El vicerrector de Planificación Docente de la Universidad Pablo de Olavide, Eugenio M. Fedriani Martel, ha asegurado que los niños que reciben clases y aprenden a jugar al ajedrez desde pequeños destacan por su capacidad de reflexionar y pueden llegar a parecer más maduros de lo que en realidad su edad puede indicar.
Eugenio Fedriani ha realizado estas declaraciones durante la celebración del curso de verano “Docencia del ajedrez en educación primaria”, que se está celebrando dentro del programa estival de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona y que dirige este profesor de Métodos Cuantitativos para la Economía y la Empresa.
En relación con el origen del ajedrez, el vicerrector ha señalado que “probablemente surgió como un reflejo de las habilidades humanas que también rigen nuestro comportamiento social, científico, cultural… Es un reflejo de la mente, de la misma mente que se refleja continuamente en nuestra vida cotidiana. En mi opinión, cuando te has nutrido de los beneficios intelectuales de la práctica del ajedrez, es muy difícil disociar las enseñanzas del ajedrez y la propia vida”.
Asimismo, ha recordado cómo hace años la enseñanza del ajedrez en la escuela dependía exclusivamente de que algún profesor o maestro fuera aficionado al juego y quisiera transmitir a sus alumnos el gusto por el ajedrez. Se trataba de iniciativas aisladas, pero con implicaciones muy interesantes.
En la actualidad, la realidad es diferente. Por ello, el director del curso ha aplaudido que varias comunidades autónomas hayan aprobado proposiciones no de ley en favor de la utilización del ajedrez como herramienta educativa y que cada vez más centros educativos vayan tomando conciencia de la validez como herramienta educativa de esta disciplina.
Una de las ventajas de enseñar ajedrez a los niños es que no hace falta introducir muchos conceptos para progresar, sino que la propia práctica les va proporcionando los beneficios y las herramientas psicosociales deseadas. Además, no podemos olvidar que aprender mediante el juego suele ser algo mucho más agradable y motivador.
Entre los beneficios de la práctica del ajedrez destacan la mejora de la capacidad de concentración, la memoria y la creatividad. “A mí me gusta destacar que fomenta valores como la tolerancia, la humildad, el pensamiento crítico, la autoestima y la creatividad”, puntualiza Fedriani.
Sin embargo, la docencia del ajedrez no plantea mayor dificultad que cualquier otra asignatura. “Obviamente, conforme los alumnos van adquiriendo más conocimientos y soltura, el docente tiene que tener un mayor nivel ajedrecístico para poder dirigirlos de forma adecuada y ofrecerles lo que requieren en cada momento. Pero la cualificación mínima sería la misma que la de cualquier otro profesor, sólo que además tiene que saber jugar al ajedrez y conocer los aspectos del juego que más utilidad pueden tener para cada alumno concreto”, según el profesor de la UPO.
Por último y en referencia a los requisitos que un niño debe tener para aprender a jugar al ajedrez, Eugenio Fedriani aporta ciertas pautas. La principal es que los pequeños tengan más de cuatro años, ya que es en esa edad cuando comienzan a tener capacidad de concentración y paciencia, cualidades necesarias para poder desarrollar el juego.
Por supuesto, las características de cada niño también influyen: que los alumnos sean más o menos nerviosos, que les atraiga el juego, el nivel de facilidad que tengan en practicarlo… “En general, como ocurre con los idiomas, cuanto antes se aprende, más fácilmente se desarrollan las habilidades asociadas con la materia. Ese suele ser el principal motivo para intentar empezar cuanto antes a practicarlo”, concluye el profesor.