¡Hola, colorás y coloraos! Hay veces en las que los fenómenos meteorológicos nos sorprenden en más de una manera, trayéndonos sorpresas… Como en el caso de Andalucía, donde las intensas lluvias de hace unos días han provocado la reaparición temporal de una vasta masa de agua en un lugar concreto que nos recuerda a cierto paisaje muy antiguo: el antiguo Lago Ligustino, o Lacus Ligustinus, originalmente. Este fenómeno, que ha afectado directamente a varias infraestructuras como la autopista AP-4, nos recuerda la profunda conexión entre el presente y el pasado de nuestras tierras, que, a veces, se nos olvida.

Carretera inundada, posible localización del Lago Ligustino

Hace más de 3.000 años aproximadamente, en la desembocadura del río Guadalquivir se formaba una especie de bahía interior que conectaba lo que hoy son las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva con el océano Atlántico. Le llamaban Lacus Ligustinus, un elemento crucial para las civilizaciones que se asentaron en sus orillas. Con el paso de los siglos, la acumulación de sedimentos fue sepultando y camuflando este lago/bahía en las marismas que tenemos hoy en día. Sin embargo, la Tierra nunca olvida y la memoria del Lacus Ligustinus parece persistir en el terreno. Las marismas tienden a inundarse y, cuando nos enfrentamos a periodos de mucha lluvia, el agua tiende de manera natural a volver a la misma zona. Es decir, estas lluvias torrenciales que hemos tenido hace poco, con registros que superan los 100 litros por metro cuadrado en algunas zonas, han sobrepasado la capacidad de drenaje natural del terreno y ha provocado inundaciones a gran escala.

Localización en un mapa del Lago Ligustino

El impacto de esto se ha hecho visible en la autopista AP-4, la principal conexión por carretera entre Sevilla y Cádiz. Varios tramos de esta infraestructura se han inundado, por lo que han tenido que limitar el tráfico en la zona por un tiempo para solucionarlo y que los coches puedan pasar de manera segura por la vía. De igual manera, la línea de ferrocarril que une ambas capitales también ha sufrido con las lluvias (y esto nos sirve para ver lo poco preparadas que están nuestras infraestructuras a las inclemencias del tiempo), pero esto va más allá de una simple inundación. Es una clara prueba de cómo el territorio, a pesar de las transformaciones humanas a lo largo del tiempo, conserva las marcas de su historia natural.

Además, este evento nos puede servir para reflexionar sobre el cambio climático. Los expertos advierten que el aumento de las temperaturas globales puede estar vinculado a una mayor frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, como las lluvias torrenciales que solemos tener en comparación con otros países, pues aquí hace mucho más calor y llueve menos. Por eso, las zonas que tienden a inundarse nos pueden estar avisando de algo, como en este caso. La «memoria» del Lacus Ligustinus en el paisaje actual nos señala zonas de riesgo, zonas en las que las infraestructuras deberían tener en cuenta que podrían inundarse, por ejemplo.

 

Bibliografía

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