Toma de Posesión del Rector Magfco. en San Telmo 2016

Toma de Posesión del Rector Magfco. en San Telmo

27 de abril de 2016

 Hace  exactamente tres años y diez meses, el 27 de junio de 2012, estaba en este mismo Salón de los Espejos del Palacio de San Telmo tomando posesión, por primera vez, como Rector de la UPO. Hoy, como entonces, comienzo diciendo que vengo con ilusión, esfuerzo y trabajo, que cuatro años de Rector en un contexto extremadamente difícil no han hecho mella en ninguno de ellos, tal vez porque me han acompañado durante mi vida académica, porque son los que me enseñaron, los que recibí de mi familia y de mi maestro, y los que, he podido comprobar, dan resultado para gobernar una Universidad Pública y hacerla progresar.

En los últimos años, como acabo de decir, hemos pasado por uno de los períodos más duros de nuestra reciente historia, con una conjunción de crisis, económica, social, política, de valores, que han propiciado un contexto muy hostil de trabajo. Todo ello ha afectado también a las Universidades Públicas, sobre todo con un conjunto de medidas legislativas y económicas que han afectado en grado importante su capacidad de maniobra en formación e investigación, y por lo tanto, su capacidad de hacer compromiso social real. Han sido años de sacrificio y esfuerzo que han recaído en gran parte sobre las personas: profesores, investigadores, gestores, estudiantes, y que ha tenido su reflejo en la Sociedad. Estas, y otras señales, apuntan a que el modelo económico y social ha agotado un ciclo, porque sus consecuencias no son asumibles en cuanto no hace sino abrir brechas cada vez mayores entre personas y retroceder en derechos que estaban consolidados. Pero no parece que tengamos claro cómo continua la historia.

Y es ahí donde entran en juego las Universidades. Ese nuevo modelo se debe generar desde el conocimiento y la innovación, desde los valores del estado social y democrático, desde la responsabilidad y el compromiso social, desde la transparencia y la rendición de cuentas. Todos estos elementos están en las Universidades, llamadas ahora más que nunca en la historia reciente a tener un papel transformador del modelo productivo, del modelo económico, del modelo social, y esa es la responsabilidad que nos toca asumir. Y debemos ser plenamente conscientes de esa responsabilidad porque no somos, ni más ni menos, que servidores públicos que disponen de unas herramientas valiosas que debemos emplear para construir una sociedad más justa, más igual, más equitativa, de mayor bienestar, que elimine la pobreza y la exclusión.

La sociedad, y las personas, nos miran y esperan soluciones. Es más, puede y debe, está en su derecho, exigirnos que demos solución a sus problemas y debemos responder a esta exigencia por más que sea un momento histórico que nos enfrenta, no a problemas desconocidos, no es esa la cuestión, sino a una convergencia simultánea y muy cambiante de desafíos cuantitativos y cualitativos: sociedad de la información, redes sociales, tecnología exponencial, internet de las cosas, sociedad colaborativa, conocimiento abierto, datos e informaciones accesibles prácticamente sin límites, cambios significativos en los mercados de trabajo y de producción, migraciones, modelos económicos necesitados de revisión.

En el Acto de Apertura de este Curso Académico decía, y mantengo, que los tiempos actuales exigen también que nos apliquemos, desde las Universidades, no sólo a responder a los problemas y retos de lo cotidiano o lo más cercano, sino a los que tienen carácter global. Las mal llamadas crisis migratorias europeas (que ofrecen una imagen lamentable de los dirigentes europeos), la existencia de grandes bolsas de pobreza y exclusión, los lacerantes y desgraciadamente frecuentes casos de discriminación por razón d edad, sexo, credo, sexualidad, pensamiento, la incesante y dolorosa lacra de la violencia de género. Es misión de la Universidad, en cumplimiento de su ineludible compromiso social, dar respuestas a todas estas cuestiones, a aquellos que se revelan como crónicos y que aparecen, cada vez de forma más evidente, como lastres que impiden conseguir esa sociedad más justa, abierta, igual, libre, digna y con niveles cada vez mayores de bienestar para toda persona. En el escenario descrito la Universidad tiene que responder con la construcción de una auténtica teoría de la justicia social, legal, distributiva, de un modelo económico equitativo y no especulativo, de una teoría y práctica de la ética como eje vertebrador de la actuación de toda persona, especialmente aplicable a los que tienen más responsabilidades, sobre todo si son públicas.

Para afrontar con éxito todos estos desafíos necesitamos el conocimiento, creado y transmitido como fruto del pensamiento crítico y reflexivo, y este ha sido siempre el cometido de las Universidades. Claro que los tiempos actuales exigen que dejemos de ser una torre de marfil encerrada en sí misma y nos convirtamos en el hogar del saber abierto a todos.

