Hoy veremos la importancia de conocer y valorar nuestro patrimonio, haciendo hincapié en la protección y la conservación del mismo. Nos centraremos en esos tesoros que alguien, conocedor de su valor, ocultó de las miradas indiscretas para poder recuperarlos más tarde. Sin embargo, por esos azares insondables de la vida, ese «alguien» nunca los recuperó y se mantuvieron ocultos, inmóviles en el silencio de su escondrijo, soportando el paso de los siglos en la soledad de lo ignorado.
Hay quien dedica sus días a localizar estos tesoros escondidos, a veces con fines científicos, para investigar y conocer nuestro pasado y otras, desgraciadamente, con fines puramente lucrativos. Sin embargo, hay momentos en los que surgen a la luz de forma inesperada. Hablaremos aquí de uno de estos hallazgos que se produjo de forma fortuita, fruto de una de esas casualidades que, sin pretenderlo, abren una ventana a la historia.
El descubrimiento tuvo lugar en la antigua ciudad de Ébora, en el término municipal de la actual Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Se produjo, en 1958, en un cortijo cuyos dueños habían decidido roturar unas tierras que, hasta ese momento, nunca habían sido cultivadas. Fueron, precisamente, los trabajos de preparación de estas tierras, hasta entonces destinadas al descanso de los animales, los que sacaron a la luz una vasija llena de joyas de oro.
Con posterioridad se llevó a cabo una excavación en la zona para analizar los posibles asentamientos que existieron en el lugar. Las piezas fueron datadas en torno al siglo VI a.C. De los distintos restos hallados se puede desprender que el tesoro pertenece a una población indígena, de características similares a otras del interior de Andalucía. Todo parece indicar que se trataría de un posible poblado turdetano cuyo nombre deriva del tartésico Aipora y que perduró más en el tiempo que el de El Carambolo (Sevilla).

El Tesoro de Ébora está compuesto por piezas de oro y cornalina, en concreto por: 1 diadema, 1 collar, 1 brazalete, 2 colgantes, 2 anillos, 5 pares de zarcillos, 2 arracadas (pendientes con colgante), 2 cilindros y varias cuentas de cornalina, que, probablemente, formasen parte del ajuar de una mujer.
Ya en fechas más recientes, el último hallazgo tuvo lugar en 2019 cuando unas personas, paseando por las inmediaciones del cortijo, encontraron una pequeña pieza de oro. Se trata de un colgante de forma esférica, de 1,6 cm de longitud que está fabricado a partir de dos semiesferas laminares soldadas por el ecuador y ribeteadas por cenefas paralelas de pequeños glóbulos.

Gracias a que estos ciudadanos no buscaron hacer «negocio» con su hallazgo, sino que lo pusieron en conocimiento de las autoridades, la pieza ha podido ser restaurada. La joya presentaba depósitos de tierra incrustados y un deterioro importante fruto de su aplastamiento. La intervención realizada ha permitido recuperarla para mostrarla en un estado lo más parecido posible al original, sin afectar a la propia estructura de la alhaja. (En la imagen podemos ver el proceso de restauración)
Actualmente el Tesoro de Ébora se encuentra en el Museo Arqueológico de Sevilla donde, gracias al buen hacer de unos ciudadanos que priorizaron el valor patrimonial de sus hallazgos frente al posible valor monetario, podremos admirar la belleza de sus piezas. Aunque para ello habrá que esperar a la reapertura del Museo que en estos momentos está inmerso en un proceso de reforma y remodelación.
Fuente: Museo Arqueológico de Sevilla. Tesoro de Ébora – Obras Singulares – Museo arqueológico de Sevilla (museosdeandalucia.es)
Fuente: El Blog de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico. https://www.juntadeandalucia.es/cultura/blog/un-nuevo-colgante-de-oro-procedente-del-cortijo-de-ebora-sanlucar-de-barrameda-cadiz/