La segunda catedral de Sevilla.

Aníbal González Álvarez-Ossorio (1876-1929) fue un arquitecto sevillano que llevó a cabo importantísimos proyectos arquitectónicos en varias ciudades de España, pero muy especialmente, revitalizó Sevilla con construcciones innovadoras y muy originales que incluso se conservan hoy en día debido a su gran creatividad y belleza. Si bien es cierto que la mayoría de las obras de Aníbal González fueron casas particulares y edificios, tuvo la oportunidad de diseñar otros grandes proyectos para la Exposición Iberoamericana de 1929 que han marcado especialmente la historia de Sevilla.

Sin embargo, hoy no vamos a hablar de los proyectos que ejecutó, sino de uno que no pudo llevar a cabo del todo y se trata de la Basílica de la Inmaculada Milagrosa, que estuvo pensada para ser la segunda catedral de la ciudad de Sevilla.

Su construcción se inició en mayo de 1928 en la actual avenida de La Buhaira, muy cerca de San Bernardo. El rey Alfonso XIII y el cardenal Ilundai asistieron a la bendición de los terrenos y colocación de la primera piedra, por lo que el proyecto no solo interesaba a la ciudad de Sevilla, sino a todo el país. La basílica sería de estilo neogótico, flanqueada por dos torres especialmente altas, naves de 45m de altura y una plaza alrededor de 120m de diámetro. La basílica también incluía un proyecto de plaza alrededor de todo el complejo en el que habría un colegio, un internado, una sala de conferencias y la residencia de los Jesuitas, con un gran obelisco en el centro.

Si bien este proyecto suena impresionante, Aníbal González falleció al año de iniciarse, lo cual hizo que las obras se parasen y finalmente, fuera cancelado el proyecto. Imaginar esta basílica terminada es casi impensable, también teniendo en cuenta que está dedicada a la Inmaculada Milagrosa, una devoción que estaba muy arraigada en la ciudad pero que se perdió. Las obras abandonadas cayeron en el olvido y lo único que sí se llevó a cabo de todo el proyecto fue el colegio, que es hoy en día el colegio Portaceli, de los jesuitas. Si bien las obras apenas comenzaron, aún se pueden ver los restos de la basílica, ya que los primeros ladrillos que le daban la forma a la planta de cruz latina de la iglesia se han conservado.

 

Hasta hace algunos años, hubo un restaurante sobre las ruinas que trataba de mantener con algo de vida los restos de lo que habría sido un importantísimo monumento para la ciudad, pero ya ha cerrado. Si alguna vez quieres pasearte por los restos, en los jardines de la Buhaira los encontrarás.

 

BIBLIOGRAFÍA: