Hablar en público puede resultar un desafío importante para muchas personas y, sin embargo, forma parte de su día a día. Se estima que más de un 75 por ciento de la población sufre ansiedad o nerviosismo al enfrentarse a estas situaciones. Este miedo se le conoce como glosofobia (que proviene del griego, gloso que significa “lengua” y “fobos”, que es miedo), que es el término para referirse a personas que padecen ansiedad o se bloquean al tener que exponerse a hablar en público.
“Ese temor a hablar en público puede expresarse en nerviosismo a la hora de realizar la exposición ante un grupo de personas, malestar en general o en largas noches de insomnio previas a hacerlo, que pueden derivar en directamente ni intentarlo”. Así lo expresa Ana Ropa, directora del curso de verano de la Universidad Pablo de Olavide “Aprende a hablar en público con técnicas y herramientas escénicas”, que se ha inaugurado hoy en Carmona.
Ana Ropa es graduada en Interpretación en el Instituto del Teatro de Sevilla y licenciada en Comunicación Audiovisual. Es también actriz, formadora y comunicóloga audiovisual. Explica que el acto de comunicar en público nos puede someter a un gran estrés, “debido a que todas las miradas se centran en nosotros. Por eso mismo, preparar la charla bien, activar nuestra concentración para controlar situaciones de este tipo y disponer de herramientas de relajación y control son fundamentales”.
El hecho de tener un despiste en público ante la mirada de desconocidos, “a nivel interno se engrandece, nos puede provocar un gran malestar sino sabemos dominar la situación. Para ello, existen ejercicios y dinámicas que nos ayudan a prepararnos”, explica Ana.
En relación a los obstáculos que impiden que una persona se exprese de forma adecuada públicamente, la actriz considera que hay muchos resortes que pueden impedirlo, como factores psicológicos, sociales, de género… aunque principalmente “es el desconocimiento de este arte, porque hablar en público es un arte”.
En este sentido y al no estar formados en esta materia, nos exponemos al público “como podemos, como creemos que debe ser, elegimos referentes equivocados, tales como presentadores de telediario, políticos o cualquier otra persona con proyección pública, sin tener en cuenta cómo somos nosotros, cuál es nuestra fortaleza personal al comunicar y si esa forma es adecuada para nuestra audiencia”, considera.
En la actualidad, hay estudios que demuestran que el mayor impacto de un discurso está en la comunicación no verbal o paraverbal. “Las actrices y los actores nos enfrentamos a audiencias en nuestro trabajo a diario, conocemos por nuestra profesión todos los resortes y herramientas para captar la atención del público y saber cómo transmitir mensajes y emociones”, afirma Ana Ropa.
De esta forma, “sabemos que los mayores transmisores de los seres humanos son las emociones, por lo que un discurso bien armado, en cualquier ámbito, pero que no tiene en cuenta a la audiencia, ni saber gestionar la actitud, la energía o la posición física, así como la emocionalidad al transmitirlo, es un discurso vacío. Y ahí es cuando las herramientas escénicas suplen ese desfase”, concluye la directora del curso.