
Bajo la aparente simplicidad de una flor se esconde una compleja estrategia de supervivencia. Más allá de sus vivos colores, las flores contienen pigmentos invisibles al ojo humano que las protegen del sol y desempeñan un papel clave en la comunicación con los polinizadores. Así lo revela una investigación internacional liderada por el profesor del Departamento de Biología Molecular e Ingeniería Bioquímica de la Universidad Pablo de Olavide Eduardo Narbona junto al profesor del Departamento de Biología Vegetal y Ecología de la Universidad de Sevilla José C. del Valle, publicada recientemente en la revista científica Scientific Reports.

El estudio, desarrollado por un equipo multidisciplinar con participación de instituciones de España, Estados Unidos y Brasil, ha analizado 926 especies de plantas polinizadas por animales procedentes del sur de España, California (EE.UU.) y el sureste de Brasil. El objetivo: comprender qué tipos de pigmentos florales son más comunes y qué funciones cumplen en diferentes contextos ambientales.
Una ‘materia oscura’ vegetal
El hallazgo más sorprendente del trabajo es la presencia generalizada de los fenilpropanoides absorbentes de radiación ultravioleta (UAPs, por sus siglas en inglés). Estos compuestos, invisibles para el ojo humano pero detectables por los insectos como las abejas, están presentes en todas las flores estudiadas. Según los investigadores, los UAPs pueden considerarse como una especie de ‘materia oscura’ de las flores: universales, posiblemente esenciales para su protección frente a la radiación ultravioleta y también útiles para atraer a los polinizadores, pero cuya función exacta es todavía desconocida.
Además de estos pigmentos invisibles, el estudio muestra que más de la mitad de las especies examinadas contenían antocianinas (responsables de colores rojos, rosas y azules), un tercio carotenoides (amarillos y naranjas) y algunas incluso clorofilas (verdes), aunque muchas flores combinan varios pigmentos.

Diversidad ambiental, respuestas similares
La colaboración internacional de los científicos y científicas que han llevado a cabo la investigación ha permitido comparar flores distantes geográficamente bajo una misma metodología, revelando patrones comunes en la frecuencia de los pigmentos florales.
Uno de los aspectos más relevantes del estudio es que, a pesar de las diferencias entre las condiciones ambientales y los polinizadores (insectos en España e insectos y colibríes en California y Brasil) de las tres regiones estudiadas, la composición de pigmentos florales fue sorprendentemente similar entre ellas. Esto sugiere que estos pigmentos han sido conservados evolutivamente por su valor multifuncional.
Un nuevo enfoque para entender la ecología floral
Los resultados de este trabajo aportan una nueva perspectiva sobre el papel de los pigmentos en la ecología y evolución de las flores. “Este estudio nos ayuda a comprender mejor cómo las flores equilibran la necesidad de atraer polinizadores con la necesidad de protegerse frente a condiciones ambientales estresantes”, explica el profesor Eduardo Narbona, quien afirma que, “más allá de su atractivo estético, las flores se revelan como órganos altamente sofisticados, cuya belleza visible solo es la punta del iceberg de una compleja red de adaptaciones evolutivas invisibles”.
Referencia:
Transcontinental patterns in floral pigment abundance among animal-pollinated species. Eduardo Narbona, Jose C. Del Valle, Justen B. Whittall, Melissa León-Osper, M. Luisa Buide, Iñigo Pulgar, Maria Gabriela Gutierrez Camargo, Leonor Patricia Cerdeira Morellato, Nancy Rodríguez-Castañeda, Victor Rossi, Katie Conrad, Joey Hernandez-Mena, Pedro L. Ortiz & Montserrat Arista. 2025. Scientific Reports 15: 15927. https://doi.org/10.1038/s41598-025-94709-4