María Luisa López, psicopedagoga y experta en terapias ecuestres en La Solana, afirma que las terapias ecuestres consiguen efectos muy beneficiosos en personas que sufren deficiencia visual, tales como “mejora de su autonomía y superación en la realización de tareas que aplican luego en su vida cotidiana”. López explica que para una persona sin visión “es muy importante el tacto y aprender a utilizar sus manos”, lo que se fomenta en la preparación del animal, así como la orientación y la coordinación “en las actividades de pista”.
La psicopedagoga ha realizado estas declaraciones con motivo de la celebración del curso “Terapias ecuestres e intervenciones asistidas con caballos: avanzando”, que se imparte hasta mañana en el marco de los cursos de verano que la Universidad Pablo de Olavide celebra cada año en su sede de Carmona y que coordina Sandra de Soto Galván, directora de la Fundación para el Desarrollo de las Terapias Ecuestres (Fundete).
María Luisa López, que ha participado en el curso impartiendo la conferencia “Intervención asistida con caballos para una deficiencia visual y neuropsicomotora”, ha manifestado que existen sendos estudios científicos neuropsicológicos aplicados a las terapias ecuestres, “dos campos de trabajo esperanzadores para mejorar la calidad de vida de personas con necesidades educativas especiales”, señala.
Las terapias ecuestres, que consisten en realizar actividades asistidas con caballos y que utilizan el contacto, cuido y monta del caballo para favorecer el desarrollo físico, psíquico, emocional y social de cualquier persona, en especial de las que tienen algún tipo de necesidad especial o discapacidad, son impartidas por un equipo terapéutico multidisciplinar. Y, a juicio de esta experta, “son pocas las enfermedades en las que no se puede aplicar este tipo de terapia”. Todo depende de cada persona y su actitud hacia estos animales, pero “exceptuando casos de alergias, exceso de peso y alguna contraindicación médica, todo se puede intentar”, argumenta.
Entre los beneficios que experimentan las personas que participan en terapias con caballos, enumera mejoras psicológicas (autoestima, autocontrol conductual), del área psicomotora (equilibrio y coordinación), de socialización (mejora y nuevas relaciones, amistad, comunicación) y médicas, como la regulación de los sistemas circulatorio, respiratorio y digestivo. Además, el contexto natural donde se desarrollan las actividades “favorece la motivación y la disposición de las persona a disfrutar, sin tener conciencia de estar siendo sometido a una terapia como si estuviera en una consulta o en una camilla de fisioterapia”, añade.
Para finalizar, María Luisa López recuerda que la utilización del caballo para la mejora física y psíquica no es ninguna novedad, y que ya Hipócrates defendía “el saludable terapéutico ritmo del caballo”, pasando por la “rehabilitación de soldados en la guerra y numerosos escritos antiguos que hablan de actividades con caballos para la mejora de la persona”.
No obstante, aboga por difundir este tipo de terapia, ya que “aunque parezca que es muy conocida, no lo es en su fundamento y queda mucho camino por recorrer para que sea verdaderamente reconocida y admitida como algo determinante en la mejora de las personas con necesidades”, concluye.