Cristina Lozano GonzálezAllá por 2017, lo que parecían unas reformas de lo más normales en la localidad sevillana de Cantillana dejaron a la luz uno de los hallazgos arqueológicos más inesperados de la década.
En la calle Sacristán José Díaz Hidalgo, tras unas obras para las cuales tuvieron que levantar la calzada, apareció un suelo de mosaico de época romana, de espectaculares dimensiones y en un impecable estado de conservación, coronado por un pozo teselado. Cantillana, edificada sobre los cimientos de la antigua Naeva romana, no era primeriza en descubrimientos increíbles en sus tierras. Sin embargo, esta situación era particular. Lo que usualmente era motivo de alegría, esta vez creaba una disputa, y el por qué era sencillo: las dimensiones del mosaico eran tan grandes que se extendía por bastante más en el subsuelo del municipio. Rodeado de casas, las estrechas calles que quedaban por encima des vestigio no permitían más obras. Los residentes eran personas ancianas en su mayoría, que no podían arriesgarse a que cortasen sus calles y levantasen el suelo ya no solo del exterior, sino hasta de sus propias casas. Calles cortadas que impedían el paso de coches o incluso la entrada de ambulancias, el escenario era bastante negativo, ya fuese para el futuro de los cantillaneros de aquella zona o, por el contrario, para el mosaico y su integridad.
La decisión que se tomó fue no levantar mayor terreno, aunque lo que quedase visible de este hallazgo fuese apenas un cuarto del total. No fue fácil, pero el pueblo se volcó. Los expertos arqueólogos que fueron a estudiar la zona argumentaban que algo así era inaudito y que el estado de conservación era demasiado bueno como para sencillamente hacer oídos sordos e ignorarlo. Pero, nadie podía culpar a los que habían vivido en aquellas calles durante más de 50 años; el temor a perderlo todo era mayor. Finalmente, y con bastante cuidado, se llevó a cabo una extracción y restauración de ese único suelo que hallaron primero, bautizado como mosaico romano de la Casa de los Delfines, por los motivos marinos que se representan en él. El resto de la casa patricia a la que pertenecía continua bajo suelo pero los arqueólogos que participaron en la extracción siguen estudiando las probabilidades de acceder a toda la vivienda de forma segura.
El tiempo que permaneció en la calle al descubierto, los centros docentes organizaron numerosas visitas guiadas al mosaico como excursión, y que los arqueólogos le explicaran a los jóvenes la naturaleza del hallazgo y de paso algo de historia de su propio pueblo. Naeva, ya nombrada así por Plinio, contaba con un importante puerto fluvial sobre el Guadalquivir. También ha sido territorio árabe y punto estratégico posteriormente para los cristianos en la época de la Reconquista. Llena de secretos y testigo de mil historias, Cantillana es un sitio ideal si quieres descubrir más sobre la presencia romana en Sevilla, pero desde una perspectiva menos conocida, y no por ello menos rica.
Por último, recordar que aunque siga en pie el debate de cuál es el precio a pagar por el enriquecimiento cultural y cómo esto afecta muchas veces a la normalidad de las vidas de las personas que viven en estas zonas, no debemos olvidar que hay situaciones en las que las personas actúan por miedo, como aquellos que, quizás labrando sus huertos han encontrado piezas de cerámica y las han escondido para evitar perder lo que tienen. Sin embargo, esto no es una regla general y por ello y siempre gracias a las personas más dispuestas contamos hoy con un gran testimonio del legado que nos dejaron nuestros antepasados latinos.
