Cursos de Verano

Experta advierte que Andalucía tiene las tasas de obesidad y sobrepeso más altas de toda España

La doctora Griselda Herrero, profesora de la UPO, asegura que el concepto de dieta está equivocado y que nueve de cada diez personas que han seguido un tratamiento de pérdida de peso lo han recuperado o incrementado al cabo de cinco años

La doctora Griselda Herrero
La doctora Griselda Herrero

Andalucía es la comunidad autónoma con las tasas de obesidad y sobrepeso más altas de España y, en general, “cada vez comemos peor” en el conjunto del país. Así de tajante se muestra la doctora Griselda Herrero, del Departamento de Biología Molecular e Ingeniería Bioquímica de la Universidad Pablo de Olavide y directora de Norte Salud Nutrición, quien añade que “es una pena que teniendo a nuestro alcance las bases de una alimentación saludable, como es la dieta mediterránea, seamos incapaces de llevarla a cabo”.

Herrero ha realizado estas declaraciones con motivo de la inauguración del curso “Alimentación emocional: nutrición, genes y emociones”, que la doctora dirige en el marco de los cursos de verano que la UPO celebra cada año en su sede de Carmona, y donde esta tarde pronuncia la conferencia “Alimentación saludable, cerebro saludable” e imparte el taller titulado “Despensa emocional”.

La profesora señala que estamos ante un “problema de salud pública que atañe a la educación, a la industria alimentaria (con la que no existen las restricciones suficientes) y a la sanidad”, al tiempo que lamenta que la figura del dietista-nutricionista no tenga relevancia en nuestro país, “justo lo contrario de lo que ocurre en la mayoría de los países europeos”, a pesar de que se trata de un “problema de todos que debe ser abordado desde un punto de vista interdisciplinar y global”, añade.

A juicio de esta experta, “el equilibrio mente-cuerpo” es la base principal para establecer una dieta sana, para lo que es fundamental que la mayor parte de los alimentos de la dieta sean de origen vegetal, tales como frutas, verduras, hortalizas, legumbres y leguminosas, frutos secos y cereales integrales, y evitar el consumo de “alimentos superfluos”, que “no aportan verdaderos nutrientes y son innecesarios para el normal funcionamiento del organismo”, explica.

En relación a la dieta, asegura que el concepto está “equivocado”, y asociado a dos aspectos negativos. Por un lado, “pensamos que hacer dieta es algo transitorio, cuando en realidad se trata de un proceso, de un estilo de vida; por otro lado, el término posee unas connotaciones negativas, puesto que se asocia a sufrimiento, privación de alimentos, problemas en las relaciones sociales al comer fuera de casa, al hambre”. Todas estas sensaciones “pueden provocar el efecto contrario y potenciar el hambre emocional en lugar de ayudarnos a perder peso”, advierte. De hecho, los datos aseguran que “el 90% de las personas que han seguido un tratamiento de pérdida de peso, a los cinco años han recuperado el peso perdido, o incluso más”.

Griselda Herrero señala que el estado emocional “puede modificar los patrones neurofisiológicos que controlan el hambre y la saciedad, así como los patrones bioquímicos ligados al metabolismo”. Asimismo, las emociones, los sentimientos o el estado de ánimo en general “pueden afectar a la regulación de los genes, modificando la expresión de genes relacionados con la ganancia o pérdida de peso, con el metabolismo o con el control de la ingesta”.

En este sentido, argumenta que la alimentación emocional puede conducir no sólo a un problema de peso, sino también a “enfermedades asociadas a una incorrecta alimentación, como obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares o alteración del tiroides”, además de derivar en problemas psicológicos que pueden afectar a la calidad de vida y, por tanto, a la salud. Para combatir una mala gestión emocional de la alimentación, la doctora Herrero recomienda, por ejemplo, la práctica de la actividad física, ya que el deporte “aumenta la motivación, distrae nuestra mente de la comida, disminuye el estrés y ayuda a canalizar las emociones negativas”, además de “tratar de buscar actividades que nos produzcan sensación de bienestar”, concluye.

 

 

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