Un total de 17 estudiantes de entre 18 y 29 años con diversidad funcional cognitiva se afincan durante esta semana en la Residencia Universitaria Flora Tristán (RUFT). A través del título propio ‘Formación para el empleo y la vida autónoma de personas con discapacidad intelectual’ (Fevida), este alumnado recibe clases en materias funcionales, humanísticas y profesionales, que se complementan con actividades en el campus junto a otros estudiantes de la UPO. El proyecto, el cual se encuentra en su cuarta edición, arrancó en noviembre y finalizará en junio contando con la financiación de la Fundación Once y el Fondo Social Europeo además de con la colaboración de la Asociación Paz y Bien y la Asociación Down Sevilla.
La clave diferencial que contempla el plan de estudio de este título en la UPO es el alojamiento durante una semana del alumnado en la Residencia Flora Tristán, cuya duración se pretende ampliar en los próximos cursos. Las alumnas y los alumnos desarrollan una experiencia de vida autónoma desde una convivencia comunitaria la cual supone una herramienta para mejorar el desarrollo personal de este grupo. “Cuando finaliza esta semana, el alumnado ha experimentado una gran progresión, se ha empoderado y se considera capaz de exigir y decidir por ellos mismos”, declara Ana Segura, pedagoga y una de las profesionales de apoyo de las entidades colaboradoras, en este caso de Down Sevilla. Uno de los estudiantes, ha conseguido alargar esta experiencia y reside en la Flora desde que empezó el curso, y otra de las alumnas se quedará un mes más.
Durante estos días, el alumnado, además de vivir la sensación de la vida independiente, participa en diferentes iniciativas que se desarrollan en el barrio como son el cuidado del huerto, la elaboración de informativos o la colaboración en programas radiofónicos. Durante el taller de cocina, dos jóvenes muestran una gran destreza culinaria y nos cuentan que después de esta experiencia tienen más ganas aun de independizarse con sus respectivas parejas, “nosotras ya sabíamos cocinar, en casa realizamos tareas, pero en esta semana también hemos aprendido cosas nuevas como a poner la lavadora”, nos comenta una de ellas. Sin embargo, para otro estudiante, en este caso con autismo, las expectativas eran diferentes “tenía miedo de no poder hacer solo las labores del piso, pero en esta semana lo he aprendido”.
«La vida propia se considera un derecho fundamental y es un deber como sociedad proporcionarlo», Rosa María Díaz
Además de las actividades, realizan gestiones económicas con su propio dinero, aprenden sobre el control de sus emociones, conocen y cumplen las pautas de convivencia y realizan las tareas del día a día. El objetivo de Fevida se encamina a conseguir la normalización de habilidades que cualquier persona de esta edad requiere, saber realizar las tareas cotidianas es un elemento indispensable para alcanzar la autonomía, el verdadero reto empieza tras haber adquirido estas destrezas y se abre el camino en el mercado laboral. En este sentido, el programa cuenta con un mes de prácticas en empresas, el cual compone otra de las piezas fundamentales del título. “Las personas con discapacidad intelectual luchan cada día por adaptarse a la sociedad y a los puestos de trabajo existentes, cuando debería ser la sociedad la que se adapte a ellos”, nos comenta Luis Carlos Pérez pedagogo y mediador laboral, otro de los profesionales de apoyo de las entidades colaboradoras del programa, en este caso de la Asociación Paz y Bien.
Los alumnos cuentan con el apoyo de dos residentes en la RUFT estudiantes de la UPO de grado y posgrado. Estos funcionan como ‘compañeros referentes’ a los que acuden cuando necesitan ayuda desde un trabajo entre iguales. La figura fue incluida en el proyecto en su segunda edición para favorecer las relaciones entre los miembros de la comunidad UPO desde la convivencia entre los universitarios. “Muchos jóvenes del proyecto comienzan la experiencia sin saber realizar tareas domésticas, el motivo de esta situación no es que su discapacidad le impida ejecutarlas, es que nunca han tenido la oportunidad de llevarlas a cabo”, nos cuentan estos ‘referentes’ quienes consideran que estos chicos y chicas para aprender realizan un doble esfuerzo, el que exige la tarea y el que tienen que llevar a cabo para superar la sensación de vulnerabilidad que les ha provocado su entorno.
Hacer para aprender es el concepto que abandera esta iniciativa. Una alumna con discapacidad intelectual y auditiva nos explica que tuvo que reflexionar con sus padres para venir a la Flora ya que era la primera vez que salía de casa y mostraban cierto temor, “es una experiencia buena para mí”, les decía la joven. Otra estudiante, en este caso con autismo, también experimentó esta sensación de miedo al dormir por primera vez fuera de su hogar. Otra de las alumnas, la cual cuenta con discapacidad intelectual y es opositora con un examen ya superado, consideraba que la cocina era la tarea que más costosa le iba a resultar.
Según Rosa María Díaz, directora académica de Fevida, la vida autónoma se convierte en una necesidad vital para la juventud que les permite poner en práctica habilidades aprendidas, enfrentarse a nuevos retos y afrontar diferentes problemáticas. Cuando hablamos de jóvenes es necesario abarcar a todas las personas en este rango de edad, independientemente de que tengan o no discapacidad funcional ya que poder desarrollar una vida propia se considera un derecho fundamental y es un deber como sociedad proporcionarlo.
Desde Fevida empujan a que cada vez sean más las facultades que incluyan asignaturas inclusivas en sus titulaciones, en la línea de cumplir con el derecho fundamental a la educación que poseen todas las personas. Asimismo, apuestan por la revalorización, mejora y alargamiento en el tiempo de este tipo de titulaciones. “Contar con personas con diversidad funcional cognitiva en los campus universitarios produce una visibilización que proporcionará que toda la comunidad universitaria obtenga una visión real y enriquecedora de la composición de la sociedad”, comenta Luis Carlos.
La Residencia Universitaria Flora Tristán de la UPO compone un proyecto social basado en el alojamiento del alumnado universitario por un precio económico a cambio de una labor colaborativa, con el objetivo de mejorar la comunidad en la que se encuentra. La RUFT, está ubicada en el Polígono Sur de Sevilla y lleva funcionando desde 2003 para proteger el compromiso hacia la reducción de las desigualdades sociales y los estigmas a los que se enfrentan las personas que residen en esta zona, así como poner en valor la potencialidad y las oportunidades que presenta el vecindario. Luis Carlos nos comenta que lo más sorprendente de los alumnos de Fevida es la falta de prejuicios y adaptabilidad con la que llegan al barrio. El ideario social considera el Polígono Sur como una zona peligrosa, mientras se habla de este tema entre compañeros, otra de las alumnas, la cual posee discapacidad intelectual, afirma que ella cree que “si trata bien a las personas, las personas las van a tratar bien a ella” y confirma que durante su experiencia se ha corroborado su planteamiento.