La directora del curso de verano ‘Economía crítica para una transformación ecosocial justa’ de la Universidad Pablo Olavide (UPO), Paula Rodríguez, ha defendido este lunes que las altas temperaturas son «una consecuencia» de haber apostado económicamente por «unos modelos de crecimiento que no han tenido en cuenta los costes ambientales», al tiempo que ha apostado por que la economía «tome un modelo que vaya más allá del crecimiento y que se detenga a estudiar las consecuencias en el medioambiente».
“El Estado del Bienestar en el que vivimos atraviesa por diferentes problemas como es el cambio climático. Esto pone de manifiesto que la economía debe actuar para poder llegar a poner en práctica políticas económicas que den solución a estos cambios ambientales que estamos sufriendo”, ha afirmado la profesora en una entrevista realizada por Europa Press con motivo de los Cursos de Verano que la UPO ha iniciado esta jornada en su sede de Carmona (Sevilla).
La también profesora del Departamento de Economía, Métodos Cuantitativos e Historia Económica de la UPO dirige en esta sede universitaria el curso de ‘Economía crítica’, que ha dado comienzo hoy.
Rodríguez ha afirmado que, “tradicionalmente la economía se ha centrado en el aumento de la productividad y en la mejora de la competitividad de los países, sin tener en cuenta todos los costes medioambientales que esto ha provocado. Las altas temperaturas son consecuencia de haber apostado económicamente por unos modelos de crecimiento que no han tenido en cuenta los costes ambientales”, por lo que ahora, en su opinión los gobiernos deben tener en cuenta a la hora de aplicar políticas económicas en qué sectores deben invertir más capital, ya que determinados sectores como el de la alimentación producen costes ambientales que ya estamos sufriendo.
“Para afrontar el cambio climático, desde la Unión Europea se están invirtiendo fondos importantes para transición energética, pero la cuestión que debe preocupar a la economía crítica es que esos fondos no sirvan únicamente para la expansión de las grandes multinacionales, sino al contrario, que se repartan de forma equitativa en todos los territorios” ha señalado.
Por otro lado, según la especialista en sistemas agroalimentarios Marta Soler “la alimentación en la actualidad se enfrenta a las restricciones que el cambio climático y los impactos ambientales están generando, esto invita a repensar la forma en que organizamos nuestra alimentación. El sistema agroalimentario influye directamente al cambio climático, tanto con la producción en finca como vinculado al transporte, a la industria y a la distribución en un mercado global”.
Asimismo, ha afirmado que, “especialmente la agricultura tiene la capacidad de contribuir a la mitigación con un cambio en el modelo de producción, esos cambios deben ser en todo el sistema de producción, modificando desde cómo se cultiva en el campo hasta la dieta de las familias”.
Señala que, “hay que tomar consciencia de los impactos ambientales y sociales que tiene la forma de alimentarnos. En cuanto a los sociales, hay que destacar la crisis de rentabilidad que se está viviendo en el medio rural”. Por último, Soler ha destacado que, “las alternativas que se plantean desde la agroecología están en la línea de cambiar la forma de cultivar y la forma de alimentarnos con criterios de equidad social”.