La psicóloga sanitaria experta en imagen corporal, Mar Suárez, ha participado en uno de los Cursos de Verano –‘Infamación y salud: del mito a la evidencia’– de la Universidad Pablo de Olavide con una conferencia llamada ‘Infamación y autoestima: cuando el cuerpo y la mente dialogan’, donde ha analizado cómo la inflamación crónica puede reflejar traumas no resueltos y una baja autoestima.
En una entrevista concedida a Europa Press, Suárez ha explicado cómo la infamación crónica no solo tiene una raíz biológica, sino también un «origen emocional», a menudo vinculado a la autoestima, la percepción corporal y las experiencias traumáticas.
«La infamación produce cambios estéticos y también internos; desregula nuestro estado emocional, porque afecta al funcionamiento cerebral», ha explicado Suárez.
Según ha comentado, este proceso biológico comúnmente asociado a enfermedades físicas, «puede manifestarse también a través de síntomas psicológicos como ansiedad, tristeza o sensación de descontrol corporal». «Hay una sensación de que mi cuerpo está fallando, de que todo lo que hago no tiene mucha solución», ha ejemplificado.
Suárez ha insistido en que el vínculo entre mente y cuerpo es «inseparable», y que por ello, «no podemos separar cuerpo y mente; todo va junto». Destacando así que las emociones y vivencias personales inciden en la biología y viceversa. Desde su consulta en Norte Salud Psiconutrición, ha observado que «muchas dolencias físicas esconden malestar emocional» y que los procesos infamatorios persistentes suelen estar relacionados con vivencias traumáticas como «casos de bullying, rechazo corporal desde la infancia o situaciones de abuso», que generan «una infamación de bajo grado y un fuerte rechazo hacia el propio cuerpo».
EL PELIGRO DE LA DESINFORMACIÓN EMOCIONAL
El concepto de animación emocional se ha «popularizado» en redes sociales, pero «no siempre con rigor». Para Suárez, esta tendencia corre el riesgo de trivializar una «realidad compleja». «Estamos dando información errónea y todo el mundo piensa que está animado.
Las redes están muy bien para concienciar, pero pueden llevar a la confusión o a creencias descontextualizadas», ha advertido. Este malestar se ve amplificado por la presión estética, ya que para ella vivimos en una sociedad con «alta presión estética y con estigmas hacia determinados cuerpos», y la relación entre aceptación social y delgadez, «condiciona» la manera en la que las personas perciben su propio cuerpo debido a que «yo quiero estar delgada, no por salud, sino porque eso me hace todo lo bueno». La experta también ha alertado del impacto que tienen los referentes actuales en redes sociales, donde las intervenciones estéticas se muestran como el camino ideal. «España es uno de los países con más tratamientos estéticos. La mayoría de personas influyentes que se siguen están constantemente sometiéndose a operaciones. Eso genera un modelo de cuerpo inalcanzable que se asume como norma», ha relatado.
TERAPIA INTEGRAL Y EDUCACIÓN DESDE LA INFANCIA
Suárez ha defendido un enfoque de intervención que trate de «forma conjunta» la dimensión física y la emocional del malestar. «En nuestra consulta trabajamos en equipo, con psicología y nutrición.
A veces hay que parar el tratamiento nutricional para abordar lo psicológico, y otras veces es al revés», ha explicado, aunque para ella, la clave está en evaluar a la persona de manera global. «Cuando sientes que no vales, dejas de cuidarte. Todo ese desgaste emocional también influye en el cuerpo», ha armado, refiriéndose a que una autoestima dañada influye «directamente» en los hábitos
Fuente: Europa Press