Desde hace años, la actividad de los arqueólogos en las ciudades no se ha limitado al reconocimiento científico del subsuelo para corregir las afecciones que los procesos constructivos ocasionan sobre los restos arqueológicos. La aplicación del método estratigráfico a las estructuras construidas ha resultado ser una fórmula de conocimiento imprescindible para determinar el valor patrimonial de edificios históricos y, en consecuencia, disponer las medidas para su conservación. Necesariamente, esto implica un diálogo intenso y constante entre los profesionales de la arquitectura, la arqueología y el urbanismo. En Carmona se desarrolla una experiencia particular, pues esta intervención interdisciplinaria no se limita a los edificios de carácter monumental, extendiéndose a la arquitectura popular como elemento indisociable de un paisaje construido histórico.