Las emociones son una parte muy importante en nuestra alimentación e influyen en los alimentos que elegimos, la velocidad y los momentos en los que los consumimos. Por ello es muy importante conocernos a nosotros mismos, así como nuestros mecanismos de funcionamiento para poder manejar, de forma adecuada, nuestras emociones y alimentación. Son las reflexiones que comparte Cristina Andrades Ramírez, psicóloga experta en Psicodrama y Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Andrades ha realizado estas declaraciones en el contexto del curso de verano “Salud en el embarazo y lactancia: una apuesta de futuro”, que hoy se clausura en Carmona, y donde ha pronunciado una conferencia titulada “Gestión emocional en el embarazo y el postparto”. El curso ha sido coordinado por la doctora Griselda Herrero, del Departamento de Biología Molecular e Ingeniería Bioquímica de la UPO.
La psicóloga asegura que si no conseguimos dominar nuestras emociones a la hora de alimentarnos, podemos padecer problemas alimentarios graves, como anorexia, bulimia o trastornos por atracones. No obstante, pero sin llegar hasta ese punto, “también podemos presentar alteraciones en nuestra alimentación a través de las emociones, como por ejemplo, el comer emocional”, añade.
El comer emocional es utilizar la comida y/o el momento de comer para satisfacer otra necesidad que no es la de alimentarnos, apunta la experta. En este sentido, incide en la necesidad de distinguir entre hambre emocional y real para poder conocer si estamos utilizando los alimentos “de una forma equivocada para matar el aburrimiento, ahogar nuestras penas o disminuir nuestra ansiedad”.
El embarazo y la lactancia son dos periodos decisivos en la vida de la mujer y el bebé. El cuerpo de la mujer sufre numerosos cambios durante estas etapas y, en muchas ocasiones, se experimenta “un rechazo a la nueva imagen corporal, algo que puede provocar problemas de autoestima, de pareja, sexuales, síntomas depresivos…”, según apunta Cristina. También pueden producirse casos de pregorexia, un estado en el cual la mujer intenta bajar de peso o mantenerse en un peso reducido durante el embarazo.
En relación con los cambios emocionales, lo más común es la aparición de síntomas depresivos, añadido a la ansiedad ante el nuevo estado de la mujer y los cambios que todo ello conlleva. Para ello, “es importante contar con apoyo familiar y, cuando sea necesario, acudir a profesionales que puedan aportar información y apoyo para la gestión de las emociones. Actualmente se está luchando para tener más presencia de psicólogos perinatales en los hospitales para poder cubrir esta necesidad”, finaliza Cristina Andrades.