Las termas romanas de Carmona, protagonistas del curso ‘Arqueología de campo’

Arqueología del campo

El arqueólogo Juan Manuel Román asegura que “este curso no solo te enseña a excavar, sino a interpretar lo que estás viendo”

La Sede Olavide en Carmona – Rectora Rosario Valpuesta ha dado el pistoletazo de salida a la 18ª edición del curso de verano ‘Arqueología de Campo’, una oportunidad única para sumergirse en la historia de la antigua Carmo. Este seminario, eminentemente práctico, permitirá a los estudiantes excavar las termas romanas halladas bajo la plaza de Julián Besteiro, un complejo termal del siglo I d.C. y que, en palabras de Juan Manuel Román Rodríguez, arqueólogo municipal de la Delegación de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Carmona y codirector del curso, «representa un laboratorio arqueológico al aire libre, donde se superponen siglos de historia».

El curso, que se desarrollará del 14 al 25 de julio gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Carmona, está codirigido por Román y Ricardo Lineros, jefe de Servicio de la Delegación de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Carmona y director del Museo de la Ciudad.

La plaza de Julián Besteiro, también conocida como plazuela de San José, es mucho más que un espacio público en el centro histórico; es un libro abierto de la Historia de Carmona. Según detalla Juan Manuel Román, los trabajos preventivos iniciados en 2013 antes de la remodelación de la plaza han desenterrado unas termas romanas públicas excepcionalmente conservadas, datadas en la época de Augusto, a principios del siglo I d.C. “Son las instalaciones termales más antiguas de este tipo encontradas hasta el momento en Carmona, y sus estructuras presentan un relativo buen estado de conservación”, subraya Román, destacando la importancia de este hallazgo que estuvo en uso hasta mediados del siglo II d.C.

La intervención arqueológica en este punto neurálgico ha permitido documentar un complejo termal público que refleja la sofisticación arquitectónica de la época. Entre las estructuras más notables se encuentran los Hypocaustum –el ingenioso sistema de calefacción de suelos, techos y paredes–, diversas piscinas, complejas canalizaciones y un ábside probablemente asociado al Tepidarium o sala de aclimatación. Estos elementos no solo ofrecen una visión de la vida cotidiana romana, sino que también evidencian la relevancia de las termas en el urbanismo de la Carmona romana. Una parte significativa de estos vestigios será integrada en la remodelación de la plaza mediante pasarelas elevadas, cubiertas de protección y un ambicioso proyecto museográfico, que permitirá al público interpretar y disfrutar in situ de este patrimonio milenario.

Pero la historia de la Plaza Julián Besteiro no se limita a la época romana. La excavación ha puesto al descubierto niveles de ocupación de otras civilizaciones, enriqueciendo aún más el valor del yacimiento. Se han documentado cuatro silos utilizados para el almacenamiento de cereal: tres de ellos de procedencia islámica y uno de la Edad del Cobre. Además, los arqueólogos han constatado que, aunque los baños públicos estuvieron en uso hasta mediados del siglo II d.C., algunas de sus estructuras fueron reutilizadas parcialmente durante la época almohade.

Uno de los descubrimientos más significativos ha sido la existencia de una mina de agua de origen romano asociada directamente a la estratigrafía arqueológica de la excavación. Esta infraestructura hidráulica, esencial para el abastecimiento de la antigua ciudad, se ha conservado en un estado notable y fue reutilizada en épocas posteriores, incluso en el siglo XVII, durante la construcción del convento de San José, que se edificó sobre este mismo solar antes de ser desamortizado en el siglo XIX.

La campaña actual se concentra en el perímetro del yacimiento, especialmente en las áreas donde se construirán los nuevos muros de contención. “Queremos asegurarnos de que no aparezcan sorpresas que obliguen a modificar la obra en curso. Por eso, excavamos antes de que se intervenga urbanísticamente”, explica Juan Manuel Román sobre esta crucial excavación preventiva, cuyo objetivo es armonizar la protección del patrimonio con el desarrollo de infraestructuras modernas.

El curso ‘Arqueología de Campo’ de la Olavide en Carmona está diseñado para dotar a los estudiantes de las competencias metodológicas y técnicas necesarias en el ámbito arqueológico. A través de la combinación de sesiones prácticas en el yacimiento y clases teóricas, los alumnos aprenderán a excavar, registrar, clasificar, limpiar e inventariar los objetos hallados, enfrentándose a las situaciones reales de una excavación profesional.

El material recuperado se trasladará al Museo de la Ciudad para su análisis, restauración y eventual exposición y, de hecho, algunas de las piezas más destacadas, como una pintura mural con un ave acuática o cerámicas completas, ya se exhiben en la institución. “Este curso no solo te enseña a excavar, sino a interpretar lo que estás viendo. Aquí se forma al alumnado en una metodología rigurosa que se aplica en Carmona desde los años 80”, señala Juan Manuel Román, quien añade: “Yo mismo vine aquí como estudiante a hacer mis prácticas y nunca me fui. Excavaciones como esta cambian tu forma de ver la Arqueología”.

Este curso de verano no solo es una pieza fundamental en la formación académica de futuros profesionales, sino que también contribuye de manera significativa al conocimiento y la conservación del valioso patrimonio de Carmona. Gracias al compromiso de las instituciones implicadas y al alumnado participante, la Arqueología vuelve a convertirse en un puente entre la universidad, los ciudadanos y la Historia de esta ciudad milenaria.

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