Quién le iba a decir a Manuel Barea, estudiante de la Universidad Pablo de Olavide de tan solo 24 años, que iba a ganar el I Premio Valencia de Novela Negra cuando empezó a escribir las primeras palabras de su ópera prima “Vertedero”. El jurado del galardón literario seleccionó el pasado mes de diciembre por unanimidad la obra de este escritor sevillano entre las 74 plicas presentadas y, asombrado por la juventud del ganador, alabó “la ambición literaria del autor, la original e interesante estructura de la obra así como la sólida construcción del personaje principal”. Este joven escritor, que logra así un galardón dotado con 20.000 euros y la edición de su novela por la Editorial Lengua de Trapo, nos habla en esta entrevista de la satisfacción de este reconocimiento que le abre las puertas para cumplir su sueño: dedicarse a la escritura
Recientemente ha sido galardonado con el I Premio Valencia de Novela Negra de la Diputación de Valencia ¿qué ha supuesto para usted este galardón?
No estoy muy seguro. Creo que ha supuesto una especie de confirmación para mí mismo de que verdaderamente puedo dedicarme en un futuro a ser escritor, que si invierto tiempo y esfuerzo en contar una historia que creo que vale la pena, el fruto de ese trabajo finalmente puede tener la posibilidad de ver la luz y con suerte ser bien acogido por el público. De momento no han cambiado muchas cosas desde que me dieron el premio, eso solo el tiempo lo dirá, pero espero que el haberlo ganado suponga al menos de forma sutil un pequeño paso hacia delante en una posible carrera en el mundo de la escritura. No pido que sea gran cosa o exitosa, ni mucho menos, tan solo que sea una que me permita dedicarme a lo que me gusta, que es escribir, sin tener que preocuparme demasiado por todo lo demás.
¿De qué trata “Vertedero”, la novela premiada?
Cuenta la historia de un tipo que, tras ser encarcelado en el intento de robo a una casa, regresa a su hogar varios años después con la intención de arreglar o compensar su situación actual y la de todo lo que le rodea, un entorno que cree que es el culpable de su forma de concebir la vida, aunque eso signifique volver de nuevo a la delincuencia y finalmente acabar con todo.
¿Cómo surge la idea de escribir esta historia?
Leí en el periódico hace más o menos un año la noticia de que la policía hizo una redada en la costa de Cádiz cuando unos traficantes estaban descargando droga en la playa, y que después de que estos se dieran a la fuga, los vecinos de la zona corrieron hacia la playa para llevarse a sus casas el alijo, enfrentándose a los policías en el intento, los cuales no pudieron hacer nada salvo dejar que esos civiles robasen el cargamento. La noticia me impactó profundamente al pensar que esos ciudadanos que apenas pueden llegar a fin de mes de forma honrada tienen que recurrir a ese tipo de conductas tan graves, como asaltar a la policía en plena redada, solo para alimentar a su familia, viéndose también expuestos por ello a ser arrestados, encarcelados o a sufrir peligrosas represalias, mientras que hay por ahí gente con muchísimos más recursos, recursos de sobra, que hace cosas aún peores para enriquecerse aún más, como por ejemplo hacerse a escondidas con cantidades ingentes de dinero (no roban de esa forma digamos “tradicional” en la que roban los delincuentes que al final sí van a la cárcel, como los protagonistas de la novela, pero roban al fin y al cabo), y se me ocurrió escribir la historia (ficticia, por supuesto) que podría estar detrás de esa noticia.
¿De dónde viene tu afición por la escritura?
Siempre me ha gustado escribir, desde que tengo memoria. Afortunadamente he crecido rodeado de libros y mis padres han sabido inculcarme el amor por la literatura y la lectura, y supongo que un escritor o aspirante a escritor es eso ante todo: un lector empedernido. Y quizá demasiado participativo. Además, en mi casa siempre ha habido una máquina de escribir Olivetti antiquísima (del 52, nada menos) y otra eléctrica, y desde muy pequeño tuve curiosidad por utilizar esos dos chismes. Y de hecho empecé desde muy niño, con unos 8 años más o menos, a usarlas para escribir las historias que me apetecía. Me encantaba hacer eso. Luego entró en mi casa el primer ordenador con el WordPerfect y lo mismo, comencé a utilizarlo porque me fascinaba. Solo para escribir, era la única función que me interesaba de él. Supongo, ahora que lo pienso, que tal vez el instrumento hizo la vocación. Me pasaba las horas muertas experimentando con todo aquello que tanto llamaba mi atención y que parecía albergar tantas posibilidades. Y así hasta ahora. Sigo con mi cariño por las máquinas de escribir y de hecho cuando estuve de Erasmus me compré una Rover 1000 danesa que es la que uso. Mi padre se ha quedado con la Olivetti. Y sí, el ordenador es demasiado poderoso, sin duda, pero no impide que en ocasiones siga utilizando la máquina o el boli y el cuaderno.
¿Qué te han aportado tus estudios en la Universidad Pablo de Olavide?
Una formación, más bien una base para mi formación, que la verdad es que considero bastante sólida. La traducción literaria es la rama que más me apasiona y en la que más me veo trabajando, aunque en esto he sido bastante autodidacta, y luego la carrera en Traducción también me ha ayudado a descubrir que me encanta la interpretación de conferencias, cosa que habría negado con rotundidad al comenzarla, y ahora de hecho me lo paso en grande interpretando. El resto pasa un mal rato, yo me divierto. Y es una de las razones por las que también tengo interés en la investigación y la docencia en interpretación, principalmente la simultánea, donde la formación y el progreso con los años también considero que ha sido espectacular.
Por la parte de Humanidades tengo que decir que han sido unos estudios vitales para ayudarme a crear mi propia visión y opinión críticas en torno a todo tipo de cuestiones presentes no solo en el mundo, la cultura y el saber de hace años sino principalmente actuales. La experiencia y conocimiento que desprenden muchas de esas clases a veces abruma. Por supuesto que me habría encantado profundizar en algunas disciplinas más que en otras, por ejemplo la literatura, sobre todo la literatura más contemporánea.
¿Cuáles son tus planes de futuro?
Continuar escribiendo. Y formándome. Intentar publicar de nuevo y tener listas algunas traducciones. Hacer la tesis en interpretación. Una visita al extranjero que dure indefinidamente e incluso emanciparme, quién sabe, todo es posible, supongo. Podría resumirlo en no desaprovechar la cantidad de oportunidades que se me están presentando o que me estoy creando (no sé aún si de forma ficticia). Todo está tan en el aire y la situación actual es tan desconcertante y está sujeta a variables tan débiles por culpa de unos pocos “iluminados” que resulta difícil, por no decir imposible, hacer planes de futuro, al menos a la gente de mi edad. Además, para ser sincero, no todo son factores externos: hacer planes tampoco es algo que me guste hacer o que se me dé bien. Hace un año este premio no entraba en mis planes de futuro. Y ahora supongo que tendré que rehacer algunas cosas. Y ya veremos si es fruto del azar, un destello de creatividad accidental y gracias, o algo que tenía que pasar tarde o temprano, ese tipo de cosas que marcan un antes y un después en la vida de uno. De todas formas tengo ganas de averiguarlo.