La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en la vida académica no es una posibilidad futura, sino «una realidad en marcha» que exige «una transformación estructural en la enseñanza universitaria». Así lo ha advertido el profesor del Departamento de Educación y Psicología Social de la Universidad Pablo de Olavide, David Cobos, en una entrevista concedida a Europa Press, quien ha asegurado que en una década la IA «va a ser una herramienta más, integrada en todos los procesos: administrativos, de gestión, de enseñanza y de investigación. Lo que hoy nos parece disruptivo será absolutamente normal».
El profesor ha intervenido en uno de los Cursos de Verano –‘Derecho(s), enseñanza del Derecho e innovación tecnológica: retos y oportunidades de la aplicación de la inteligencia artificial’–, de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona. Del cual ha sido codirector y donde ha ofrecido una conferencia titulada ‘Transformación digital y pedagógica en la universidad: impactos de la inteligencia artificial’. En su intervención ha abordado las múltiples dimensiones del impacto que esta «tecnología disruptiva» –(IA)– tendrá en los próximos años.
«Estamos ante una innovación muy rápida, excesivamente rápida, y eso nos coge con el paso cambiado», ha advertido. Para el docente, los retos que plantea no se limitan al uso de herramientas tecnológicas. «Los estudiantes necesitan una formación específica y los profesores también tienen que estar formados. Es fundamental desarrollar nuevas competencias, tanto técnicas como éticas», ha armado. En su opinión, la adaptación universitaria «debe ser transversal, afectando no solo a los contenidos», sino también «a los métodos de evaluación, las guías docentes y la vida cotidiana de las universidades».
BRECHA DIGITAL Y EQUIDAD: UN RETO PARA LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS
Uno de los aspectos «más sensibles» de este proceso de transformación es el «riesgo de exclusión» que puede generar la «aplicación desigual» de la IA. Cobos ha sido tajante al respecto, exponiendo que «puede mejorar la eficiencia en muchos procesos, pero también puede generar exclusiones. Si ya existía una brecha digital, esta se puede agrandar». En este sentido, el papel de las universidades públicas es, a su juicio, «crucial» para garantizar la equidad. «Las universidades públicas tienen que involucrarse en adquirir software, desarrollar procesos de formación para sus docentes y estudiantes y evitar que la brecha se amplíe», ha señalado. El docente ha subrayado que colectivos vulnerables, como «las personas mayores» o «con menos recursos», podrían quedar «rezagados» si no se adoptan medidas inclusivas.
El uso de la IA, según Cobos, también ofrece «grandes oportunidades» en contextos de crisis o desigualdad. «Nos puede ayudar a gestionar grandes volúmenes de datos, sobre todo en situaciones complicadas. Pero siempre debe haber una supervisión y una decisión humana. La toma de decisiones no puede automatizarse por completo», ha sostenido. El «mayor valor» del curso reside en abrir un espacio de «reflexión crítica y profunda» sobre el tema, ya que, a su juicio, «es una cuestión que ya genera muchas inquietudes y demandas, pero necesitamos abordarla desde una perspectiva académica seria, con visión de corto y medio plazo».
Frente a «los temores» que despierta la inteligencia artificial, Cobos se ha mostrado «moderadamente optimista». «Tenemos muchos miedos, que son normales porque estamos ante algo desconocido. Pero como ha ocurrido con otras innovaciones en el pasado, tenemos que incorporar esta herramienta para utilizarla por el buen camino», ha expresado En su opinión, los próximos años serán «decisivos» para determinar si el sistema universitario «logra adaptarse o queda desfasado», asegurando que «el futuro no puede construirse sólo con formación puntual.Tiene que ser un proceso integrado, transversal, que se refleje en todos los niveles. Si no, no iremos por el buen camino», ha advertido.
Fuente: Europa Press