Juan Gil (pp. s. XVI – 1555)

Juan Gil (pp. s. XVI – 1555)

Jonatán Orozco Cruz, Universidad Pablo de Olavide

Juan Gil, conocido también como doctor Egidio por la latinización de su nombre y apellido, nació en Olvés (Zaragoza) a principios del siglo XVI. A finales de 1525 lo encontramos iniciando sus estudios de teología en el Colegio de San Idelfonso, perteneciente a la Universidad de Alcalá de Henares, donde entró en contacto con el ambiente humanista y proerasmista favorecido por el cardenal Cisneros desde la fundación de la institución. Muy pronto destacó en la universidad, donde además contactó por primera vez con Constantino de la Fuente y Francisco de Vargas, dos de sus futuros compañeros en Sevilla. En 1530 culminó su carrera académica licenciándose y doctorándose en teología. Pasó entonces a ocupar de forma permanente la cátedra Santo Tomás de Aquino y fue nombrado rector del Colegio de San Ildefonso.

 

Los frentes religiosos abiertos en Europa y la publicación del Diálogo de la Doctrina Cristiana de Juan Valdés (Alcalá de Henares, 1529), dieron lugar al recrudecimiento del ambiente cultural y religioso de la Universidad. Ese mismo año se cerraron las imprentas responsables de la impresión del texto herético de Valdés, y durante los meses posteriores fue decayendo el pensamiento humanista propio de Cisneros y de otras personalidades ligadas a esta institución, como el entonces arzobispo de Sevilla, Alonso Manrique. Este hecho hizo que muchas personas formadas y vinculadas la Universidad de Alcalá huyeran a refugiarse en distintos puntos de la Península, uno de los cuales fue, precisamente, la archidiócesis de Sevilla.

En 1533 el Cabildo Catedralicio de la ciudad de Sevilla reclamó como predicador a Juan Gil. Pronto se labró gran fama entre los feligreses de la ciudad por sus predicaciones que, junto con su amistad con el arzobispo, le valieron la promoción a canónigo magistral de la Catedral, convirtiéndose en uno de los protagonistas de la vida religiosa de la ciudad. Tanto era así que a la muerte de Alonso de Manrique en 1538, el doctor Egidio fue nombrado visitador de la archidiócesis para sustituir al arzobispo en lo que otro era nombrado. Durante estos años se relacionó con personajes destacados de los círculos heterodoxos sevillanos, como Constantino de la Fuente o Francisco de Vargas, junto a quienes estudiaba y predicaba regularmente en las reuniones que dirigieron en distintas iglesias y monasterios, como el Colegio de la Doctrina de los Niños o los monasterios de San Pablo, Santa Paula y Santa Isabel, años después sospechosos de albergar conventículos luteranos. Su vinculación y compromiso con la renovación religiosa que se esperaba y reclamaba desde algunos sectores de la Iglesia se demuestra además por la defensa que hace de Rodrigo de Valer ante la Inquisición, la cual le costó su primer proceso inquisitorial, del que salió absuelto.

Entre 1533 y 1549, la carrera eclesiástica de Juan Gil siguió su curso de reconocimientos y honores, representó al cabildo en calidad de procurador en las juntas eclesiásticas nacionales de 1541, e incluso asesoró esporádicamente al Tribunal del Santo Oficio. Por ello no es de extrañar que el mismo Carlos V, lo propusiera para el Obispado de Tortosa en 1549. Sin embargo, Egidio fue descartado inmediatamente de esta candidatura, al presentarse ese mismo año una acusación de herejía hacia su persona en el tribunal inquisitorial de Sevilla.

Este segundo proceso terminó en agosto de 1552 cuando el magistral de la catedral fue condenado a adjurar públicamente de hasta diez proposiciones heréticas, declarar otras ocho como faltas y siete más como sospechosas de herejía. La condena incluía un año de prisión, misas, ayunos, confesiones regulares y la prohibición por diez años de cualquier tipo de aparición en acto público secular o religioso. Al poco tiempo consiguió que sus años de cárcel se conmutaran por reclusión obligatoria en la Cartuja de Jerez de la Frontera.

En los años que duró su proceso, así como durante su condena, el cabildo catedralicio sevillano siguió apoyando y contando con Egidio. Así, por ejemplo en 1554 lo encontramos revisando la compra de libros del nuevo magistral de la catedral y formando parte de la comisión de edición del nuevo breviario. Pocos meses antes de su muerte, en mayo de 1555, fue enviado como procurador a defender los intereses del cabildo en la Corte. Parece ser que parte de este viaje lo pasó en Zamora visitando a Pedro Cazalla, miembro de una familia de origen sevillano con mucho peso en los círculos heterodoxos descubiertos posteriormente en Valladolid. El 23 de noviembre de ese mismo año muere recluido y es enterrado en la catedral de Sevilla.

Pese a ello, en 1560 la Inquisición lo declaró luterano, hereje, dogmatizador, impenitente y relapso, por lo que sus restos fueron retirados del suelo de la catedral y quemados tras el auto de fe de 1560. Probablemente la fama de Juan Gil y el apoyo que el cabildo catedralicio le había brindado hasta su muerte impidió que fuera condenado a la hoguera en vida, pero la reapertura de su proceso a partir de los sucesos de 1557 propició esta condena post mortem. Los deseos de renovación religiosa que representa la vida del doctor Egidio, unido al apoyo y la defensa de la primacía e independencia del cabildo catedralicio frente al poder del arzobispo, lo convirtieron en un enemigo espiritual y político inasumible para Fernando de Valdés y sus intereses. Por ello la figura de Juan Gil es central no solo para estudiar los círculos heterodoxos sevillanos, sino también sus dinámicas políticas.

Juan Gil. Extracto del proceso inquisitorial a Juan Gil (Archivo Histórico Nacional)

Grabado procedente del libro De heylige Spaensche inquisitie, met haer loosheyt, valscheyt ende arghelisten ontdect (1569), traducción al holandés de las Artes de la Inquisición Española.Fuente: Early English Books Online

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