La Pablo de Olavide desarrolla 'narices' electrónicas para detectar perfumes de imitación y falsificaciones
11 Ene 2012
Para un olfato limitado como el humano, apenas existen diferencias entre una muestra auténtica de Cocó Chanel y una buena imitación. Pero, ¿cómo detectar cuál de los dos perfumes es el auténtico? El grupo de investigación de Química en Fases Condesadas e Interfases de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, dirigido por José María Pedrosa, ha desarrollado un dispositivo comercial de olfacción electrónica capaz de detectar de manera rápida si el perfume adquirido es auténtico. Además, el bajo coste de este procedimiento, cuyos resultados han sido publicados en la revista Sensors and Actuators B, supone una herramienta asequible para las empresas del sector.
Cuestiones como hasta qué punto una imitación es realmente parecida al original y si la gran diferencia de precio existente entre ambas tiene un origen irreal son las que se ha planteado el equipo de José María Pedrosa. Motivado por el cada vez más potente mercado de las imitaciones, perfectamente legales y que se pueden adquirir en numerosos comercios, el estudio también aborda la problemática de las falsificaciones, un negocio sumergido e ilegal: “Todos sabemos que las falsificaciones existen en el mercado y, aunque evidentemente no tienen nada que ver con el producto original, es necesario demostrarlo científicamente”, señala Pedrosa. Con este estudio han afianzado la capacidad de las ‘narices electrónicas’ para detectar falsificaciones fácilmente.
A diferencia de los sistemas de análisis convencionales que identifican cada componente de un aroma por separado, el sistema de narices electrónicas ideado por estos científicos es capaz de detectar mezclas de aromas complejos, donde hay más de un elemento aromático. “Cuando estamos hablando de un aroma que está compuesto por decenas o cientos de compuestos aromáticos diferentes, separarlos y dosificarlos uno por uno y asociarlos a una calidad se convierte en una tarea inviable dada la laboriosidad del proceso y el elevado coste que conlleva”, explica Pedrosa.
En cambio, este dispositivo analiza el aroma en su conjunto, sin necesidad de separar los distintos compuestos que lo forman. De esta manera, ofrece una respuesta global, siendo capaz de detectar si la mezcla analizada es distinta a una mezcla previa que se le ha hecho memorizar. “Está basado en los mismos principios de percepción y asociación que rigen el olfato humano. Desde que nacemos estamos entrenando nuestro olfato, empezamos a identificar distintos olores y aprendemos a diferenciar un buen y un mal olor, los asociamos a vivencias y lugares”, explica Pedrosa. Al igual que la nariz humana, el sistema necesita un entrenamiento, es decir, “hay que indicarle a qué tipo de aroma corresponde la respuesta que ha dado, de este modo el dispositivo memoriza el tipo de olor y posteriormente puede asociar sus respuestas de manera automática”.
Falsificaciones e imitaciones
La industria de las imitaciones de perfumes se ha convertido en un mercado potente, siendo sus productos, en numerosas ocasiones, de características muy similares a los perfumes originales que imitan. A veces, la calidad de éstas es tan buena que resulta muy difícil distinguirlas incluso para los panelistas expertos, cuyo trabajo consiste en identificar la autenticidad del perfume. En estos casos, el dispositivo de olfacción electrónica desarrollado por el equipo de la Olavide es capaz de detectar diferencias de aromas imposibles de apreciar por panelistas expertos.
Según explica José María Pedrosa, “en algunos casos la mayor diferencia entre una imitación y su original reside en la gran diferencia de precio. En París me llamó la atención una tienda en la avenida de los Campos Elíseos dedicada al comercio de imitaciones. La pregunta que me surgió fue: ¿hasta que punto el consumidor de imitaciones está comprando un producto que tiene un precio muy inferior al perfume original y que, en realidad, puede ser lo mismo o no tiene nada que ver? La intención de este estudio era aclarar esa cuestión”. El hecho de que la detección se realice de manera automatizada, sin necesidad de contratar a panelistas expertos abarata los costes y posibilita su implantación a nivel industrial.
Las empresas fabricantes de perfumes someten sus productos a controles de calidad para garantizar al distribuidor que la materia que le llega es siempre la misma y de la misma calidad. “Dado que es imprescindible realizar estos controles, la introducción del dispositivo de olfacción electrónica agilizaría y abarataría dicho proceso” señala el investigador.
Asimismo, el mercado de las falsificaciones es una realidad que, además de ser ilegal, implica una serie de riesgos para el consumidor. Al no estar sometidos a ningún tipo de control, algunos de estos productos pueden resultar tóxicos o producir alergias, “son productos clandestinos de los que no sabemos cuál su origen ni cómo se hacen, de ahí la importancia de certificar que se trata de productos falsificados”, explica Pedrosa. Por el contrario, los productos de marca original o las imitaciones de perfumes que encontramos en los comercios son productos que vienen de un fabricante certificado y han pasado los controles de calidad pertinentes.
Fuente: Mariola Norte / Programa para la Formación de Monitores en materia de Divulgación del Conocimiento