmemoración de la Batalla de las Navas de Tolosa

Se celebra especialmente en la pedanía de Navas de Tolosa cada 16 de julio junto a la Virgen del Carmen. Contribuye al ambiente festivo la instalación de un mercado medieval, los espectáculos ambientados en aquella época y la recreación de la batalla, además de la procesión de Nuestra Sra. del Carmen por las calles de la localidad. Conserva esta celebración la muy antigua tradición de que los miembros de la Cofradía de la Veracruz de Vilches recorran a pie y al alba el viejo camino a Navas de Tolosa y Santa Elena para custodiar los trofeos ganados en la batalla que allí ordenó dejar el Rey Alfonso VIII.

Fiestas patronales de San Juan de la Cruz

Torno al 24 de noviembre, todo el pueblo se echa a la calle para acompañar al patrón en procesión. Punto álgido de la celebración, es la llegada a la Ermita de San Juan de la Cruz, donde se venera su recuerdo. Castillos de fuegos artificiales y todo tipo de eventos deportivos y culturales amenizan esta festividad. Desde los primeros momentos de la fundación de La Carolina, los colonos mostraron gran devoción por San Juan de la Cruz, que pasó algunas estancias en el antiguo convento de La Peñuela, de manera que fue prontamente adoptado como patrón junto a la Inmaculada y a San Carlos.

Fiestas de Santa Bárbara. En los primeros días del mes de diciembre se celebra Santa Bárbara, patrona de los mineros. Una festividad que propicia la convivencia y que favorece la recuperación de la historia y tradiciones ligadas a la minería.

A la tradicional cocina serrana se está sumando con fuerza la nueva cocina y sabores de la mano de jóvenes carolinenses que cuentan con prestigiosos premios culinarios y de alta cocina. De manera que los nuevos platos se combinan con los tradicionales embutidos y guisados de carne de monte (conejo con papas, perdiz escabechada o en vinagrillo, calderetas de ciervo o jabalí, jarapos con liebre……..) acompañadas por unas migas, gachas de harina guija con chorizo o una buena pipirrana. Destacan especialidades como la exquisita y variada elaboración del afamado paté de perdiz de La Carolina, que llega a exportarse a países extranjeros.

Texto: Pedro Ramos Miguel
Fotografías: Museo de La Carolina y Área de Comunciación y Estrategia Fundaciones UPO