La Comunidad Autónoma de Andalucía cuenta con diez Universidades Públicas y una Universidad Privada, Las Universidades Públicas conformamos un sistema específico que, por la variedad y calidad de sus integrantes, conforman  una pieza estratégica en el desarrollo de Andalucía. Cada una de las Universidades, y todas como sistema, nos comprometemos con el avance de Andalucía y lo hacemos desde la defensa de la enseñanza universitaria pública, modelo de igualdad de oportunidades y de formación e investigación de calidad, modelo que predica con el ejemplo de la bajada de tasas, con el ejemplo del fraccionamiento de pagos de la matrícula y con la apuesta por el conocimiento como clave y respuestas para la sociedad del siglo XXI y, sobre todo, para las personas. Sabemos de la confianza del gobierno de Andalucía, con su Presidenta a la cabeza, en las Universidades Públicas, agradecemos el excelente trabajo que está haciendo el Consejero de Economía y Conocimiento y todo su equipo, trabajo que ha permitido solventar algunos problemas muy graves. Pero, y hablo también en nombre de mis colegas rectores, sería muy conveniente disponer de un marco nuevo que fortaleciera al Sistema y que garantizara que los problemas no se volverán a repetir y que los actualmente existentes encuentran solución, un marco de certidumbre económica, financiera, investigadora, formadora, que permita planificar y desarrollar estrategias conjuntas e individuales que redunden en el más positivo desarrollo de Andalucía. Además de soluciones, las razonables, las que puedan alcanzarse, temas como la deuda, los remanentes de libre disposición, la justificación de los proyectos de investigación, la paralización del I+D+i, no deben volver a repetirse. Y el nuevo modelo de financiación no puede ni debe aplazarse más, debería estar funcionando en 2017.

Desde lo anterior, como Rector UPO, tendré siempre lealtad institucional, primero a la comunidad universitaria a la que me debo, pero también al Sistema Universitario Andaluz al que pertenecemos. Igualmente, Presidenta, ten la seguridad de que este Rector ofrece colaboración, diálogo y, sobre todo, arrimar el hombro, por encima de los acuerdos o posibles desacuerdos, tanto mi persona como la Universidad que represento estaremos institucionalmente al servicio de los intereses de la Comunidad Autónoma de Andalucía, no te quepa ninguna duda de nuestra lealtad Institucional.

A la Comunidad Universitaria de la UPO, a su gente aquí representada, decirle que son nuestro mejor activo, que tienen talento sobrado, y que ya han demostrado su generosidad y enorme capacidad de esfuerzo y sacrificio, especialmente en los últimos duros cuatro años en los que hemos tenido que reducir el déficit en buena parte, seis millones de euros, con esfuerzos propios de la Universidad y de su Comunidad Universitaria. Durante estos cuatro años he reafirmado mi opinión porque ha dado y sé que dará lo mejor de sí misma y ha sabido y sabrá estar a la altura de las circunstancias, juntos seremos capaces de marcar la diferencia como Universidad, de innovar y de ser referencia.

Somos una buena Universidad Pública, con indicadores muy positivos en formación e investigación, y tenemos una especial y efectiva vocación de compromiso social. Logramos todo esto en un contexto de dificultades económicas y presupuestarias sobre la base de un modelo de financiación, el actual, que nunca nos ha dado la necesaria suficiencia y estabilidad, como he dicho reiteradamente. Si a ello añadimos, los efectos de la crisis y de las medidas de recortes, sobre todo en investigación y en personal, y los esfuerzos para eliminar el déficit, se comprenderá fácilmente que seamos una buena Universidad, con una capacidad excelente para mejorar, pero que actualmente estemos débiles, mejor, bastante mejor, que hace cuatro años, pero débiles. Por ello, insisto, necesitamos medidas específicas de fortalecimiento en personal, investigación, equipamientos e infraestructuras. Permíteme, Presidenta, que ponga un ejemplo al hilo de los devastadores efectos que ha propiciado la tasa de reposición en la UPO: estamos en un momento delicado en el que nuestros profesores, investigadores, gestores, no encuentran incentivos, más allá de su profesionalidad y de su compromiso con la UPO, en términos de promoción y estabilización, no tenemos margen de maniobra para garantizarlos razonablemente. Esto afecta a la motivación y está provocando ya que estemos perdiendo talento porque se van a otras Universidades o a otros centros de investigación donde tienen mejores perspectivas. No podemos retener a nuestro talento, no podemos captar nuevo talento, y este es un problema gravísimo para nosotros. El riesgo de que otros investigadores jóvenes y de gran talento sigan el mismo camino es muy alto: si un investigador joven capta tres millones de euros de fondos europeos para investigación y no podemos darle un contrato estable, tarde o temprano se irá allí donde sí se lo ofrezcan que si es fuera de nuestra Comunidad Autónoma, no sólo se pierde ese investigador para la UPO sino para Andalucía.

Esperamos que estos problemas se puedan solucionar, pero en cualquier circunstancia, y como hemos hecho hasta ahora, seguiremos trabajando cada día para ser una Universidad cada vez mejor, innovadora, transparente, alSservicio de Andalucía, al Servicio de la Sociedad, al Servicio de las personas.

Un último apunte. El pensamiento crítico y el conocimiento son condición indispensable pero no única para avanzar hacia una sociedad más justa. Debemos añadir los valores, la educación en el respeto a los valores que encarnan la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas, en su versión clásica y en su ampliación hacia los derechos económicos, sociales y culturales. La Universidad no sólo es crisol del pensamiento y del conocimiento, lo es también de los estos valores que deben estar presentes en nuestra labor de formación, investigación y gestión, y que debemos transmitir como sello indeleble a nuestros estudiantes. Sin los valores, ninguna solución será adecuada, estable, ni permanente.

Para terminar, quiero dejar constancia de la enorme importancia del incondicional apoyo de Victoria, mi mujer, y de nuestra hija, que como tiene un año recién cumplido no es consciente todavía pero me apoya. Siempre he creído en que nuestro trabajo debía servir para cambiar la sociedad a mejor, tener una hija a los 49 años no sólo me reafirma en ello sino en que es urgente dejar atrás la situación actual. También quiero agradecer todos los que han influido en mi formación y trabajo académico, y hoy, que me excusen los demás, quiero mencionar específicamente a Rosario Valpuesta, a Víctor Moreno, mi maestro, y a José Antonio Colmenero.

Muchas gracias.

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