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Euroescepticismo razonable: cuando las decisiones de la UE son contradictorias

Protesta de agricultores
Foto: Imagen en Acción

Rafael Rodriguez Prieto, Universidad Pablo de Olavide

Hace meses que los agricultores protestan por toda Europa. Los motivos son muchos, pero la importación de productos agrícolas de países extracomunitarios ha sido uno de los más sonados en España.

Fue muy destacado el caso del arroz. En concreto, la UE estuvo a punto de importarlo con triziclazol, una sustancia fitosanitaria utilizada contra su principal plaga y prohibida en la UE. El Grupo de Trabajo de Medio Ambiente del Consejo de la UE apoyó, a principios del pasado mes de septiembre, la propuesta de la Comisión Europea para multiplicar por nueve el nivel máximo de residuos del triciclazol permitidos en los arroces importados. Afortunadamente, el pleno del Parlamento Europeo lo rechazó en diciembre.

Los agricultores españoles razonan que si la UE se vanagloria de garantizar tanto exigentes estándares de calidad como el desarrollo de una agricultura sostenible y respetuosa con el entorno natural, sería una contradicción que se permitera su importación.

TikTok en Europa

El caso de la red social TikTok en la UE es también significativo. Aunque su discutible praxis no se diferencia demasiado de otras grandes tecnológicas multadas de forma reiterada por la UE, ha sido objeto de especial controversia por la transferencia de datos a China. Se descubrió que sus trabajadores podían acceder a los datos de los usuarios en remoto. Hace alrededor de un año, la Comisión y el Consejo de la UE prohibieron el uso de TikTok en los dispositivos electrónicos de sus trabajadores.

La transferencia de información vinculada, en gran medida, al uso que hacen los jóvenes europeos de esta aplicación la convierte en una herramienta geoestratégica muy interesante. El pasado mes de septiembre, la UE multó a la red social con 345 millones de euros por no proteger la intimidad de los menores.

Entre otras infracciones, se les acusaba de que se registraban de forma que sus cuentas se marcaban como públicas por defecto. Es más: alguien podría decir que también es un instrumento de embrutecimiento cultural. La versión china de TikTok, por ejemplo, está llena de contenidos educativos y el tiempo de uso a los menores de 14 años se encuentra tasado para prevenir la adicción. Pero la versión que se descargan los europeos carece de este tipo orientación.

El veto de TikTok para los trabajadores de la UE

Estos dos ejemplos nos sitúan ante una pregunta incómoda, aunque necesaria: ¿en qué medida el discurso grandilocuente de la UE sobre el cambio climático o la sostenibilidad y la privacidad o los derechos de la ciudadanía es coherente en casos como los mencionados? ¿Cómo es posible que la UE vete a sus funcionarios una red social que considera peligrosa para su seguridad y permita su uso al resto de los ciudadanos, en particular a las nuevas generaciones?

En España, es fácil ser tachado de euroescéptico cuando se critica a la UE. Sin embargo, el escepticismo no es mala herramienta para mejorar. Al contrario, combate tanto el fanatismo como un análisis destructivo. En un mundo donde los Estados tienen que interactuar con entes tan poderosos como las grandes empresas de tecnología, no cabe duda de que un actor de las características de la UE puede ser de gran ayuda para confrontar, con mínimas garantías, los desafíos que se nos plantean.

Interlocutores naturales de Google, Amazon o TikTok

Los Estados que garantizan una serie de derechos fundamentales y libertades públicas que deberían ganar peso geoestratégico e influencia para poder defender eficazmente los intereses de su ciudadanía y el bien común ante empresas como Google, Amazon o la propia TikTok. La UE podría llegar a usarse para este fin, pero aún queda camino por recorrer.

Mientras tanto, los ciudadanos europeos parecen estar alejándose de sus instituciones, tal y como refleja el crecimiento del voto euroescéptico y populista. Medidas recientes como la elevación de los tipos de interés, que ha llevado al encarecimiento de las hipotecas variables, o medidas pasadas como las políticas de recortes del gasto público que siguieron a la crisis financiera de 2008 no han contribuido a mejorar su imagen. Tampoco los casos de corrupción en el Parlamento Europeo.

Cuando los ciudadanos sospechan

Es cierto que puede haber políticos a los que les venga bien la UE para descargar responsabilidades. Pero también es verdad que hay contradicciones y errores que deben criticarse de manera constructiva. Los alimentos son básicos para la vida humana y tanto su acceso, seguridad y la mejora de las condiciones de vida en el mundo rural deberían ser una prioridad para la UE. Cuando se producen contradicciones como las señaladas el ciudadano europeo tiene derecho a sospechar e intervenir.

Con el internet de las cosas se elevan de forma exponencial el caudal de datos y, en consecuencia, los beneficios, pero también las amenazas. Si TikTok puede suponer un problema para la seguridad de los funcionarios de la UE, debería analizarse si no lo es también para sus jóvenes.

Tal vez debiera enseñarse a los estudiantes de primaria y secundaria a usar internet de forma responsable en lugar de dejarlos delante de las pantallas desde pequeños y luego parchear con medidas que pudieran comprometer derechos fundamentales. Es necesario acudir a las causas. Como dijo el filósofo Gorgias, “la persuasión, unida a la palabra, impresiona al alma”.

Rafael Rodriguez Prieto, Catedrático de Universidad. Filosofía del Derecho y Política., Universidad Pablo de Olavide

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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