El profesor del área de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Pablo de Olavide Manuel Ricardo Torres ha señalado que «de entre los múltiples problemas que han quedado eclipsados por la pandemia, figura el nuevo auge del activismo yihadista», a lo que ha añadido que «no solo ha desviado la atención sobre la efervescencia de un problema que nunca había desaparecido», sino que «también se ha utilizado de manera errónea como factor explicativo de esta tendencia creciente de la violencia terrorista».
El profesor de Derecho Público ha observado que «es muy dudoso que la pandemia haya espoleado el terrorismo en Occidente, lo probable es que haya ralentizado los procesos de radicalización iniciados antes del comienzo de la crisis sanitaria».
Torres dirige el ‘Curso Internacional sobre terrorismo yihadista: la reconfiguración de la amenaza’. Este seminario se desarrolla como parte de la programación de la XIX edición de los Cursos de Verano de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) en Carmona (Sevilla).
En el ámbito de la repercusión de la pandemia en el terrorismo yihadista, Torres ha alegado que «se pensaba que el confinamiento podría convertirse en un potencializador de la amenaza terrorista porque la gente estaba en casa y podía consumir más propaganda, pero la realidad es que los terroristas obedecen a sus propias dinámicas por factores que no afectan a la sociedad general».
Preguntado por «los puntos calientes» del terrorismo yihadista en España, ha señalado que «existe una continuidad en los ámbitos donde el activismo terrorista tiene más capacidad para reproducirse».
Ha subrayado las comunidades musulmanas «donde más arraigo tiene la práctica del islam salafista», que «constituye, en muchos casos, un caldo de cultivo idóneo para que se produzca una movilización yihadista».
A este respecto, ha argumentado que «la extensión del salafismo en las comunidades islámicas en Occidente supone un indudable potenciador del yihadismo y son las responsables de la propagación de un relato que victimiza a los musulmanes y describe el orden democrático como una influencia pecaminosa que, no sólo debe ser evitada por un buen musulmán, sino también confrontada».
El profesor se ha referido a «el papel que ejercen los centros penitenciarios, por su facilidad para aportar una población vulnerable a este discurso», pero también «al riesgo que supone la excarcelación en los próximos años de un importante número de sujetos radicalizados que van a finalizar sus penas de privación de libertad».
Torres ha sido el encargado de la conferencia inaugural del seminario, titulado ‘Operaciones de inteligencia contra la presencia del terrorismo yihadista en Internet’.
Ha señalado que «el ciberterrorismo, por definición, no se puede erradicar de manera completa», por lo que las acciones para frenarlo «intentan que los terroristas encuentren menos utilidad en esta herramienta generando desconfianza, creando la idea de que los espacios en los que se reúnen están infiltrados y pueden ser detectados».
A propósito de si existe desinformación en el ámbito del terrorismo yihadista, Torres ha afirmado que «los creadores de desinformación son los propios terroristas, que se adjudican unas capacidades que no son reales, como que pueden atacar en cualquier sitio o que tienen armas químicas».
Por último, ha recalcado que la desinformación «es un juego al que muchos pueden jugar con una agenda distinta» y se ha referido a «actores políticos y medios de comunicación que pueden estar interesados en trasladar una información que no es veraz para crear ciertos efectos en la sociedad».