El uso de mascarillas como elemento de protección sanitaria ha puesto de manifiesto la importancia de la comunicación no verbal, puesto que su utilización impide la visualización de los movimientos de la boca y músculos faciales. Esencial para la protección frente al COVID-19, la mascarilla se ha convertido en una barrera para el alumnado que requiere de la lectura de labios para su comunicación y aprendizaje.
Para romper esta barrera y procurar así que los profesores puedan comunicarse con los estudiantes con discapacidad auditiva, la Universidad Pablo de Olavide, a través de su Servicio de Diversidad Funcional junto al Área de Salud y Prevención, han distribuido más de un centenar de mascarillas de lectura labial entre el personal docente para su uso en las clases prácticas presenciales.
“El comienzo del curso fue muy frustrante para mí, puesto que los profesores portaban mascarillas FPP2. Sufro hipoacusia bilateral de nacimiento y me costaba mucho seguir las clases, por lo que tenía que consultar constantemente a mis compañeros al perderme a causa de no poder seguir una lectura labial”, explica Lola Begines Abato, estudiante de primer curso del Grado de Traducción e Interpretación.
En este contexto, el Servicio de Diversidad Funcional quiso aportar una solución para responder a esta necesidad urgente. “En esta situación de pandemia, la UPO se ha tenido que adaptar a una diversidad de elementos con los recursos existentes y la creación de muchos nuevos. En este sentido, los estudiantes con diversidad funcional se han adaptado con dificultades al nuevo entorno de docencia y a las nuevas circunstancias, y en concreto, los estudiantes con discapacidad auditiva son los que más han sufrido esta brecha en la comunicación”, explica Juan Vázquez, técnico de este servicio de la UPO.
La UPO ha distribuido más de un centenar de mascarillas de lectura labial entre el personal docente para su uso en las clases prácticas presenciales
El profesorado de Elvira Vadillo González, alumna que cursa actualmente segundo curso del Grado de Biotecnología, también usa este tipo de mascarillas que hacen visible la expresión labiofacial. “Las mascarillas con ventana hacen la comunicación más fluida para mí. También me facilitan el seguimiento de las prácticas presenciales y de las explicaciones que pueda necesitar si tengo alguna duda durante las mismas, evitando que el profesor o profesora que explica deba repetirme las cosas varias veces o escribirlas. Así, el tiempo del que dispongo para realizar la práctica no se ve reducido”, explica esta estudiante quien, al igual que su compañera Lola Begines, necesita apoyarse de manera casi constante en la lectura labial para entender una conversación y poder participar en ella.
Ambas estudiantes coinciden en la situación de desventaja de la que parten y la ansiedad que les ocasiona el uso de mascarillas sin ventana, por lo que la medida adoptada por la UPO se presenta como una herramienta efectiva para romper esta barrera en la comunicación. “Desde que se empezaron a usar las mascarillas convencionales, las interacciones con otras personas me produjeron un estrés y una incomodidad que antes no sentía, además de que me han hecho aún más consciente de las diferencias que hay entre las personas sin discapacidad auditiva y las personas como yo, porque me resulta aún más complicado que a los demás seguir conversaciones y aportar algo a las mismas”, declara Elvira.
Por otro lado, a la iniciativa del Servicio de Diversidad Funcional de la UPO se une la campaña #universidadconsentido lanzada por la Federación de Asociaciones de Implantados Cocleares de España (Federación AICE) y Fundación Universia, que cuenta con el apoyo de Banco Santander. Se trata de una acción universitaria a nivel nacional que ha hecho llegar mascarillas con ventana a los universitarios con discapacidad auditiva, sus docentes, personal de administración y servicios y otras personas de su entorno académico, para garantizar la igualdad de oportunidades frente a las barreras que se han visto acrecentadas en las aulas por la pandemia de la COVID-19.