“La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que las consecuencias del cambio climático van a provocar alrededor de 200.000 muertes anuales a partir de 2050”. Lo ha recordado esta mañana en Carmona Begoña María-Tomé Gil, miembro del equipo técnico de Salud Laboral y Medio Ambiente del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud quien ha explicado que la OMS habla ya de efectos sobre la mortalidad en la actualidad “porque el cambio climático agrava enfermedades ya existentes y empeora el estado de salud”. En España, los efectos más específicos del cambio climático en la salud serán “aquéllos relacionados con las temperaturas extremas”, sobre las que María-Tomé ha subrayado que las olas de calor “aumentarán los riesgos laborales hasta un 9 por ciento”, por lo que se trata de un asunto “que nos tiene que ocupar en lo inmediato”.
La experta ha hecho estas manifestaciones en el ámbito del curso ‘Trabajo y cambio climático. Transición justa hacia modelos económicos sostenibles’, que se imparte dentro de la XVI edición de los Cursos de Verano de la Universidad Pablo de Olavide y en el que ha pronunciado la conferencia ‘Efectos del cambio climático sobre la salud’. El seminario comenzó este lunes bajo la dirección de Sara de los Reyes, secretaria de Organización y Finanzas de CCOO Sevilla.
Para María-Tomé, los efectos del cambio climático van a “agravar riesgos laborales ya existentes y van a provocar que emerjan otros nuevos”, por ejemplo entre las personas que trabajan al aire libre y que “se van a ver claramente afectadas en un primer momento por la subida de las temperaturas”. En nuestro país, “venimos sufriendo el estrés térmico” sobre todo en determinados sectores como la agricultura y la construcción, donde “hay mucho por hacer porque el cambio climático va a agravar la periodicidad, intensidad y frecuencia de las olas de calor, por lo que es importante la concienciación y la prevención con respecto al calor extremo”, ha subrayado.
La experta del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud ha señalado la necesidad de implantar “medidas fuertes” encaminadas a la “reorganización del trabajo” ya que, a su juicio, “no es suficiente con apelar a la protección individual”, sino que hay que implementar “planes de prevención y establecer los niveles de riesgo específicos en cada momento y para cada trabajador porque las condiciones cambian dependiendo de la temperatura, la humedad, la vestimenta”, por lo que ha añadido que se deben establecer además planes de vigilancia, de control y de formación “tanto para trabajadores como para mandos y empresarios”. En este sentido, ha apuntado que es fundamental la “complicidad y coordinación” entre las administraciones públicas y el mundo del empresariado.
Por último, Begoña María-Tomé Gil ha afirmado que la contaminación atmosférica derivada del cambio climático supone un problema de primer orden para la salud. La presencia de esporas y aeroalérgenos generan desórdenes en personas especialmente vulnerables como los asmáticos y destacan también las enfermedades de transmisión hídrica y vectorial, a través de mosquitos. No obstante, ha lanzado un mensaje más tranquilizador para España, donde es más difícil que se produzcan brotes alimenticios o a través del agua porque “uno de los mecanismos de respuesta que tenemos son los sistemas de abastecimiento y potabilización; no vamos a vernos tan gravemente afectados como otros lugares, donde la gente no va a tener agua de calidad para llevarse a la boca”, ha lamentado.