Las emociones son el motor de nuestros pensamientos y comportamientos, son el foco que ilumina o apaga nuestro crecimiento personal. Las emociones nos mueven o nos paralizan, nos motivan o nos llevan a la desesperación y el victimismo. Si estamos en una emoción positiva, los pensamientos serán optimistas y potenciadores y, por lo tanto, nuestras acciones irán en esa línea. Y así la autoestima y confianza de la persona va aumentando en un ciclo de retroalimentación potenciador. En cambio, si estamos en una emoción negativa como el miedo, perdemos seguridad y no nos permitimos aprender y avanzar. Y, por tanto, dejamos de desarrollar nuestro talento, nuestras capacidades y así comienza el declive personal. Esto es lo que ha defendido María Falcón Blanco, coach y directora del Instituto del Talento.
María Falcón ha realizado estas declaraciones en el marco del curso de verano “Coaching, comunicación y liderazgo. Aplicación en el ámbito institucional, político y empresarial”, que se viene desarrollando desde el pasado miércoles bajo la dirección de Samantha Muñoz Vera, coordinadora de proyectos del Instituto de Coaching y Liderazgo.
Según la coach, el autoconocimiento es fundamental para evolucionar personalmente: “Necesitamos saber cuáles son nuestras fortalezas, para a partir de ellas trabajar nuestra autoestima y autoconfianza, y cuáles son nuestras facetas a mejorar para trabajarlas, y así conseguir la mejor versión de nosotros mismos. Necesitamos identificar qué nos da miedo, dónde están nuestros bloqueos o creencias limitantes, qué no nos deja avanzar, cuáles son nuestras necesidades interpersonales, es decir, qué necesitamos en nuestra relación con los demás y qué necesitan otros”. Por todo ello, también cree necesario identificar nuestras capacidades, creencias, valores y nuestra identidad, y comprender como todo ello influye directamente en nuestros comportamientos y manera de movernos por el mundo.
Sin embargo, por lo general no sabemos distinguir nuestras propias capacidades personales. María Falcón lo ha explicado de la siguiente manera: “Continuamente trabajo con personas en procesos de coaching y cuando les hago esta pregunta, se suelen bloquear, o sienten pudor a la hora de decir cuáles son sus capacidades personales, porque no nos han enseñado a mostrar nuestras virtudes, ni a que reconozcamos y resaltemos nuestros valores. Si oyes a alguien decir ‘yo soy empático, leal, resolutivo….’ lo primero que pensamos que esa persona es muy pedante. Confundimos la falta de humildad con la reafirmación de cualidades personales. Y es por ello que buscamos continuamente el reconocimiento desde el exterior, ya que somos normalmente incapaces de reconocernos a nosotros mismos como seres llenos de recursos y potencialidades”.
También sucede que la sociedad no propicia el conocimiento de nosotros mismos, favoreciendo la adquisición de competencias técnicas, porque en la cultura de la eficiencia y productividad que tenemos relacionamos la inteligencia y el desarrollo profesional con la adquisición de habilidades técnicas, olvidando las competencias personales y el autoconocimiento, las cuales son el motor de la motivación, la autoconfianza, autoestima y autogestión emocional, premisas claves para el desarrollo integral de una persona. “Alguna vez nos paramos a pensar sobre: ¿qué variables influyen en nuestro proceso de toma de decisiones? ¿qué necesitamos en la comunicación y cómo comunicamos? ¿dónde focalizamos nuestra atención en el proceso de aprendizaje y obtención de la información? ¿cuál es el mecanismo de activación de nuestras motivaciones y objetivos? ¿nuestros valores y nuestra identidad, están alineados con nuestros comportamientos? No nos han enseñado a reflexionar sobre estas cuestiones, claves todas ellas para desarrollar nuestro talento. Es fundamental trabajar nuestras áreas de mejora desde la motivación y no quedarnos bloqueados en nuestras frustraciones y victimismo”, según la directora del Instituto del Talento.
Para que una persona consiga desarrollar todas sus potencialidades, lo primero que recomienda María Falcón es realizar un diagnóstico y que la persona las identifique. En segundo lugar, que trabaje su autoestima y seguridad a partir del reconocimiento e integración de sus capacidades. Y por último, pasar a la acción y establecer objetivos: “Sin acción, activación, compromiso y esfuerzo no se puede desarrollar un talento. Por ejemplo, una persona puede tener mucho talento y habilidad para tocar un instrumento, pero si no lo práctica y se esfuerza, nunca podrá desarrollarlo, permanecerá en la continua frustración y dejará de creer en sí mismo”, concluye María Falcón.