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La médica forense María Santos explica que el seis por ciento de los casos de muerte violenta en menores son homicidas y, en su mayoría, se producen a mano de uno de los progenitores del niño
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“La muerte de un niño es siempre una circunstancia difícil de asumir y de afrontar, especialmente cuando se trata de una muerte violenta”. Así lo ha manifestado la médica forense María Santos Rodríguez, que trabaja en el Servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Sevilla. Sin embargo, a pesar de la dificultad emocional que conllevan este tipo de casos, María considera que los profesionales que se enfrentan a este tipo de casos tienen la obligación de actuar de la forma más cuidadosa y metódica posible para lograr que se esclarezcan todas las circunstancias del fallecimiento. Por lo tanto, “sólo siendo objetivos y precisos en nuestras actuaciones se podrán exigir responsabilidades a las personas implicadas en estos hechos”, asegura.
Con respecto a las principales causas de muerte violenta en menores, esta médica explica que, en la provincia de Sevilla, el 50 por ciento de ellas son accidentales, secundarias a accidentes de tráfico, asfixias por sumersión o por sofocación con cuerpos extraños y muertes en incendios. Sólo en el seis por ciento de los casos son muertes homicidas y, en su mayoría, se producen a mano de uno de los progenitores del niño.
Santos ha hecho estas declaraciones en el ámbito del curso ‘Investigación científico-técnica de los homicidios en el anciano, el niño y la mujer’, que se ha inaugurado esta mañana en la sede de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona dentro de la programación de la XVII edición de los cursos de verano de la UPO, y en el que ha pronunciado la conferencia titulada “Muerte homicida en menores. Investigación médico-legal”. El seminario se desarrolla hasta mañana bajo la dirección de Antonio Rico García, médico forense y jefe de sección de Anatomía e Histopatología Forense del Instituto de Medicina Legal de Sevilla, además de profesor de la Universidad Pablo de Olavide.
Cuestionada sobre si los menores son las víctimas más frágiles de toda la sociedad, la doctora asegura que los niños, por su inmadurez física y psíquica, necesitan de la atención y cuidados de los adultos que los rodean. Por lo tanto, esa falta de autonomía los hace especialmente vulnerables y, en algunas ocasiones, quedan expuestos a situaciones de desprotección y violencia. “Según mi parecer, en el momento actual hay una especial empatía hacia los niños, además de frecuentes campañas y movimientos de protección a los menores. Sin embargo, aún nos encontramos casos de maltrato flagrante que, siendo visibles para las personas del entorno, quedan desatendidos y sin denuncia hasta que terminan con la muerte de la víctima”, lamenta.
No es tarea fácil la labor de los médicos forenses, especialidad médica que sirve de puente entre la Medicina y el Derecho, puesto que permite reunir los conocimientos de la Medicina y otras ciencias afines con el objetivo de ponerlas al servicio de la Administración de Justicia. Por tanto, según explica María Santos, “el médico forense asesora a jueces, fiscales y otros profesionales de la Justicia sobre cuestiones médicas, como pueden ser las causas y circunstancias de la muerte de una persona, pero también sobre las consecuencias para la salud física o mental de la víctima de una agresión o un accidente, la responsabilidad que se le puede exigir al autor de un delito, la capacidad de unos padres para el cuidado de sus hijos, y otras muchas circunstancias que atañen a aspectos de gran importancia en la vida de los individuos”, concluye.
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